Domingo de Septuagésima - textos litúrgicos
La Santa Madre Iglesia nos convoca hoy para recordar junto con ella el relato de la caída de nuestro primer padre. Semejante desastre nos hace presentir el desenlace de la vida mortal del Hijo de Dios hecho hombre. El hombre, víctima del pecado de Adán y de sus propios pecados personales, es justamente afligido: gime y se apena por sus miserias.
DEL LIBRO DEL GENESIS (III, 1-19)
La serpiente, el más astuto de cuantos animales del campo hizo Yavé Dios, dijo a la mujer: ¿Con que os ha mandado Dios que no comáis de los árboles todos del paraíso? Y respondió la mujer a la serpiente: Del fruto de los árboles del paraíso comemos, pero del fruto del que está en medio del paraíso nos ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis siquiera, no vayáis a morir. Y dijo la serpiente a la mujer: No, no moriréis; es que sabe Dios que el día que de él comáis, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal. Vio, pues, la mujer que el árbol era bueno para comerse, hermoso a la vista y deseable para alcanzar por él sabiduría, y cogió de su fruto y comió y dio también de él a su marido, que también comió. Y abriéronse los ojos de ambos.
Y viendo que estaban desnudos, cosieron unas hojas de higuera y se hicieron unos cinturones. Oyeron a Yavé Dios, que se paseaba por el paraíso al fresco del día y se escondieron de Yavé Dios Adán y su mujer, en medio de la arboleda del jardín. Pero llamó Yavé Dios a Adán, diciendo: Adán, ¿dónde estás? Y éste contestó: te he oído en el jardín y temeroso porque estaba desnudo me escondí. ¿Y quién, le dijo, te ha hecho saber que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol que te prohibí comer? Y dijo Adán: la mujer que me diste por compañera, me dio de él y comí. Dijo, pues, Yavé Dios a la mujer: ¿Por qué has hecho esto? Y contestó la mujer: la serpiente me engañó y comí. Dijo luego Yavé Dios a la serpiente:
"Por haber hecho esto.
Maldita serás entre todos los ganados
y entre todas las bestias del campo.
Te arrastrarás sobre tu pecho
y comerás el polvo todo el tiempo de tu vida
pongo perpetua enemistad entre ti y la mujer
y entre tu linaje y el suyo:
Este te aplastará tu cabeza,
y tú le morderás el calcañal."
A la mujer le dijo:
"Multiplicaré los trabajos de tus preñeces;
Parirás con dolor los hijos,
Y tu propensión te inclinará a tu marido.
El cual dominará sobre ti."
A Adán le dijo:
"Por haber escuchado a tu mujer, comiendo del árbol de que te prohibí comer, diciéndote: no comas de él:
"Por ti será maldita la tierra;
con trabajo comerás de ella todo el tiempo de tu vida;
te dará espinas y abrojos,
y comerás de las hierbas del campo.
Con el sudor de tu rostro comerás el pan,
hasta que vuelvas a la tierra,
pues de ella has sido tomado;
ya que polvo eres y al polvo volverás".
He aquí la página fatídica de los anales de la humanidad. Ella basta para explicarnos la presente situación del hombre en la tierra; por ella, asimismo, nos damos cuenta de la actitud que mejor nos cuadra con respecto a Dios. Volveremos a tratar de este relato en días venideros; y desde ahora debe ser el objeto principal de nuestras reflexiones. Pero volvamos a la explicación de la liturgia del día.