8° domingo después de Pentecostés - textos litúrgicos

Fuente: Distrito de México

"Nosotros, hijos de Dios, somos los depositarios de toda su misericordia, y con justicia podemos llamarlo Padre Nuestro. Dios nos ha dado la vida, y nosotros sólo debemos hacer su santa voluntad."

EL OFICIO

Este Domingo era llamado en la Edad Media, el sexto y último Domingo después del natalicio de los Apóstoles, o fiesta de San Pedro, en los años en que la Pascua alcanzaba su último límite en Abril. Por el contrario, cuando la Pascua seguía inmediatamente al equinoccio de primavera, era el primero de la serie dominical llamada de ese modo.

Hemos visto que por razón de este mismo movimiento tan variable, transmitido a toda la última parte del ciclo litúrgico por la fecha de la Pascua, esta semana podía ser ya la segunda de la lectura de los libros Sapienciales, aunque con más frecuencia se deba continuar aún en ella la de los libros de los Reyes. En este último caso, lo que hoy llama la atención de la Santa Iglesia, es el antiguo templo levantado por Salomón para gloria de Dios; y. entonces los cantos de la Misa, como veremos, están en perfecta armonía con las lecturas del Oficio de la noche

MISA

El Introito recuerda la gloria del antiguo templo y del monte santo. Pero mayor aún es la majestad de la Iglesia que, en este momento, lleva el Nombre y la alabanza del Altísimo hasta los confines de la tierra, mucho mejor de lo que lo había hecho aquel templo que era su figura.

INTROITO

Hemos recibido, oh Dios tu misericordia en medio de tu templo: como tu nombre, oh Dios, así tu alabanza llega hasta el fin de la tierra, tu diestra está llena de justicia. — Salmo: Grande es el Señor, y muy laudable: en la ciudad de nuestro Dios, en su santo monte. V. Gloria al Padre.

De nosotros mismos somos incapaces, no sólo de toda obra buena, sino que ni siquiera se puede producir en nosotros un solo pensamiento del bien sobrenatural sin ayuda de la gracia. Pues bien, el medio más seguro para obtener una ayuda tan necesaria, es reconocer humildemente ante Dios, la necesidad absoluta que tenemos de Él, como lo hace la Iglesia en la Colecta.

COLECTA

Suplicámoste, Señor, nos concedas propicio el espíritu de pensar y hacer siempre lo que es recto: para que, los que no podemos existir sin ti, podamos vivir conforme a ti. Por nuestro Señor,

EPÍSTOLA

Lección de la Epístola del Ap. S. Pablo a los Romanos. (VIII, 12-17).

Hermanos: No somos deudores de la carne, para que vivamos según la carne. Porque, si viviereis según la carne, moriréis: mas, si mortificareis con el espíritu las obras de la carne, viviréis. Porque, todos los que son movidos por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios. Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre, para que viváis todavía en el temor, sino que recibisteis el espíritu de adopción de hijos, con el cual clamamos: ¡Abba! ¡Padre! Porque el mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y, si somos hijos, somos también herederos: herederos ciertamente de Dios, y coherederos de Cristo.

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