El espíritu del Adviento
El Adviento es un tiempo de preparación para la venida de Cristo Niño. Pero, ¿cómo debemos prepararnos para el Salvador del Mundo?
El año litúrgico está centrado en la vida terrenal de Nuestro Señor. Hay dos acontecimientos que emergen sobre los demás: Navidad y Pascua, la primera es el nacimiento de Cristo en su carne mortal y la segunda el “renacimiento” en carne inmortal. Y ambos están determinados con un tiempo especial de preparación y se prolongan con una manifestación mayor del mismo misterio: la fiesta de Epifanía corona del misterio de la Navidad, y la Ascención es la apoteosis de la vida de Cristo en la tierra.
¿Qué es lo que esperamos?
¿Cuál es el espíritu de la Iglesia en este tiempo preparatorio de Adviento? Obviamente, no estamos esperando la verdadera llegada de Cristo a la tierra. Él ya vino a nosotros hace 2,000 años, ¡al igual que lo hizo el Espíritu Santo! Por otra parte, el Adviento no está destinado a prepararnos para la segunda venida de Cristo al fin de los tiempos.
Entonces, ¿debemos prepararnos para una venida especial de Cristo?
Sí, efectivamente. Su aparición, o más bien, su llegada invisible a nuestras almas. Cristo realiza esto infundiendo en nosotros su gracia, un aumento de caridad y especialmente al renovar una ferviente comunión eucarística. Y, ¿no es esta venida y estancia en el alma de los fieles un acontecimiento trascendental? Muchos de nosotros damos por sentado los sacramentos del Bautismo, Penitencia y la Santa Comunión. Sin embargo, este misterio de gracia, este drama de las almas, sucede muy frecuentemente. Los sacerdotes son semanalmente, sino es que diariamente, los testigos mudos del llamado de Dios a la conversión, santificación y salvación.
Estamos en tiempo de hambruna
En el sombrío panorama de un mundo sin Dios que avanza precipitadamente hacia el total materialismo, mejor llamado nihilismo espiritual, elevamos nuestros corazones, Sursum corda, a la luz que nos da gozo eterno. Si para que el alimento corporal se absorba correctamente, el estómago necesita sentir el hambre, ¿cuánto más aplica esto mismo para el alma?
Dios no concederá sus gracias a aquellos que se encuentran saciados: “A los pobres los llenó de bienes, y a los ricos los dejó sin cosa alguna”. Esta es una de las leyes del Reino. Y durante cuatro semanas, un recuento de los 4,000 años en que la humanidad se vio privada del Mesías, la liturgia de la Iglesia nos da el sentimiento de hambre espiritual, de la necesidad de redención para que estemos listos para él.
El Adviento es un recuerdo del pasado
Durante miles de años, los hombres fueron creados para darse cuenta de su miseria e incapacidad de alcanzar la salvación. Durante algunas semanas, somos llamados a sentir nuestra indignidad y nuestra necesidad de la ayuda de Dios, con esas emotivas palabras del Bautista gritando en el desierto, predicando sobre el bautismo del arrepentimiento y la conversión.
Maran Athan –Veni Domine- ¡Ven, oh Señor Jesús!
Fuente: District of the U.S.A.