Islam, ¿religión de amor?

¿Habrá que hacer una distinción entre el islam y el islamismo?  ¿Realmente el islam es una religión de amor? ¿Es verdad que existe un islam moderado? ¿Aquellos que participaron en los recientes atentados hallaron su justificación en el el Corán? El siguiente estudio responderá, con claridad y precisión, a estas preguntas.

Respuesta al: “¡No a la combinación entre islam e islamismo!”, por el padre Guillaume Gaud- 29 de julio del 2016.

Si quisiéramos buscar las causas más profundas de la invasión terrorista, la cuestión no es solamente el saber en qué consiste la diferencia entre aquello que nosotros, los occidentales, llamamos islam o islamismo; sino saber si el principal problema no reside en los fundamentos de la religión musulmana, independientemente de los movimientos internos del islam.

No se trata, entonces, de saber si las costumbres de la yihad, conducidas por grupos tales como el Estado Islámico, están conformes a la jurisprudencia interna del islam ("ellos no siguen las reglas", "ellos son integristas"), sino de saber si el yihadismo es esencial en el islam o no y, por lo tanto, absolutamente inevitable: Si el yihadismo contra los incrédulos es un deber de la comunidad de creyentes o no; si el yihadismo es una orden de Alá y de su mensajero Mahoma o no. En una palabra, si un musulmán tiene el derecho de oponerse al principio del yihadismo y aun así seguir siendo musulmán o no lo tiene.

Veamos ahora las fuentes de la fe y del derecho musulmanes: El Corán establece los requisitos de Alá, el hadiz da el ejemplo de Mahoma para cumplir esos requisitos; el fiqh pone la vida del cada musulmán en relación con el Corán y el hadiz.

Lo que Alá pide en el Corán

Alá pide a la yihad:

Como medio de conversión: “¡Que la enemistad y el odio aparezcan constantemente entre vosotros y nosotros hasta que creáis en Dios, el único!” (Corán 60.4);

Como medio de debilitar las sociedades no musulmanas: “¡Oh, vosotros que creéis!, combatid a los incrédulos que están junto a vosotros y que encuentren en vosotros la rudeza…” (9.124);

Como medio para purificar la religión: “Combatidlos hasta que no haya más subversión y que la religión pertenezca a Alá” (2.193);

Como medio de justificar la masacre de aquellos que no quieren convertirse: “Matad a los idólatras donde quiera que los encontréis; capturadlos, sitiadlos, emboscadlos”. (9.5)

Llevar la guerra a todo lugar donde reine la idolatría: “Matad a los idólatras donde quiera que los encontréis”. (9:5)

Llevar la guerra en todos los siglos, pues es una regla inmutable: “Los hipócritas, aquellos cuyo corazón esté enfermo, aquellos que causen problemas en la Medina, no se mantendrán tranquillos, nosotros os lanzaremos en campaña contra ellos y no descansarán más en vuestro vecindario: malditos en cualquier lugar donde se encuentren, serán capturados y asesinados según la costumbre de Dios a la vista de aquellos que alguna vez vivieron – vos no encontraréis ningún cambio en la costumbre de Dios”. (33.60-2);

Alá garantiza la recompensa de sus guerreros y de aquellos quienes les ayudan: “Aquellos que han creído, emigrado y luchado en el camino de Alá, así como a los que les han abrigado y socorrido, son los verdaderos creyentes. Ellos tendrán un perdón y una retribución de honor.” (8.74)

Alá garantiza el castigo a quienes teman hacer la yihad: “Si vosotros no marcháis al combate, Alá os dará un castigo doloroso”. (9.39), “Quien dé la espalda ese día –  en lugar de marchar hacia otro combate o alistarse en otra tropa – incurre en la ira de Dios; su refugio será la gehena: ¡qué fin detestable!”. (8.16)

Alá pide llevar el terror: “El castigo a aquellos que hacen la guerra a Alá y a su profeta y hacia aquellos que ejercen la violencia en la tierra: serán muertos o crucificados, o sus manos derechas y sus pies izquierdos serán cortados, o bien, serán expulsados del país”. (5.33)

Alá es el verdadero creador de la yihad (¡así que no hay escrúpulo!): “No sois vosotros quienes habéis matado, sino Alá quien les mató. Aunque vos lanzásteis, no erais vos sino Alá quien lanzaba. Y esto, para probar a los creyentes con una buena prueba de su mano”. (8.17)

Alá es claro y no hay otro medio si no se quieren convertir: “Aunque pidáis o no perdón por ellos, aunque pidáis perdón por ellos setenta veces, Alá no los perdonará jamás. Esto es por no haber creído en Alá y en su profeta, Alá no dirige a los impíos. (9.80)

Alá autoriza la artimaña: “Que los creyentes no tomen a los incrédulos como aliados. Quien lo haga no tiene nada que esperar de Alá, a menos que esa gente no sea un peligro para vosotros”. (3.28)

Ningún sentimiento en la yihad: “El combate os es ordenado y le tenéis aversión. Podrá ser que tengáis aversión por una cosa y que ésta sea un bien para vosotros… Dios sabe, y vos, vos no lo sabéis”. (2.216)

Conclusión

Así en el Corán, la yihad está totalmente apoyada por Alá, que es su inspirador, sostén, remunerador y beneficiario.

Lo que Mahoma aplica

Además de las grandes expediciones militares (La Hégira (sept 622); Carta de Medina (622); Expedición de Badr (624); Expedición de Uhud (625); Expedición del foso (627); Expedición de Hudaybiya (628-9); Expedición de Kaybar (628); Toma de la Meca (630); Expedición de Hunayn (630); Expediciones fuera de Arabia), en diez años, decenas de ataques fueron dirigidos por Mahoma con cuatro principales objetivos: conquistar el Hiyaz por la causa de Alá, reunir a los beduinos bajo su bandera, limpiar los oasis de judíos y combatir a los cristianos del imperio bizantino. Es en el entorno de estas batallas en las que desarrolló su doctrina de no-confrontación, de triquiñuela (Mahoma dijo: “la guerra no es más que engaño” (Bukhari 56.157)), de taqiyya, de amistad fingida (“que los creyentes no tomen como a aliados a los infieles en lugar de los creyentes. Quien lo hace, contradice la religión de Alá, a menos que no busquen más que protegerse de ellos”. (3.28)), de tratar de hacer retroceder al enemigo aterrorizándolo: así Mahoma ordenó el asesinato de poetas (¡civiles!) que se oponían a él; mandó asesinar a Ka’b Ibn al-Ashraf, y aterrorizó a los Banu Nadir; Abu Rafi ‘ fue traspasado con una espada mientras dormía (Bujari, 64. 16 ) ; Asma bint Marwan, también asesinada mientras dormía con su bebé ; y el viejo Abu Afak , muerto como los anteriores,  en su cama.

En fin, Mahoma puso por Alá a la yihad en lo alto de la vida religiosa:

Dios sabrá agradecer a quienquiera que vaya a la guerra con el fin de complacerlo y quien no tenga otro objetivo que probar su fe y afirmar que cree en sus enviados. Después él les hará regresar con la recompensa que hayan ganado o con el botín conquistado, o bien les hará entrar al paraíso. Si esto no fuera la compasión por mi pueblo, yo no me mantendría detrás de las tropas, al contrario, querría morir por la gloria de Dios, resucitado después por haber sido muerto de nuevo, y llamado a la vida otra vez para volver a morir después”. (hadiz sahih, Bujari 2.26)

Las interpretaciones moderadas de la jurisprudencia (fiqh)

La aplicación de las prescripciones coránicas debe siempre llevarse a cabo según una escuela de jurisprudencia (maddhab): Está en conformidad con su método y su contenido, universalmente aceptado, que opera la interpretación de las prescripciones coránicas. Este esfuerzo por aplicar correctamente el Corán es llamado ijtihad, y no puede ser realizado por ningún individuo en ningún lugar - sea quien sea, imam, shaykh o simple creyente – independientemente de esos métodos. Aquel que quiera interpretar el Corán fuera de esta metodología, y llegue así a una conclusión o práctica no conforme a la sunna, comete una innovación ilegítima (bida') que no puede ser calificada como musulmana y no puede ser seguida por ningún creyente. Así el musulmán que quiera interpretar el Corán a la “luz de los valores masónicos de la república”, o a la luz de los “intereses nacionales o financieros particulares” (¡Incluso Arabia Saudita!) está en una vía que se sale del islam.

Entre las cuatro principales escuelas jurídicas oficiales que gestionan el 90% del islam sunita, la más radical es sin duda la escuela Hanbali, que fue una escuela de reacción contra la influencia del pensamiento profano en la interpretación del Corán. Se entiende por qué esta escuela lleva viento en popa en el occidente. Entre más se trate de hacer una reforma interna (islah) del islam por la fertilización de los valores republicanos laicos, más musulmanes buscarán los métodos que han sido probados para proteger su corpus doctrinal.

Pero la escuela jurídica más moderada, aquella esparcida en Francia, “el islam oficial”, es la escuela Maliki. He aquí los fragmentos de la Risala, que es el resumen más considerable de la jurisprudencia (fiqh) maliki. Su autor, Al-Qayrawani, llamado “el pequeño Malik”, nacido en 922 en Túnez, es un ejemplo de moderación, si bien, su tratado se convirtió muy pronto en el manual básico de toda la escuele maliki. A continuación, se presentan extractos del capítulo 30, dedicado a la yihad:

“La yihad es una obligación (comunitaria) de la cual algunos se encargan, por lo que los otros quedan dispensados de ella [la yihad no reemplaza al radicalismo].

Es preferible para nosotros que los enemigos no sean combatidos antes de predicarles la religión de Alá, salvo si ellos toman la iniciativa de atacarnos. O bien, que se adhieran al islam o que paguen el impuesto de capitación (yizya), si no, serán combatidos [Así que esta es una guerra para expandir la religión, contrario a lo que recién dijo el Papa en su entrevista].  

(…) huir frente al enemigo es de los mayores pecados, si ellos no son más del doble que los musulmanes. Si son más numerosos no hay mal en retirarse. [O nosotros estamos en guerra contra el califato, nos repiten los políticos: Así que los musulmanes de Francia que sostienen el califato no retrocederán, hagamos lo que hagamos].

El enemigo se combate, sea cual sea el hombre que dirige a los creyentes, piadoso o perverso. No hay inconveniente en matar a aquellos prisioneros infieles capturados, mas no mataremos a nadie después de haber dado el Aman, [muy importante: este sostén legítimo del califato por los musulmanes, cuando hasta esos dirigentes del Estado islámico fueran perversos].

No traicionaremos ningún compromiso que nos haya sido dado. No mataremos ni a las mujeres, ni a los niños e incluso evitaremos matar a los monjes y doctores de su religión, salvo si ellos pelean. La mujer puede ser muerta si ella lucha. [la masacre del cura, pasa entonces de los límites del fiqh maliki]

(…) no se puede partir a la guerra sin el permiso de los padres, salvo si el enemigo ataca por sorpresa la ciudad. En este caso, todos los habitantes tienen la obligación de rechazar el ataque, y no se pedirá el permiso a los padres en situaciones parecidas, [en este mundo globalizado, donde las fronteras desaparecen, los partidarios de Al Qaeda dicen que ya no se trata de defender una ciudad, sino del ataque al conjunto musulmán de todo el mundo: mientras que los partidarios del califato islámico dicen que hay que reemplazar ‘ciudad’ por ‘califato’. De aquí la salida de los musulmanes franceses hacia Siria]”

Conclusión 

Debemos mirar la realidad objetivamente, sin exagerarla ni disimularla. Hay ya un problema que sobrepasa por mucho el tema de la radicalización de los individuos. Un problema en esencia misma del islam, capaz de hacer reflexionar a los propios musulmanes: aquí está lo que esperamos de los discursos de la Iglesia en una circunstancia parecida: basta de decirnos: “no es el islam, es el islamismo”, más, develen la verdad que nos hará libres, con valentía, bondad y perseverancia: el problema es el islam, el Corán, Mahoma, y todo lo que esto conlleva. Porque todo eso no viene de Dios, sino de su adversario.

¡Oh musulmanes! Miren todo de frente, y tengan la fuerza de pensarlo libremente. No comparen el islam con la sociedad occidental laica y depravada de ahora: compararían el mal con el mal, sino miren la vida de Jesús en el Evangelio, miren la Iglesia Católica que Él ha fundado, en casa de aquellos que siguen fieles a su auténtica tradición. Encontrarán la verdadera adoración, fidelidad, lógica, paz y la verdadera caridad. Yo rezo de todo corazón por ustedes.

R.P. Guillaume Gaud, de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X

Fuente: La Porte Latine (29 de julio del 2016)