El espíritu misionero y el espíritu de "Asís"

Fuente: Distrito de México

El encuentro interreligioso de Asís, que tendrá lugar el 20 de septiembre de 2016, será el quinto al que asistirá un Papa. Veamos qué nos dicen Monseñor Lefebvre y Monseñor Fellay al respecto.

El encuentro interreligioso que tendrá lugar el 20 de septiembre de 2016, será el quinto encuentro de Asís al que asistirá un Papa. Juan Pablo II presidió tres de ellos: el primero se llevó a cabo el 27 de octubre de 1986, con motivo del Año Internacional de la Paz promovido por la O.N.U.; el segundo, en 1993, durante la guerra de los Balcanes; el tercero, planeado en el 2001 a raíz de los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos, se celebró el 24 de enero del 2002. El 27 de octubre del 2011, el Papa Benedicto XVI organizó una reunión interreligiosa por la paz, para celebrar el 25 aniversario del primer encuentro.

Durante 30 años, obedeciendo al Papa León XIII que condenó el Parlamento de las Religiones del Mundo (septiembre 11-27, 1893), y a Pío XI en su encíclica Mortalium animos “sobre la unidad de la verdadera Iglesia”, con fecha del 6 de enero de 1928, y la Instrucción del Santo Oficio “Sobre el Movimiento Ecuménico” del 20 de diciembre de 1949, la Fraternidad Sacerdotal San Pío X se ha opuesto al “espíritu de Asís”, el cual destruye el espíritu misionero de la Iglesia que había estado en vigor hasta el Concilio Vaticano II.

El 27 de agosto de 1986, dos meses antes del primer encuentro de Asís, Monseñor Marcel Lefebvre envió una carta a ocho cardenales, en la cual declaró:

 

Aquel que ahora ocupa el Trono de Pedro se burla públicamente del primer artículo del Credo y del Primer Mandamiento del Decálogo. El escándalo ocasionado a las almas católicas no puede medirse. La Iglesia ha sido sacudida hasta sus cimientos. Si la fe en la Iglesia, que es la única arca de salvación, desaparece, entonces la Iglesia misma desaparece. Toda su fortaleza y toda su actividad sobrenatural están basadas en este artículo de nuestra fe.

 

¿Seguirá Juan Pablo II arruinando la fe católica, especialmente en Asís, con la procesión de las distintas religiones por las calles del pueblo de San Francisco y la asignación de las diversas capillas de la basílica a las religiones, con el fin de practicar su culto para pedir por la paz como fue concebido por la Organización de las Naciones Unidas?”

El 21 de enero del 2002, Monseñor Bernard Fellay, Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, emitió un comunicado sobre el tercer encuentro interreligioso de Asís, el cual se llevaría a cabo tres días después. En dicho comunicado, expuso las razones concretas de la indignación de los católicos que son fieles a la Tradición:

 

El problema no radica en la finalidad de las oraciones: la paz. Rezar por la paz y buscar su establecimiento y fortalecimiento entre las personas y los pueblos es algo bueno en sí mismo. La liturgia católica está llena de bellísimas oraciones para pedir la paz. Rezamos estas oraciones con todo nuestro corazón. Además, teniendo en cuenta que los ángeles anunciaron, el día del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, la paz en la tierra a los hombres de buena voluntad, es completamente apropiado pedir a los fieles que imploren al Único y Verdadero Dios nos conceda un don de tan altísimo valor en esta etapa del año.

La razón de nuestra indignación radica en la confusión, el escándalo y la blasfemia resultantes de la invitación del Vicario de Nuestro Señor Jesucristo, único mediador entre Dios y el hombre, a otras religiones a acudir a Asís para rezar por la paz.

Se ha decidido que para evitar caer en el sincretismo, aquellos que acudan al encuentro no rezarán ‘juntos’, sino que cada religión rezará en celdas separadas en el Convento Franciscano de Asís. El Cardenal Kasper incluso declaró –y acertadamente– que los ‘cristianos no pueden rezar con miembros de otras religiones’ (L’Osservatore Romano, enero 5, 2002). Sin embargo, esta declaración no es suficiente para disipar la terrible preocupación y confusión generadas por el evento; es un hecho innegable que todo tipo de religiones rezarán ‘cada una en su propio terreno’, para obtener con estas oraciones dichas al mismo tiempo, aunque en diferentes lugares, el mismo resultado: la paz. El hecho de que todos hayan sido invitados a rezar al mismo tiempo y en la misma ciudad, y por una misma intención es una prueba clara del deseo de unidad. Por otro lado, el hecho de que las oraciones serán hechas en lugares separados traiciona la naturaleza contradictoria e imposible del proyecto. En realidad, la distinción es falsa, aunque, gracias a Dios, evita la communicatio in sacris directa. Sin embargo, la naturaleza sincrética de la operación es evidente para todos. El uso de palabras engañosas ha hecho posible la negación de la dolorosa y evidente realidad. Pero las palabras ya no significan nada: iremos a Asís, no para rezar juntos, iremos juntos a Asís para rezar … sin sincretismo, etc.”

En esa misma declaración, el Superior General de la Fraternidad San Pío X distingue claramente entre las negociaciones diplomáticas lícitas para obtener la paz social y las escandalosas oraciones públicas interreligiosas para pedir la paz a distintas divinidades.

Una cosa es el establecimiento de la paz social (hablando políticamente) entre los países mediante congresos, diálogos y diplomacia a través de la intervención de personas influyentes de distintas naciones y religiones. Y otra muy distinta es solicitar a Dios el don de la paz mediante la oración de todas las (falsas) religiones. Esta iniciativa es completamente incompatible con la fe católica y va en contra del primer mandamiento…

La creación de un gran templo de hermandad universal que esté por encima de todas las religiones y creencias es uno de los objetivos del complot masónico. La “unidad en la diversidad” es un concepto muy importante para el New Age y la globalización. “Fuimos excomulgados por Clemente XI en 1738 por nuestros principios interconfesionales. Pero, definitivamente la Iglesia incurrió en el error el 27 de octubre de 1986, cuando el Papa reunió a los representantes de todas las confesiones religiosas en Asís para rezar por la paz. ¿Qué otra cosa buscan nuestros hermanos cuando se reúnen en los templos, además del amor entre los hombres, tolerancia, solidaridad, defensa de la dignidad del ser humano, considerándose iguales, yendo más allá de las creencias políticas y religiosas y el color de la piel?” (Gran Maestro Armando Corona, de la Gran Logia del Equinoccio de Primavera, Hiram, portavoz de la Gran Oriente de Italia, abril 1987),

Dos años después, en enero del 2004, la Fraternidad Sacerdotal San Pío X publicó un ensayo titulado “Del Ecumenismo a la Apostasía Silenciosa”, el cual fue enviado a todos los cardenales. El título del ensayo repetía la expresión “apostasía silenciosa” que Juan Pablo II había usado en su exhortación apostólica Ecclesia in Europa (junio 28, 2003) para describir el estado de la Iglesia en Europa: “Si lo analizamos desde un punto de vista pastoral, nos vemos obligados a concluir que el ecumenismo de las últimas décadas conduce a los católicos a una “apostasía silenciosa” y disuade a los no católicos de entrar en la única arca de salvación. Se debe, por lo tanto, condenar ‘la impiedad de aquellos que cierran a los hombres las  puertas del Reino del cielo’. Bajo la apariencia de una búsqueda de unidad, el ecumenismo dispersa el rebaño; no lleva impreso el sello de Cristo, sino de aquel que es el separador por excelencia, el demonio (no. 43)".

Por muy atractivo que pueda parecer a primera vista, por espectaculares que sus ceremonias se vean en la televisión y por concurridas que sean las multitudes, la realidad permanece inalterable: el ecumenismo ha convertido la Ciudad Santa, es decir, la Iglesia, en una ciudad en ruinas. Persiguiendo un ideal utópico –la unidad de la raza humana– el Papa no ha caído en la cuenta de hasta qué punto este ecumenismo, por el que ha trabajado tan arduamente, es real y tristemente revolucionario: invierte el orden querido por Dios (no. 44).

Para concluir, citaremos a Monseñor Lefebvre:

 

Es nuestro deseo estar en prefecta unidad con el Santo Padre, pero en la unidad de la fe católica, porque solamente ésta es la que podrá unirnos, y no una especie de unidad ecuménica, un ecumenismo liberal; puesto que yo pienso que la crisis en la Iglesia está definida por este espíritu ecuménico liberal. Digo ecumenismo liberal, porque existe un cierto ecumenismo que, bien definido, puede llegar a ser aceptable. Pero el ecumenismo liberal, como el que es practicado por la Iglesia actual y especialmente desde el Concilio Vaticano Segundo, incluye verdaderas herejías” (no. 47, conferencia del 14 de abril, 1978).

El 9 de enero del 2011, cuando se anunció la cuarta reunión de Asís, que tendría lugar el 22 de octubre de ese mismo año, y estaría presidida por Benedicto XVI, Monseñor Fellay dio una conferencia en París durante la cual declaró: “Asís se ha convertido en un símbolo. Decir que se celebrará el 25 aniversario de este símbolo, incluso si se intentara limpiarlo o corregirlo, no eliminará el significado de este símbolo. Detrás de Asís hay un mensaje, y la única forma de eliminar este mensaje sería si el Vicario de Cristo en la tierra dijera, en esta reunión, a todas las otras religiones: “Existe solamente un Nombre bajo el Cielo dado a los hombres por el cual hemos de ser salvados, y es Nuestro Señor Jesucristo. ¡Conviértanse! Si se hace eso, ¡entonces, claro que estamos de acuerdo!”

Fuentes: DICI/Archives – DICI no. 340 dated September 9, 2016