Cuidando a los enfermos
Todo cristiano debe saber cuidar a sus enfermos. Para esto, pensemos que Jesucristo toma como hecho a Sí mismo, lo que se hace con ellos. En este artículo, hablaremos de lo que se debe hacer cuando se tiene a alguien enfermo, ya sea una enfermedad leve o grave. Igualmente, hemos incluido algunas oraciones y jaculatorias para esos momentos.
El día del juicio universal dirá a los justos: «Venid, benditos de mi Padre, a tomar posesión del reino celestial que os está preparado desde el principio del mundo, pues estuve enfermo y me visitasteis». A lo que los justos responderán, diciendo: «Señor, ¿cuándo estuviste enfermo y te fuimos a visitar?». Y Jesucristo responderá: «Siempre que lo hicísteis con alguno de esos pequeñuelos, conmigo lo hicisteis». Lo contrario dirá a los malos.
Un día, en que Santa Isabel de Hungría había acostado en su propio lecho a un enfermo, al entrar su esposo en la habitación, vio que era Jesucristo. Más tarde, un día en que San Juan de Dios lavaba en su hospital de Granada los pies a un enfermo abandonado, al intentar besárselos, pudo ver que era Jesucristo quien desapareció llenando todo el hospital de resplandor.
PACIENCIA CON LOS ENFERMOS
Lo primero que tiene que hacer el que atiende a un enfermo es armarse de paciencia. De esta manera, ganará muchos méritos para el cielo, y no aumentará las tristezas y dolores del enfermo. Esta paciencia será tanto más necesaria cuanto más se queje el enfermo, a causa, no sólo de su dolor, sino también de su poca virtud.