El inicio del año litúrgico

Fuente: Distrito de México

La Iglesia cumple su misión de santificarnos, principalmente, por su liturgia. Culto público, ritos y sacramentos, oraciones oficiales, días de fiesta y tiempos litúrgicos son los medios de que se sirve para unirnos a Cristo y hacer nuestras almas semejantes a la suya.

Todos los años, de Adviento a Pentecostés, nos ayuda a celebrar los principales acontecimientos de la vida del Salvador, no simplemente para recordarlos, sino para, con su recuerdo, renovarnos por la aplicación de las gracias particulares que nos proporciona cada uno de ellos. La constante comunicación con los misterios de Cristo impregna así nuestras almas de una vida auténticamente cristiana, ligada íntimamente a la de la Iglesia. El sentido y el espíritu de estas celebraciones litúrgicas nos lo inculca la misma Iglesia; no tenemos más que dejarnos guiar por Ella para penetrar en el corazón del misterio cristiano y sacar de él todo el provecho de su eficacia sobrenatural.

La celebración anual de los misterios de Cristo comprende dos ciclos sucesivos: el ciclo de Navidad y el ciclo de Pascua.

El ciclo de Navidad comprende:

un tiempo de preparación para el nacimiento del Mesías, o tiempo de Adviento;

la celebración, o tiempo de Navidad; y

una prolongación de él, o sea, el tiempo de Epifanía.

El ciclo de Navidad tiene por fin, principalmente, recordarnos la transformación radical que se ha obrado en nuestras vidas humanas por la encarnación del Verbo. El propio Hijo de Dios, no solamente se ha hecho uno de nosotros, sino que nos ha dado también el poder de ser nosotros mismos hijos de Dios, un pueblo nuevo, una raza santa, que Él anima con su vida divina y conduce hacia el cielo.

Y precisamente esta transformación de nuestra vida es la que celebra la Iglesia en Navidad. Nos hace hallar en la santa humanidad del Salvador la fuente siempre inexhausta de nuestra vida sobrenatural e invoca sobre nosotros, como sobre todos los hombres, el cumplimiento total de la obra de la redención, inaugurada con su venida a este mundo.

Hablemos de la primera parte del ciclo de Navidad, el Adviento.

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