El espíritu de pobreza - Palabras de Monseñor Lefebvre
He aquí unas palabras de Monseñor Marcel Lefebvre, fundador de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, sobre el verdadero espíritu de pobreza y la práctica real del desapego de los bienes de este mundo, dos temas prácticamente olvidados en nuestros tiempos, donde todo gira en torno al materialismo.
Hagamos amar la pobreza, el espíritu de ahorro y el cuidado de los objetos de la comunidad, para evitar los gastos inútiles; llegar a la práctica real del desapego de los bienes de este mundo debe ser la finalidad de los santos, es decir, de los que no quieren bien alguno fuera de Nuestro Señor Jesucristo.
Se habla mucho de pobreza, pero cada día se practica menos. Los ecónomos lo saben y se quedan atónitos al ver el espíritu derrochador de muchos -o de la mayoría- de nuestros seminaristas. Los bienes de cada uno se multiplican, los objetos personales también, las radios, grabadoras, cámaras, etc… En la comunidad nos volvemos cada vez más exigentes, hacen falta los acondicionamientos más modernos para las distracciones, etc.
Los miembros más jóvenes de la Congregación, en lugar de sentir un santo celo por la práctica de la pobreza, manifiestan, en cambio, exigencias que los hacen parecidos al clero secular o a los seglares. Sucede exactamente lo contrario de la necesaria renovación. ¡Pensemos en San Francisco de Asís, en San Vicente de Paul o en Don Bosco! ¡Qué lejos estamos de aquel espíritu!
La pobreza combate el desorden, el porte vulgar y la falta de cuidado. Respecto a esto, debemos decir algunas palabras sobre el porte eclesiástico y religioso. En los países en que se lleva el clergyman desde hace algunos años, debe mantenerse por una parte la costumbre del traje negro, y por otra el uso de la sotana dentro de la comunidad y en la capilla.
En los países que poco a poco van adoptando el clergyman, hay que preguntarse sinceramente ante Nuestro Señor si tal cambio, de ninguna manera exigido por las leyes ni por los fieles, favorece realmente la santificación del religioso y le brinda una influencia pastoral más eficaz. Os dejo a vosotros la respuesta, pero mi conclusión es que en esas regiones de ninguna manera debemos fomentar tal transformación indumentaria, sino por el contrario, alentar a los que, mediante su porte, manifiestan el apego a la Iglesia Católica y su deseo de practicar más perfectamente el desprendimiento de las vanidades de este mundo.
En cuanto a los que creen que deben llevar el clergyman fuera de casa, hay que aconsejarles vivamente que vistan color negro con la pechera negra y el cuello romano, como lo llevan los sacerdotes de nuestra Congregación que están en países donde es de regla esta manera de vestir. El color negro es reservado, discreto y digno; el gris es mundano y no es digno del estado sacerdotal ni, sobre todo, del estado religioso.
En este asunto, lo mismo que en el uso de todos los bienes de este mundo, ¿qué harán los santos que el Señor suscitará en los tiempos futuros? Lo que han hecho siempre los del pasado: buscar la imitación de Nuestro Señor Jesucristo en su pobreza, en su modestia, en su alejamiento del mundo y de todo lo que a Él le agrada, al mismo tiempo que la edificación del prójimo a través de la predicación con el ejemplo y la palabra. Tal debe ser el espíritu de nuestra renovación en la virtud de pobreza.
Monseñor Marcel Lefebvre+
UN OBISPO HABLA
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