Aniversario de muerte del Padre Agustín Pro

Fuente: Distrito de México

A las diez horas con treinta minutos del 23 de noviembre de 1927, en el patio de la estación de policía ubicada en lo que hoy son instalaciones del diario El Universal, sobre Bucareli, miles de personas, por dentro y fuera de lo que constituía el cuadro de práctica de tiro, escuchan las voces de mando emitidas por el Coronel Mazcorro.

Desde las ventanas de Excélsior, muchos miran cómo un sacerdote, vestido con alzacuello (la sotana la prohíben las criminales leyes contra la Iglesia), se incor­pora de rezar hincado sus últimas oraciones y se para de frente al pelotón de fusilamiento, abriendo los brazos y con los ojos semicerrados, grita, un momento antes ele la orden de "¡fuego!", un firme "¡Viva Cristo Rey!", tras el cual se escucha la descarga que lo hace doblarse hacia el piso.

Miles de personas, una multitud que hace temer a los ejecutores, se santiguan al momento que el cuerpo cae. Hay llanto, dolor, consternación y va tomando for­ma el rezo del rosario. Se escucha el tiro de gracia. (...)

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