Corpus Christi y los frutos del Concilio Vaticano II

Fuente: Distrito de América del Sur

Bendición "carismática" con el Santísimo Sacramento

Tras las hermosas celebraciones de Corpus Christi en nuestro Distrito, se nos antoja una comparación con los frutos de la reforma litúrgica. Si las ceremonias tradicionales de la Iglesia nos dejan una impresión patente de estar tratando con un misterio sagrado, ¿qué ocurrirá si dichas ceremonias se desacralizan?

Sin necesidad de hablar de doctrina, sin discutir sobre religión, ¿cuántas almas habrán alcanzado la fe, se habrán convertido al ver una ceremonia litúrgica en la cual nuestros sentidos son “golpeados” por las verdades de fe? Se pueden ver las flores, los acólitos respetuosos, los ricos objetos litúrgicos consagrados a Dios. Se oye el canto sagrado comunicando al alma el deseo de adorar a Dios. Se huele el incienso y se podría decir que se puede gustar la verdad divina expresada en la liturgia, como la sal que en nuestro bautismo abrió nuestro gusto a la fe católica. El sentido del tacto no queda fuera de este misterio, pues un sentido de lo sobrenatural nos hace creer por un momento que estamos tocando el cielo. Es nuestro Señor que junto a su esposa, la Iglesia, y a todos los fieles, vivos y difuntos, adora a su padre en el culto litúrgico.

¿De dónde le viene a la liturgia ese poder de descubrir el velo de lo sagrado, ese valor apologético incontestable?

Pio XII en la encíclica Mediator Dei1 nos explica la función del culto público:

Todo el conjunto del culto que la Iglesia tributa a Dios debe ser interno y externo. Es externo, porque lo pide la naturaleza del hombre, compuesto de alma y de cuerpo; porque Dios ha dispuesto que, «conociéndole por medio de las cosas visibles, seamos llevados al amor de las cosas invisibles»2, porque todo lo que sale del alma se expresa naturalmente por los sentidos; además, porque el culto divino pertenece no sólo al individuo, sino también a la colectividad humana, y, por consiguiente, es necesario que sea social, lo cual es imposible, en el ámbito religioso, sin vínculos y manifestaciones exteriores; y, finalmente, porque es un medio que pone particularmente en evidencia la unidad del Cuerpo místico, acrecienta sus santos entusiasmos, consolida sus fuerzas e intensifica su acción; «aunque, en efecto, las ceremonias no contengan en sí ninguna perfección y santidad, sin embargo, son actos externos de religión que, como signos, estimulan el alma a la veneración de las cosas sagradas, elevan la mente a las realidades sobrenaturales, nutren la piedad, fomentan la caridad, acrecientan la fe, robustecen la devoción, instruyen a los sencillos, adornan el culto de Dios, conservan la religión y distinguen a los verdaderos cristianos de los falsos y de los heterodoxos»."3

Por medio de las cosas visibles, ser llevados al amor de las cosas invisibles

El culto litúrgico eleva nuestra inteligencia a la contemplación de lo sobrenatural. Pero si lo visible ya no expresa este misterio, si se despoja a la liturgia de todo aquello que nos muestra que se trata de algo sagrado: ¿cómo nos elevaremos al amor de las cosas invisibles?

Monseñor Lefebrvre ya denunciaba la perplejidad de los fieles que, por la desacralización del culto después del Concilio Vaticano II, perdieron ese vínculo que la belleza de la liturgia tenía con lo sobrenatural:

Bien se comprende que ante semejante cambio de situación los católicos estén perplejos. ¡Pero tienen tantos otros motivos para estarlo! A medida que transcurrían los años los católicos vieron cómo se transformaban el fondo y la forma de las prácticas religiosas que los adultos habían conocido en la primera parte de su vida. En las iglesias los altares fueron retirados y sustituidos por una mesa, con frecuencia móvil y susceptible de ser quitada. El sagrario ya no ocupa el lugar de honor y la mayoría de las veces se lo ha disimulado en un pilar, a un costado: en los casos en que todavía permanece en el centro, el sacerdote al decir la misa le vuelve la espalda. El celebrante y los fieles están frente a frente y dialogan. Cualquiera puede tocar los vasos sagrados, frecuentemente reemplazados por cestos, bandejas, vasijas de cerámica; laicos, incluso mujeres, distribuyen la comunión que se recibe en la mano. El cuerpo de Cristo es tratado con una falta de reverencia que suscita dudas sobre la realidad de la transubstanciación."4

  • 1Mediator Dei n°33
  • 2Misal Romano, prefacio de Navidad
  • 3Card. Giovanni Bona, De divina psalmodia
  • 4Monseñor Lefebvre, Carta abierta a los católicos perplejos, capítulo 1

El padre José Eugenio Hoyos, "adoración y sanación"

Efectos de los actos externos de religión

Volvamos a los efectos de dichos actos externos enumerados por Pio XII citando al Cardenal Giovanni Bona y busquémoslos en la nueva liturgia:

1- Elevar el alma a la veneración de las cosas sagradas, y la mente a las realidades sobrenaturales: ¿Cómo elevar nuestras almas y nuestras mentes a la veneración de lo sagrado y sobrenatural si los ritos litúrgicos se reducen a reuniones profanas en las que nuestro Señor estaría sólo espiritualmente presente entre nosotros?

Es algo espantoso, pues poco a poco se niega la presencia real. Se asimila la presencia de Nuestro Señor en la Eucaristía a la presencia de Nuestro Señor en la comunidad de los fieles: estamos reunidos aquí y Nuestro Señor está presente entre nosotros. Pues bien, para algunos sucede lo mismo con la Eucaristía. Nuestro Señor se hace presente por la fe de los fieles."5

2- Nutrir la piedad: La manera en se trata al Santísimo Sacramento en la nueva liturgia colabora con la pérdida total de la piedad.

Los sacerdotes ya no hacen ni siquiera la genuflexión delante de la sagrada Eucaristía. Ya no tienen el respeto por el Santísimo Sacramento. Cualquier persona distribuye las sagradas formas. No puede ser que se trate a nuestro Dios de ese modo… La gente que trata a nuestro Señor Jesucristo como lo trata en las ceremonias eucarísticas actuales es gente que no cree en la Divinidad de nuestro Señor Jesucristo. No puede haber otra conclusión."6

3- Fomentar la caridad: Suprimida la noción de sacrificio y las oraciones que expresan propiciación, en la nueva liturgia ya no se ofrece el sacrificio por los pecados de los fieles cristianos, ya no se reza pidiendo perdón por los pecados de los vivos y, mucho menos, de los difuntos. Es un atentado contra la caridad.

Hay que reconocer que ahora ya casi no se dicen misas de difuntos salvo las misas de entierro. Como podéis ver, es algo muy significativo porque precisamente las misas de difuntos son de propiciación. Postulan la propiciación de Dios para la remisión de los pecados de las almas que están aún en el Purgatorio. Lutero no lo quiso admitir."7

4- Acrecentar la fe: El comportamiento de los ministros sagrados y de los mismos fieles respecto del Santísimo Sacramento hacen perder la fe en la presencia real de nuestro Señor.

En la santa misa, las reformas introducidas hacen perder la fe en la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía. Para un católico, las reformas son tales que es difícil – e incluso imposible para los niños que no han conocido lo de antes como nosotros, que tenemos más edad y lo hemos conocido – creer en la presencia real de nuestro Señor Jesucristo."8

5- Robustecer la devoción: El modo de rezar y de recibir los sacramentos en la nueva liturgia colabora con la pérdida de la devoción.

Al hacer del sacrificio de la misa una comida, es muy normal que también se comulgue en la mano… Pero cuando se sabe que nuestro Señor Jesucristo está presente y quién es Él… ¿Tendremos miedo de ponernos de rodillas ante Aquel a quien, en el momento del Juicio Final, al sólo nombrarlo, hará que caiga de rodillas toda la humanidad, todas las almas que están en el Cielo, todos los ángeles y todos los que están en el infierno?"9

6- Instruir a los sencillos: Lejos de instruir, la nueva liturgia es causa de confusión.

La nueva misa ha puesto todo en una confusión total. Ha abierto las puertas a cierta libertad que, por supuesto, todos aprovechan. Uno dice tal Canon, otro se inventa uno nuevo; se toma tal o cual esquema para el rito penitencial; se pueden elegir los Evangelios según las circunstancias; en pocas palabras, es la libertad total."10

7- Adornar el culto de Dios: Disminución del uso de manteles, de flores y de velas, total despojo de los altares. Las Iglesias ya no se construyen para el santo sacrificio. Ese es el adorno de la nueva liturgia.

Al perder la noción del sacrificio de la misa, ahora los innovadores crean cualquier tipo de construcción como iglesia. Construyen cualquier tipo de sala multiusos, que sirve para cualquier cosa, y hacer ahí la “Eucaristía”, como dicen. Una mesa se pone en cualquier lugar y no hace falta tener una construcción que signifique la Cruz, pues ya no tiene ningún sentido."11

8- Conservar la religión: La religión nos une con Dios, nos “religa” después de que el pecado nos separó de Él. En la nueva liturgia se deja de lado a Dios; el sagrario y el crucifijo ya no tienen lugar en el altar.

Muchas veces se han suprimido igualmente los crucifijos sobre los altares o, en caso dado, se ha puesto al lado del altar. En consecuencia, ya no hay siquiera el recuerdo de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo en aquello que constituye la renovación verdadera y real del sacrificio de nuestro Señor."12

9- Distinguir a los verdaderos cristianos de los falsos y de los heterodoxos: Este efecto es el que menos se cumple en la medida que la nueva liturgia es ecuménica y cada vez se asemeja más a las celebraciones protestantes.

Poco a poco se va introduciendo en la Santa Iglesia la noción protestante de la misa, algo que es conforme con la mentalidad del hombre moderno, pues fundamentalmente el ideal democrático es el del hombre moderno, para quien el poder está en la asamblea, la autoridad está en los hombres y en la muchedumbre, y no en Dios."13

Conclusión

Una vez más, dejemos de lado la doctrina y todos los textos citados y simplemente observemos: veamos las fotos de las hermosas ceremonias tradicionales, asistamos a ellas y experimentemos los frutos que producen. Luego comparemos: ¿quién no ha visto u oído alguna vez, aunque más no sea de pasada, una ceremonia litúrgica moderna en alguna iglesia? ¿Quién no ha escuchado a un fiel de alguna parroquia, amigo nuestro, que nos diga lo que piensa sobre qué es la misa, qué son los sacramentos y para qué sirven y qué piensa de las otras religiones?

Inmediatamente surgen los interrogantes: ¿Hacía falta reformar la liturgia? ¿La liturgia actual es mejor que la tradicional? La reforma ¿Fue sólo en la liturgia o dicha reforma representa también un cambio en la fe?

¿Cuáles son los frutos de la nueva liturgia y del Concilio…?

  • 5Monseñor Lefebvre, Homilía, Saint-Michel-en-Brenne, 9 de abril de 1989. Todas las citas de Monseñor Lefebvre - salvo la primera que es del libro "Carta abierta a los católicos perplejos" - fueron tomadas de la primera edición castellana del libro "La misa de siempre", ediciones Rio Reconquista, Buenos Aires, 2010.
  • 6Monseñor Lefebvre, Homilía, Confirmaciones, Doué-la-Fontaine, 19 de mayo de 1977
  • 7Monseñor Lefebvre, Conferencia espiritual, Ecône, 25 de junio de 1981
  • 8Monseñor Lefebvre, Homilía, Confirmaciones, Doué-la-Fontaine, 19 de marzo de 1977
  • 9Monseñor Lefebvre, Conferencia, Tourcoing, 30 de enero de 1974
  • 10Monseñor Lefebvre, Conferencia espiritual, Ecône, enero de 1974
  • 11Monseñor Lefebvre, Retiro, Saint-Michel-en-Brenne, 1° de abril de 1989
  • 12Monseñor Lefebvre, Retiro Pascual, Ecône, 17 de abril de 1984
  • 13Monseñor Lefebvre, Homilía, Ecône, 29 de junio de 1976