13° domingo después de Pentecostés - textos litúrgicos

Fuente: Distrito de México

La Liturgia nos muestra que con toda fe debemos poner nuestra esperanza en Jesucristo, nuestro refugio; y debemos pedirle la virtud de la caridad, que nos hará amar la Divina Ley, y practicarla. Recemos pidiendo que Dios se digne aumentar nuestra fe, esperanza y caridad. 

MISA

EL RECUERDO DE LOS TIEMPOS PASADOS

La Iglesia, en posesión de las promesas que el mundo esperó tanto tiempo, gusta mucho de recordar una y otra vez los sentimientos que llenaron el alma de los justos durante los siglos angustiosos en que el género humano vegetaba en las sombras de la muerte. Tiembla a vista del peligro en que sus hijos se encuentran de olvidar en la prosperidad la situación desastrosa que la Sabiduría eterna les ha evitado, llamándolos a vivir en los tiempos que han sucedido al cumplimiento de los misterios de la Redención. De un olvido así tendría que nacer naturalmente la. ingratitud que el Evangelio del día justamente condena. Por eso la Epístola y, antes que ella el Introito, nos transportan al tiempo en que el hombre vivía sólo de esperanza bien que se le hubiese hecho promesa de una alianza sublime. Esta debía consumarse en los siglos posteriores; mas entretanto el hombre en espera de volver a encontrar el amor se hallaba en una gran miseria, a merced de la perfidia de Satanás y expuesto a las represalias de la justicia divina.

INTROITO

Mira a tu alianza, Señor, no desampares por siempre las almas de tus pobres: levántate, Señor, y defiende tu causa y no olvides las voces de los que te buscan. — Salmo: ¿Por qué, oh Dios, nos has rechazado para siempre? ¿Por qué se ha encendido tu furor contra las ovejas de tus pastos? V. Gloria al Padre.

LAS VIRTUDES TEOLOGALES

Hace ocho días vimos el papel que desempeña la fe y la importancia de la caridad en el cristiano que vive en la ley de la gracia. La esperanza le es necesaria también porque, aunque sustancialmente posea los bienes que le harán feliz por toda la eternidad, la oscuridad de este mundo de destierro se los oculta a la vista; además, la vida presente, como tiempo de prueba en que debe cada uno merecer su corona hace que hasta el final de la misma sientan aun los mejores la incertidumbre y las amarguras de la lucha. Por eso debemos implorar con la Iglesia en la Colecta el aumento en nosotros de las tres virtudes fundamentales de fe, esperanza y cardad; mas, para llegar a gozar en el cielo del pleno cumplimiento de todos los bienes que Dios nos ha prometido, nos es necesaria desde ahora la gracia de amar de todo corazón sus mandamientos, que son el camino que lleva allá y se resumen, según el Evangelio del Domingo pasado, en el amor.

COLECTA

Omnipotente y sempiterno Dios, danos aumento de fe, esperanza y caridad: y, para que merezcamos alcanzar lo que prometes, haznos amar lo que mandas. Por Nuestro Señor Jesucristo.

EPÍSTOLA

Lección de la Epístola del Ap. San Pablo a los Gálatas (Gal., III, 16-22).

Hermanos: Las promesas fueron hechas a Abraham y a su descendiente. No dice: Y a sus descendientes, como si fuesen muchos; sino, como si fuese uno sólo: Y a tu descendiente, que es Cristo. Y yo digo esto: Que el pacto confirmado por Dios no fué abrogado por la Ley, publicada cuatrocientos treinta años después, ni la promesa fué anulada. Porqué, si la herencia viniese por la Ley, ya no vendría por la promesa. Pero Dios hizo la donación a Abraham por promesa. ¿Para qué sirve, pues, la Ley? Fué puesta por causa de las transgresiones, hasta que viniese el descendiente a quien había sido hecha la promesa, y fué promulgada por ángeles y por mano de un mediador. Pero el mediador no es de uno solo; Dios, en cambio, es Uno solo. ¿Luego la Ley va contra las promesas de Dios? De ningún modo. Porque, si se hubiese dado una ley que pudiese vivificar, entonces la justicia vendría verdaderamente de la Ley. Pero la Escritura lo encerró todo bajo del pecado, para que la promesa fuese dada a los creyentes por la fe en Jesucristo. 

Leer más