El Nuevo Rito condenado por la Tradición de la Iglesia
Monseñor Lefebvre proporciona en este escrito la razón teológica por la que la FSSPX se ha opuesto constantemente al Novus Ordo Missae, fruto del Concilio Vaticano II. En la colección de declaraciones hechas por nuestro fundador, Monseñor Marcel Lefebvre, titulada La Misa de Siempre, encontramos una síntesis muy esclarecedora. Asimismo, en su libro Carta Abierta a los Católicos Perplejos, publicado en 1985.
Extractos de La Misa de Siempre
1. El juicio de los cardenales Ottaviani y Bacci
No juzgamos las intenciones, sino los hechos (y las consecuencias de estos hechos, viendo la semejanza de estos a lo sucedido en los siglos anteriores en donde se introdujeron esas reformas) nos obligan a reconocer con los cardenales Ottaviani y Bacci [1] (Breve examen crítico de la nueva misa, entregado al Santo Padre el 3 de septiembre de 1969) que el "nuevo ordo se aleja de un modo impresionante, tanto en su conjunto como en su detalle, de la teología católica de la santa misa definida para siempre por el Concilio de Trento" [2]
2. Un nuevo rito ya condenado por varios papas y concilios
La explicación de todo lo que se ha resaltado indebidamente y todo lo que se ha disminuido se halla en un concepto más protestante que católico.
En contra de las enseñanzas del Concilio de Trento en su 22° sesión y en contra de la encíclica Mediator Dei de Pío XII, se ha exagerado el papel de los fieles en la participación de la Misa, y se ha disminuido el papel del sacerdote, convertido ahora en simple presidente.
Se ha exagerado el lugar de la liturgia de la Palabra, mientras que se ha disminuido el lugar dado al sacrificio propiciatorio. Se ha exaltado y secularizado la comida comunitaria, a expensas del resto y de la fe en la presencia que efectúa la transubstanciación.
Al suprimir la lengua sagrada, se han multiplicado hasta lo infinito los ritos, profanándolos al introducir elementos mundanos y paganos, y se han difundido falsas ilusiones en detrimento de la verdadera fe y piedad de los fieles.
Y sin embargo, los Concilios de Florencia [3] y Trento [4] pronunciaron anatemas contra todos esos cambios, al mismo tiempo que afirmaron que el Canon de nuestra misa se remonta hasta los tiempos apostólicos.
Los Papas San Pío V y Clemente VIII insistieron en la necesidad de evitar los cambios y transformaciones, manteniendo perpetuamente este rito romano consagrado por la Tradición.
La desacralización de la misa y su secularización acarrean la secularización del sacerdocio al modo protestante [5].
¿Cómo reconciliar esta reforma de la Misa con los cánones del Concilio de Trento y las condenas de la Bula Auctorem Fidei de Pío VI? [6]
3. "Es la Tradición quien los condena, no yo"
No soy yo quien me erijo en juez; yo no soy nada. Sólo soy el eco del Magisterio, que es claro y evidente y que está en todos los libros, en las encíclicas de los Papas, en los documentos de los concilios; en pocas palabras, en todos los libros teológicos anteriores al Concilio. Lo que se dice ahora no es conforme a todo este Magisterio que se ha profesado durante dos mil años.Por lo tanto, ¡es la Tradición y el Magisterio de la Iglesia quien los condena, no yo!"