De cómo arrebataron la corona a Jesucristo - Palabras de Monseñor Lefebvre
He aquí unas palabras de Monseñor Marcel Lefebvre, fundador de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, sobre el dogma de la Realeza Social de Nuestro Señor Jesucristo, ese dogma de fe católica, que nadie puede poner en duda sin ser hereje.
“En el juicio final, Jesucristo acusará a quienes lo expulsaron de la vida pública y, en razón de semejante ultraje, aplicará la más terrible venganza”.
Pío XI, Quas Primas.
Pese al riesgo de repetir lo dicho, vuelvo sobre el tema de la Realeza Social de Nuestro Señor Jesucristo, ese dogma de fe católica, que nadie puede poner en duda sin ser hereje, sí, ¡perfectamente hereje!
¿TIENEN ELLOS AÚN LA FE?
Juzgad pues, la fe agonizante del Nuncio Apostólico de Berna, Mons. Marchioni, con el que sostuve la siguiente conversación el 31 de marzo de 1976 en Berna:
- Mons. Lefebvre: “Se pueden ver claramente cosas peligrosas en el Concilio (…) En la Declaración sobre la libertad religiosa hay cosas contrarias a la enseñanza de los papas: ¡se decide que ya no puede haber Estados católicos!
- El Nuncio: “¡Claro, es evidente!”
-Mons. Lefebvre: “¿Cree usted que esta supresión de los Estados católicos va a ser un bien para la Iglesia?”
- El Nuncio: “Ah, pero, usted comprende, si se hace eso, ¡se obtendrá una mayor libertad religiosa entre los soviéticos!”
- Mons. Lefebvre: “Pero, ¿qué pasa con el Reino Social de Nuestro Señor Jesucristo?”
- El Nuncio: “Usted sabe, ahora es imposible, ¿quizás en un futuro lejano?... Actualmente ese reino está en los individuos; hay que abrirse a la masa”.
- Mons. Lefebvre: “Pero, ¿qué hace de la encíclica Quas Primas?
- El Nuncio: “¡Ah, hoy día el Papa ya no la escribiría!”
- Mons. Lefebvre: “¿Sabe que en Colombia fue la Santa Sede quien pidió la supresión de la constitución cristiana del Estado?”
- El Nuncio: “Sí, aquí también”.
- Mons. Lefebvre: “¿En Valais?”
- El Nuncio: “Sí, en Valais. Y ahora, vea, me invitan a todas las reuniones”.
- Mons. Lefebvre: “Entonces, ¿usted aprueba la carta que Mons. Adam (Obispo de Sion en Valais) escribió a sus diocesanos para explicarles por qué debían votar por la ley de separación de la Iglesia y el Estado?”
- El Nuncio: “Vea usted, el Reino Social de Nuestro Señor, es algo difícil actualmente…”
Consta que ya no creen pues: es un dogma “imposible”, “bastante difícil” o “que no se escribiría más hoy”. ¡Y cuántos piensan así actualmente! Cuántos son incapaces de entender que la Redención de Nuestro Señor Jesucristo debe realizarse con la ayuda de la sociedad civil, y que el Estado debe volverse de esta manera, en los límites del orden temporal, el instrumento de la aplicación de la obra de la Redención. Le contestarán: “¡son dos cosas diferentes, están mezclando la política y la religión!”
Y sin embargo, todo ha sido creado para Nuestro Señor Jesucristo, para el cumplimiento de la obra de la Redención. ¡Todo!, ¡Incluida la sociedad civil que también, como ya dije, es una creatura de Dios! La sociedad civil no es una pura creación de la voluntad de los hombres, ella resulta ante todo de la naturaleza social del hombre y de que Dios ha creado a los hombres para que vivan en sociedad; esto está inscrito en la naturaleza por el Creador. Por lo tanto y lo mismo que los individuos, la sociedad civil debe rendir homenaje a Dios, su Autor y su fin, y servir al designio redentor de Jesucristo.
En septiembre de 1977 di una conferencia en Roma, en casa de la Princesa Palaviccini y leí entonces un escrito del Card. Colombo, arzobispo de Milán, en que afirmaba que el Estado no debe tener religión, que debe ser “sin ideología”. Ahora bien, lejos de desmentirme, el cardenal respondió a mi ataque en el Avvenire d’Italia, repitiendo lo mismo, reiterándolo aún con más fuerza a lo largo de todo su artículo, tanto que éste se titulaba Lo Stato non puo essere altro che laico. ¡El Estado no puede ser más que laico, por lo tanto, sin religión! ¡Un cardenal dice eso! ¿Qué idea se hace de la Redención de Nuestro Señor Jesucristo? ¡Es inaudito! Ved cuánto había penetrado en la Iglesia el liberalismo. Si hubiera dicho esto veinte años antes, habría sido una bomba en Roma, todo el mundo habría protestado, el papa Pío XII lo habría refutado y tomado medidas…Pero ahora es normal, la cosa parece normal. Es necesario, pues, que estemos convencidos de esta verdad de fe: todo, incluso la sociedad civil, ha sido concebido para servir directa o indirectamente al plan redentor de Nuestro Señor Jesucristo.
Monseñor Marcel Lefebvre+