El mensaje de Fátima

Fuente: Distrito de México

En este artículo, con motivo de la celebración del centenario de las apariciones de Fátima el pasado 13 de mayo, hablaremos de la finalidad del mensaje de Fátima y los medios para obtener la salvación: oración y sacrificio, devoción al Corazón Inmaculado de María y comunión.

Finalidad del mensaje de Fátima
 

En su mensaje de Fátima, como se deduce de la historia de las Apariciones, la Virgen ha insistido sobre una realidad dolorosísima, que afecta no sólo a Dios, su Hijo, sino también a los hombres, hijos suyos espirituales. Esta realidad son “las pobres almas pecadoras”. Mostrar esta realidad, podemos decir que es la finalidad de las apariciones.

¿Por qué se interesa tanto la Virgen en este tema? Expliquemos. La vida de la Gracia, que une a Dios con el Hombre, mediante la Mediación de María, es suprimida por el pecado. Por cualquier lado que se le considere, el pecado es el mayor de todos los males. El pecado, en efecto, principalmente ultraja a Dios, cuya ley se traspasa; y, además, daña también al hombre porque provoca la justicia divina con castigos, ya temporales (guerras), ya eternos (el infierno). De allí que la Virgen, desde la primera aparición hasta la última, justamente preocupada, tanto por el ultraje inferido a Dios, su Hijo, como por los castigos que se derivan a sus hijos espirituales, los hombres, pide con maternal insistencia, reparación, o sea, “sacrificios en reparación de tantos pecados”, especialmente por los pecados de impureza y por las ofensas hechas a la Eucaristía y a su Corazón Inmaculado. De aquí sus palabras “¡No ofendan más al Señor, que está demasiado ofendido!”

 Así pues, la esencia del mensaje de Fátima se nos revela abiertamente: la Salvación de la humanidad, seriamente comprometida por el pecado, mal supremo, ya sea en relación a Dios, ya en relación a los hombres, ambos hijos suyos y por lo tanto ambos sumamente queridos de su Corazón Inmaculado. 

Pero el Corazón maternal de la Virgen no se limita a revelarnos solamente el fin. Se ha dignado también indicarnos los medios más eficaces para conseguir la salvación, o sea, para evitar los castigos temporales (la guerra con sus terribles consecuencias, por ejemplo) y, especialmente, los eternos (el infierno). Estos tres medios se reducen a tres: la oración (especialmente el Rosario) unida al sacrificio; la devoción al Corazón Inmaculado de María (en su triple forma; veneración, reparación y consagración); y la Comunión. La Virgen no podría haber elegido medios más eficaces.

1er medio: La oración y el sacrificio


En la cuarta aparición, la Virgen Santísima, con el rostro velado de una profunda tristeza, exhortó vivamente a los pequeños a la oración y al sacrificio, y concluyó: “Rogad, rogad mucho y haced sacrificios por los pecadores”. Y añadió: “Considerad que muchas almas se van al infierno, porque no hay quién se sacrifique y ruegue por ellas”.

Nadie, por ser todos Miembros de Nuestro Señor Jesucristo e hijos de la Santísima Virgen, podemos permanecer indiferentes ante la condenación de tantos hermanos. “¡El infierno!, ¡El infierno!, exclamaba Jacinta, ¡qué pena me dan las almas que van al infierno!” y temblando se arrodillaba con las manos juntas y rezaba: “Oh Jesús mío, perdonad nuestros pecados, preservadnos del fuego del infierno …” Permanecía así largo tiempo repitiendo la misma oración. 

Debemos rezar para pedir por los pecadores, porque la oración, es la fuerza del hombre y la debilidad de Dios: Nuestro Señor, no sabe resistir a la humilde súplica de sus hijos. Pero entre todas las oraciones, el Rosario goza de una innegable primacía. Por eso la Virgen, aparte de todas las otras oraciones, recomendó rezarlo diariamente, en cada una de sus apariciones.

A la oración la Virgen pide que se unan los sacrificios. Ya desde la primera aparición exhortó a los videntes a ofrecer sacrificios por los pecadores. Nuestra Señora empleó toda su vida para la salvación eterna de sus hijos. Después de este ejemplo de la Madre, también los hijos deberán darse cuenta de la urgencia del sacrificio para salvar a sus hermanos. La visión del infierno, a donde van tantos, porque no hay que se sacrifique por ellos, había aterrorizado de tal manera a los videntes, que todos sus sacrificios les parecían nada con tal de salvar una sola alma de esa prisión.

2º medio: La devoción al Corazón Inmaculado


En la segunda aparición Nuestra Señora dijo: “Él quiere establecer en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado”. La Virgen ha revelado, además, los tres actos fundamentales de la devoción a su Corazón: la veneración, la reparación y la Consagración.

¿Qué significa venerar el Corazón Inmaculado de María? Significa el rendirle culto, honrarle y venerarlo en cuanto es la fuente de toda su vida y compendio de todos sus misterios. ¿De dónde brota la Santidad eminente que contemplamos en la vida de la Virgen? De su Corazón Inmaculado, por eso hay que honrarlo. Sin embargo, venerarlo, sobre todo, significa honrarlo como símbolo de su amor por Dios y por nosotros, porque, justamente, su amor es la causa y razón de su vida, pues como dice Santo Tomás: “la caridad es la vida del alma, como el alma es la vida del cuerpo”. 

En la segunda aparición, Nuestra Señora mostró su Corazón Inmaculado, 

rodeado de espinas que parecían clavarse en él, ultrajado por los pecados de la humanidad, y que quería reparación. ¿Qué significa reparar el Corazón Inmaculado? Se trata de dos cosas: En primer lugar, realizar actos de penitencia para expiar las ofensas realizadas contra Dios y la Virgen, y restablecer el orden violado por el pecado. En segundo lugar, ofrecer nuestros sufrimientos y sacrificios para sufrir con Cristo y la Virgen que sufren, y darle, según nuestras posibilidades, algún alivio. ¿Por qué hacer esto? Porque somos sus hijos, sus súbditos y sus beneficiados. Como hijos suyos no podemos permanecer indiferentes ante los ultrajes, con los que es continuamente ofendida nuestra Madre. Como súbditos suyos debemos reparar las ofensas hechas a tan amable Reina. Habiendo recibido tantas gracias de parte de Ella, debemos procurar compensar las afrentas que recibe de parte de tantos.

En su tercera aparición, la Virgen dijo: “vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón” ¿Qué significa consagrarse al Inmaculado Corazón? Significa entregarse completamente y para toda la eternidad a Nuestra Señora, a su Corazón Inmaculado. Consagrarse no se trata de pedir algo, sino dar; no es sólo dar para que nos cuiden algo, sino dar en propiedad, para que Ella sea Dueña de todo; no es dar en propiedad sólo por un tiempo, sino para siempre. En resumen, consagrarse al Inmaculado Corazón significa entregarle todo lo que somos y tenemos al Corazón de María, por toda la eternidad, con el fin de reconocer el dominio o realeza que tiene Ella, juntamente con Cristo, sobre nosotros.

3er medio: la Comunión


La Santísima Virgen, en la tercera aparición, habló de la comunión reparadora de los primeros sábados. Después, en 1925, 

se apareció a Sor Lucía para explicar en qué consistía esta comunión reparadora. ¿Por qué pidió la Comunión? Entre muchas razones, porque la Comunión, además de ser el mejor medio de salvación, es el acto que honra y agrada a la Virgen incomparablemente más que cualquier otro. San Alfonso afirma que “María reveló a un alma santa que no se le podía ofrecer nada más agradable que la Sagrada Comunión, puesto que ésta aplica a las almas los frutos de la Pasión de Cristo”

Oración y sacrificio; devoción al Inmaculado Corazón; Comunión reparadora; he aquí los medio que nos proporciona nuestra Madre para alcanzar nuestra salvación y cooperar con la de los demás. No se trata de cosas extraordinarias, Nuestra Señora, que conoce bien de qué somos capaces, no nos pide nada más allá de nuestras fuerzas.

Ha aquí, estimados fieles, un breve resumen de lo que vino a revelarnos la Virgen en Fátima, sabiendo que no es más que una sombra de la realidad que se comprende en el Corazón Purísimo de la Virgen. Quiera Nuestra Señora, ir empapando cada vez más nuestra inteligencia y todos los aspectos de nuestra vida en su mensaje. Recordémoslo bien: “Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. A quien le abrazare prometo la salvación y serán queridas sus almas por Dios como flores puestas por mí a adornar su Trono.”