China y las manifestaciones católicas

¿Por qué Roma permanece en silencio y no ha salido en defensa de la Iglesia Católica de China?
Parece ser que existe una conspiración silenciosa en torno a la cantidad de artículos fabricados en el llamado “Imperio Central”. Estamos literalmente inundados de etiquetas donde se lee "Hecho en China", sin mencionar la oleada de estudiantes chinos en las universidades occidentales y las crecientes inversiones de las empresas chinas. Nos encontramos muy cómodos disfrutando de los frutos de la mano de obra esclava mientras nuestros países en el occidente se vuelven cada vez más dependientes de la expansión económica de China. Sin embargo, ¿estamos conscientes de la violenta persecución que los católicos han tenido que padecer durante décadas desde el sanguinario reinado de Mao Zedong? Y, ¿acaso sabemos hasta qué punto las autoridades chinas han restringido cualquier intento por cuestionar este tema?
El caso más reciente de opresión católica en China es el del obispo Thaddeus Ma Daqin de Shanghai. Hace cuatro años, el obispo Ma Daqin renunció a la falsa Asociación Patriótica Católica de China (“Asociación Patriótica”), una “iglesia” títere del gobierno chino no reconocida por el Vaticano. La promesa de fidelidad a la Iglesia Católica hecha por Ma Daqin fue un edificante testimonio de resistencia a la Asociación Patriótica y sus dictadores en Beijing. Sin embargo, el 12 de julio de 2015, Ma Daqin se retractó ostensiblemente de su anterior postura de resistencia contra la Asociación Patriótica, aunque es imposible confirmar la veracidad de esta declaración debido al ininterrumpido arresto domiciliario al que se encuentra sometido el obispo desde hace cuatro años.
Anteriormente, otro obispo chino, Martin Wu Qinjing de Zhousi, Provincia de Shaanxi, que no recibió el plácet del régimen, fue sometido a arresto domiciliario durante casi toda una década en el 2007. Sólo después de acceder a concelebrar con un obispo excomulgado, no aprobado por Roma, el gobierno y la Asociación Patriótica le permitieron practicar su ministerio abiertamente.
El problema principal no radica tanto en que la China comunista, que es toda sonrisas para el mundo occidental cuando se trata de negocios, esté enseñando los dientes dentro de sus murallas. El verdadero problema es el silencio ensordecedor de las autoridades romanas quienes, según indica el diario Asia News, sabían de la presión que la Asociación Patriótica ejercía sobre el obispo Ma Daquin para obligarlo a retractarse.
El mismo Papa Francisco llevó la Realpolitik* al límite cuando, en su declaración del 2 de febrero de 2016, exhortó a China a mostrar compasión consigo misma, sin hacer mención de la persecución a la que está sometida la Iglesia Católica clandestina y los millones de chinos que han sufrido a causa de su fe. La única voz lo suficientemente fuerte para hablar sin reservas es la del cardenal Joseph Zen Ze-kiun, obispo emérito de Hong Kong, cuyos lamentos reciben muy poca atención de Roma.
Resulta interesante vincular estos lamentables episodios con el libro de Anne Applebaum publicado en el 2012, llamado Iron Curtain: The Crushing of Eastern Europe, 1944-1956 (La Cortina de Hierro:El Aplastamiento de Europa Oriental, 1944-1956). En él, Applebaum examina los archivos soviéticos con la finalidad de documentar el brutal totalitarismo del régimen, el cual se centraba en la supresión de todo tipo de oponentes, incluida la Iglesia.
Hoy podemos observar la situación en China y comprobar que la misma estrategia de terror auspiciada por el gobierno e introducida por los soviéticos está siendo usada contra la Iglesia Católica. Sólo será a través de un testimonio heroico de la verdad realizado por toda la Iglesia Católica, en solidaridad con sus hermanos y hermanas sufrientes en China, que esta forma permanente de tiranía podrá ser resistida y derrotada.
*N. de la T.: Realpolitik («política de la realidad» en alemán) es la política o diplomacia basada en intereses prácticos y acciones concretas que aboga por el avance en los intereses de un país de acuerdo con las circunstancias actuales de su entorno, en lugar de seguir principios filosóficos, teóricos o morales.