¿Celebración o concelebración?
En la reforma litúrgica de la que somos testigos desde hace unos 30 años, no se puede negar que la concelebración es la práctica que más ha extrañado a los fieles. ¿Es una prueba de que son ignorantes o de que les cuesta evolucionar? ¿o es que finalmente tienen razón?
Para intentar dar una respuesta a estas preguntas, vamos a dar un resumen del libro del P. José de Sainte Marie O.C.D., L’Eucharistie, salut du monde [1], que trata de este tema. Para simplificar nuestro trabajo, vamos a dividirlo en dos partes:
[I] El aspecto teórico del problema: en la concelebración, ¿hay una o varias Misas?
[II] El aspecto práctico del problema: ¿hay que multiplicar las concelebraciones?
CONCELEBRACION: ¿CEREMONIAL O SACRAMENTAL?
Conviene, desde un principio, esclarecer un problema de terminología: ¿que se quiere decir cuando se emplea la palabra “concelebración”? Se pueden distinguir exteriormente dos modos de Misa concelebrada:
El primero es el del obispo, rodeado por su clero, celebrando los Santos Misterios él solo, porque pronuncia solo las palabras de la liturgia. En la liturgia tradicional, es el caso de la Misa Pontifical y de la Misa solemne. Se denomina concelebración simplemente ceremonial
La segunda forma de concelebración es la de todos los sacerdotes que concelebran pronunciando las palabras de la consagración. En la liturgia tradicional, sucede así en la Misa de ordenación y de consagración episcopal. Es lo que denominamos concelebración sacramental.
¿Por qué hemos distinguido estas dos formas de concelebración? Porque la realidad de las cosas nos lleva a hacerlo y porque nos obliga la doctrina del Magisterio de la Iglesia.
El Papa Pío XII en su encíclica Mediator Dei [2], refutó la opinión de los que suprimen toda diferencia entre el sacerdocio ministerial y el sacerdocio de los fieles (1 Ped. 2, 9) y que dicen que toda la asamblea, sacerdote y fieles, concelebra la Misa. En realidad, el sacerdocio ministerial es específicamente distinto al sacerdocio común de los fieles.