"Con la Fraternidad San Pío X hasta la muerte": Entrevista con el Sr. Ricardo Bringas sobre la FSSPX en Tuxtla
Don Ricardo, cuéntenos un poquito sobre los inicios de la Fraternidad (FSSPX) en Tuxtla. ¿Dónde se celebraba la misa antes de la ubicación actual de la colonia Moctezuma?
Bueno, la primera vez que vinieron los padres, se celebró la misa durante aproximadamente un año, alrededor del año 1996, en la casa de mi mamá, la señora Yolanda Borrás. Posteriormente, nos trasladamos a una propiedad en Bulevar Laureles, en la esquina con Azucenas, donde permanecimos durante diez años. Durante ese tiempo, celebramos una boda, primeras comuniones y otros sacramentos. Después de esos diez años, nos mudamos temporalmente a la casa de la profesora Fulvia Robles, donde permanecimos uno o dos años más.
¿Y cómo fue que se trasladaron a la propiedad en Plan de Ayala, esa capilla previa a la que hoy tienen?
Después de esos años, adquirimos una propiedad en Plan de Ayala, que mi hermano Óscar comenzó a habilitar con la cooperación de todos. Logramos construir una capillita en el año 2007, humilde pero bonita, y ahí estuvimos asistiendo a la misa durante unos doce años, con los padres que venían del Priorato de Guatemala.
¿Qué ocurrió después? ¿Cómo fue que decidieron cambiar de lugar?
Un día, el padre Pablo Guiscafré, un sacerdote de la Fraternidad, vino a visitar nuestra capilla en Plan de Ayala. Al verla, dijo que no era un lugar digno para Dios, que no podíamos conformarnos con lo que teníamos, que era muy triste que estuviéramos en ese lugar. Gracias a él, y por la voluntad de Dios, decidimos buscar un lugar mejor. El padre Pablo Guiscafré consiguió un terreno en la Colonia Moctezuma, bien ubicado en la Tercera Norte, Poniente 1310, y allí comenzamos a construir la capilla que tenemos actualmente.
¿Cuánto tiempo les tomó construir la nueva capilla?
Nos tomó alrededor de dos años, desde el año 2019, para completar la obra en un 90-95%. Es una capilla bonita y bien construida. Desde entonces, nos hemos quedado con los padres actuales, quienes han hecho un excelente trabajo para que sigamos creciendo. Aunque aún faltan algunos detalles como el comulgatorio y los cuartos para los sacerdotes, con la ayuda del padre Jhonny Vásquez, actual capellán de la misión, y la de Dios, estoy seguro de que pronto lo terminaremos.
¿No le pareció a usted un poco injusto dejar todo el trabajo que ya habían realizado en la capilla de Plan de Ayala por un nuevo proyecto?
No, en absoluto. No fue para nada ni algo injusto ni un desprecio; más bien lo veo como un llamado de atención. Nos habíamos conformado con lo que teníamos, y eso no era suficiente. Nos habíamos acomodado en una situación de confort, como si ya hubiéramos alcanzado nuestro objetivo solo porque teníamos una pequeña capilla. Pero la verdad es que el lugar donde estábamos era indigno para la Santa Misa. Estaba en condiciones tan malas que cuando llovía, ni siquiera podíamos llegar por el mal estado de los caminos. Era un caos total y realmente no era un lugar apropiado para que nuestro Señor Jesucristo estuviera.
La capilla estaba originalmente dedicada al Señor Justo Juez, una advocación muy importante en el sur de México, pero ahora está dedicada a San José. ¿Por qué cambiaron de patrono? ¿Cuál fue la razón de ese cambio?
El cambio fue una decisión por votación; los fieles propusieron diferentes santos y luego se eligió a San José, no porque no nos gustara el nombre de “Justo Juez” o porque no fuera venerado. De hecho, en el sureste de México, particularmente en Chiapas, el nombre del Señor Justo Juez es muy respetado y venerado. Recuerdo que en una ocasión, cuando el padre Pablo vino, alguien le mencionó que el Señor Justo Juez no era una advocación católica. Investigamos, recopilamos información, y hasta llevamos libros de la Basílica del Señor Justo Juez en San Cristóbal para verificarlo. Finalmente, se confirmó que sí es católico.
Mi madre, Yolanda Borrás de Bringas, quien fue fundamental en traer a la Fraternidad San Pío X a Chiapas, fue quien originalmente sugirió el nombre de Justo Juez. Sin embargo, el padre Pablo consideró que, aunque el Señor Justo Juez es muy venerado en esta región, San José es un patrono más conocido. Además, el padre explicó que es más fácil acercarse a Dios a través de San José, quien fue su protector y educador en la Tierra. San José puede interceder ante Cristo Justo Juez con mayor eficacia.
El cambio de nombre trajo consigo un cambio radical. Los recursos empezaron a llegar de manera sorprendente. El padre Pablo, que tenía muchos contactos, consiguió los fondos necesarios, y lo que pensamos que tardaría cinco o seis años en construirse, se completó en solo dos años.
Gracias a Dios, y con la ayuda del padre Pablo y su sucesor, nuestro actual capellán, el padre Jhonny, hemos logrado mucho. Esperamos que esta vez nos dejen un padre que pueda quedarse con nosotros más tiempo, tal vez unos 30 o 40 años, para que no tengamos que empezar de nuevo cada vez que estamos avanzando.
Alguna vez escuché de alguien que la misión de Tuxtla nunca iba a crecer, que nunca llegaría a ser una capilla importante en la Fraternidad. ¿Qué cambió desde ese momento, hace unos 15 o 20 años?
Esa observación, efectivamente, fue hecha hace unos 14 o 15 años. En ese momento, probablemente tenían razón; éramos muy pocos y estábamos algo fríos. Puede ser que su percepción fuera correcta para esa época. Sin embargo, pasaron los años, y llegó el padre Pablo Guiscafré. Él observó lo que estaba ocurriendo y nos dijo: "No, ustedes sí van a crecer. No tienen por qué quedarse estancados aquí. No sean conformistas, a Dios hay que darle todo, sin escatimar nada." No sé cómo lo hacía, pero convencía a la gente, a los fieles. Logró que muchos aportaran recursos, y lo que parecía imposible empezó a hacerse realidad. Para mí, fue un milagro. Le decíamos cariñosamente el "Padre Torbellino" porque no se detenía; siempre estaba en movimiento, trayendo gente, especialmente jóvenes. Así que, aunque hace 15 años alguien haya dicho que no íbamos a crecer, los hechos actuales muestran lo contrario.
¿Cómo ha sido la relación entre la Fraternidad y las autoridades eclesiásticas en Tuxtla? ¿Ha cambiado con los años? ¿Se ha mejorado? ¿Cómo nos ven los párrocos y el obispo de Tuxtla?
La relación en sí no ha cambiado mucho. Sin embargo, cuando nos mudamos de Plan de Ayala a la Colonia Moctezuma, y vieron que la nueva capilla estaba más bonita, empezaron a criticarnos. Durante un tiempo, en cada misa de las parroquias, los sacerdotes advertían a los fieles que no vinieran a nuestra iglesia, diciendo que estaba prohibida, que era satánica, y que podían caer en excomunión si entraban. Esto lo decían todos los sacerdotes, en todas las misas. Crecimos rápidamente en Plan de Ayala porque era un terreno ejidal y no les importaba, pero cuando nos mudamos y vieron que florecíamos nuevamente, empezaron a atacarnos. Sin embargo, con el tiempo, parece que se cansaron o simplemente dejaron de molestarnos. Hubo un obispo, José Luis Chávez Botello, actualmente arzobispo de Oaxaca, que visitaba a nuestra familia todos los domingos, tratando de convencernos. Nos traía el Código de Derecho Canónico y nos pedía que lo leyéramos, a pesar de su insistencia, no logró convencernos, y finalmente fue trasladado a Oaxaca, lo cual fue un alivio para nosotros.
En su opinión, ¿qué se necesitaría para que la Fraternidad San Pío X florezca en Tuxtla?
Para que la Fraternidad florezca verdaderamente, necesitamos un priorato bien establecido aquí en Tuxtla. Creo firmemente que los fieles empezarían a aportar más recursos si ven esto. Tenemos fieles muy generosos que podrían proporcionar los fondos necesarios para tener escuelas, un centro para sacerdotes, una casa de retiros, y más. Pero para eso, necesitamos un priorato. Si al menos tuviéramos una misa cada 15 días, veríamos un florecimiento mucho más rápido. Sin embargo, sin la presencia constante de un sacerdote, es difícil mantener a la gente comprometida. Si tuviéramos un sacerdote de planta, estoy seguro de que floreceríamos, reconquistando el sureste y más allá.
¿Qué falta por completar en la infraestructura de la capilla de San José aquí en Tuxtla?
Aún nos falta mucho por hacer. Necesitamos mucho dinero para completar la obra. Nos falta el confesionario, que actualmente no es digno de la capilla; está en muy malas condiciones, con una mampara y una cortina que no ofrecen la privacidad necesaria, y el pobre sacerdote tiene que sentarse en una silla de Coca-Cola de plástico. Además, nos falta construir los cuartos para los padres, que apenas están en cimientos. También necesitamos terminar el salón de usos múltiples, un área de aproximadamente 6x8 metros, donde podamos reunirnos y platicar. Así que no podemos cantar victoria todavía; aún queda mucho por hacer, y necesitamos muchos recursos para lograrlo.
¿Cómo han sido las vocaciones en Tuxtla? Tengo entendido que es una de las misiones más antiguas de la Fraternidad en México. ¿Cómo se ha desarrollado el tema de vocaciones en el estado de Chiapas?
Sí, hemos tenido algunas vocaciones, pero no han prosperado como esperábamos. Al principio, cuando pertenecíamos a la Fraternidad de Guatemala, enviamos a dos jóvenes. Uno de ellos, después de un tiempo, regresó y formó su familia. Ese fue el primer intento fallido. Luego, su hermano también quiso intentarlo. Lo enviamos a Francia, y parecía que esta vez sería diferente, pero tras uno o dos años, él también regresó.
Mandamos a otro joven, pero tampoco logró completar su formación. Hace menos de un año enviamos a otro, que hizo su pre-seminario en Orizaba, pero, por alguna razón, tampoco funcionó. El problema principal es la falta de permanencia de sacerdotes aquí en Tuxtla. Nos hace falta un sacerdote de planta que pueda formar a los futuros sacerdotes como debe ser. Sin esa estabilidad, es difícil que las vocaciones se desarrollen adecuadamente.
¿Ha habido algún momento crítico en la historia de la Fraternidad en Tuxtla, algún momento de ruptura o de pruebas, ya sean materiales o espirituales, en la relación entre la feligresía y los padres?
Nunca ha habido una ruptura significativa, gracias a Dios. Quizás ha habido malentendidos, pero siempre con justificación. A veces nos mandaban sacerdotes que tenían dificultades para comunicarse en español, lo que generaba ciertos roces. El sacerdote decía una cosa, y nosotros entendíamos otra, lo que naturalmente causaba molestia. Pero siempre fue algo que remediamos rápidamente, sin mayores problemas.
¿Qué ha significado la tradición a través de la Fraternidad para su familia? ¿Ha sido algo benéfico o ha sido como estar en el modernismo?
No, no, no. La Fraternidad realmente nos cambió la vida por completo. Nos transformó en todos los aspectos: la forma de ser, de actuar, de pensar, de vestir, de salir... Todo cambió. Íbamos por un camino equivocado, y la Fraternidad nos guió hacia la dirección correcta. Recuerdo cómo, cuando la Fraternidad llegó, rompimos las televisiones a pedradas, nueve en total. Eso cambió mucho a mis hijos. Aunque ahora el problema sea el celular, en aquel entonces, la televisión era el enemigo.
La influencia de la Fraternidad fue tan fuerte que mis hijos, que iban mal en la escuela, comenzaron a dedicar más tiempo a sus estudios. Pasaron de ser malos estudiantes a ser excelentes profesionistas, graduándose con honores. Todo esto fue gracias a la tradición y a lo que nos enseñó la Fraternidad.
Al principio, cuando comenzamos, íbamos a la misa moderna. Estuvimos así durante un año o año y medio hasta que llegó el doctor Héctor Guiscafré, quien se quedó con nosotros unos cuatro o cinco días y nos dio unas pláticas maravillosas. Fue tajante en su posición y nos explicó claramente por qué no debíamos asistir a la misa moderna. Eso nos convenció por completo, y desde entonces nos hemos mantenido fieles a la tradición.
Muchas gracias por esta valiosa entrevista. Es un relato invaluable de la Fraternidad, y usted es uno de los grandes benefactores y fundadores de la misión en Tuxtla. Agradecemos mucho este testimonio, que será de gran ayuda para que más personas en Chiapas conozcan la obra de la Fraternidad. Que Dios se lo pague. Y, por supuesto, nos encomendamos a sus oraciones, porque necesitamos mucho las oraciones de los fieles. ¡Gracias!
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