El Naturalismo - Palabras de Mons. Lefebvre

Fuente: Distrito de México

He aquí unas palabras de Monseñor Marcel Lefebvre, fundador de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, sobre el Naturalismo.

“El principio capital de los que siguen el naturalismo… que la naturaleza y razón humana ha de ser en todo maestra y soberana absoluta y, sentado esto, descuidan los deberes para con Dios… Niegan, en efecto, toda divina revelación; no admiten dogma religioso ni verdad alguna que la razón humana no pueda comprender, ni maestro a quien precisamente deba creerse por la autoridad de su oficio”.

En la sociedad actual en que vivimos, ya nadie quiere Dios ni maestro. Esto explica todas las transformaciones que han ocurrido y la enseñanza que se imparte ahora en todas las naciones. La enseñanza ya no es magisterial -es decir, impartida por alguien que enseña- sino que todo son coloquios y diálogos, porque ya no se soporta la idea de que alguien imponga una verdad.

Hay que comprender bien qué es el naturalismo. Es una palabra que encontramos a menudo en la pluma de los Papas, en sus encíclicas y en todos los documentos pontificios. Los Papas hablan constantemente de él. Por eso hay que comprender bien el sentido que le dan, es decir, el error opuesto a la doctrina de la Iglesia sobre la naturaleza desequilibrada y desordenada, por las consecuencias del pecado original, aun después de que haya sido perdonado. Todos nos damos cuenta de esto; sentimos una atracción a deseos que no son normales y que tenemos que reprimir con las virtudes de templanza, fortaleza, justicia y prudencia.

Si estuviésemos de acuerdo con los masones, que creen que para el hombre es algo bueno satisfacer todos sus instintos diciendo que son buenos, ¿en dónde terminaríamos? Podemos imaginar los resultados: el desorden, la droga, la corrupción, la ruina y el suicidio. En último término, esa teoría termina conduciendo al suicidio y aun al aniquilamiento físico; hemos llegado a tal punto que no deja de crecer el número de jóvenes que se suicidan.

+ Monseñor Marcel Lefebvre

Fuente: Soy yo el acusado, quien tendría que juzgaros