El Papa Francisco se reúne con el líder de los coptos ortodoxos

Fuente: FSSPX Actualidad

El Papa Francisco saluda al Papa Tawadros II, cabeza de la Iglesia copta ortodoxa de Egipto.

Durante una visita a Egipto, el Papa Francisco y el Papa Tawadros II se reunieron para firmar una Declaración y conmemorar a los 29 coptos que fueron asesinados por terroristas del EI el pasado mes de diciembre.

El 28 de abril, el Papa Francisco se reunió con el líder de la Iglesia ortodoxa copta, el Papa Tawadros II, en Egipto. Junto con varios líderes cristianos no católicos, incluido el Patriarca de los ortodoxos orientales, Bartolomeo, el Papa Francisco participó en un servicio de oración ecuménica en la iglesia de San Pedro y San Pablo en El Cairo, donde 29 personas murieron y otras 31 resultaron heridas a causa de una bomba colocada por el Estado Islámico durante la liturgia del domingo 11 de diciembre del 2016. En la reunión también se firmó una Declaración Conjunta entre Francisco y Tawadros que, entre otras cosas, incluye un compromiso sincero de no rebautizar a aquellos que se conviertan de una fe a la otra.

Más de un milenio de separación



La Iglesia ortodoxa copta es una iglesia ortodoxa oriental que, al igual que las demás iglesias ortodoxas orientales como la de Armenia y Etiopía, no aceptan el Concilio de Calcedonia del 451. (Los ortodoxos orientales son distintos a las iglesias ortodoxas bizantinas, como la de Constantinopla y la de Moscú, las cuales, al igual que la Iglesia Católica, aceptan el Concilio de Calcedonia y los tres subsecuentes concilios ecuménicos.) Una infinidad de factores complejos, como las diferencias lingüísticas, filosóficas y políticas contribuyeron al rechazo de Calcedonia. La aparición del islamismo en los siglos posteriores y el colapso de la autonomía política de muchos de los grupos cristianos de la región, fue la causa de los largos períodos de distanciamiento entre católicos y ortodoxos orientales.

Se han llevado a cabo numerosos esfuerzos para restaurar la unidad entre Roma y los coptos ortodoxos. Por ejemplo, en el Concilio de Florencia en 1439, se dio un breve reencuentro con los coptos ortodoxos, aunque no se consumó en Egipto. Más tarde, en el siglo XVII, un grupo de misioneros católicos latinos comenzó a intensificar los vínculos con los coptos, conduciendo eventualmente a la formación de la Iglesia católica copta a mediados del siglo XVIII bajo el Papa Benedicto XIV. Durante este período también se establecieron vínculos amistosos entre los coptos ortodoxos y la Iglesia católica greco-melquita, esto se debió en gran parte a la amenaza que el islam representaba para ambas y a las dificultades que el clero melquita tenía para atender a sus feligreses en Egipto.

A pesar de los avances llevados a cabo para resolver las diferencias, como la declaración conjunta cristólogica de 1988 entre católicos y coptos ortodoxos, misma que tenía como objetivo superar los desacuerdos respecto a Calcedonia, los coptos ortodoxos siguen rechazando la interpretación católica del oficio petrino. Propiamente hablando, no se puede decir que los católicos y los coptos ortodoxos profesan la misma fe, a pesar de que los últimos conservan una jerarquía y Eucarístia válidas.

Repercusiones del bombardeo efectuado por el EI en diciembre del 2016 a una iglesia copta ortodoxa en Egipto.

La cuestión de los mártires coptos



La falta de comunión entre católicos y coptos ortodoxos ha llevado a algunos a cuestionar el hecho de que el Papa Francisco se refiera a los coptos ortodoxos que han muerto a manos de los musulmanes como "mártires" en el sentido exacto de la palabra. En su discurso dirigido a Tawadros, el Papa Francisco declaró lo siguiente:

¡Cuántos mártires en esta tierra, desde los primeros siglos del cristianismo, han vivido su fe heroicamente hasta el final, derramando su sangre en vez de negar al Señor o ceder a las incitaciones del mal, o simplemente a la tentación de pagar mal con mal!

Aunque no cabe duda de que los coptos ortodoxos son atacados por los musulmanes precisamente por los mismos puntos de doctrina que comparten con los católicos, incluyendo la Divinidad de Jesucristo, la Santísima Trinidad y la veneración a Nuestra Señora y a los santos, no debemos dejar que la lamentable situación en la que se encuentran oculte la realidad del cisma o el hecho de que los coptos separados se aferran a una eclesiología ortodoxa.

Referirse a los coptos ortodoxos que mueren a manos del islam como "mártires" es comprensible en el lenguaje común e impreciso, pero jamás debe interpretarse como que estas almas sufrientes son oficialmente glorificadas por la Iglesia Católica. Para que alguien sea considerado mártir propia y precisamente, debe ser testigo de la fe católica, y los coptos ortodoxos no lo son. (En este caso, la excepción a la regla son los niños de los cristianos coptos ortodoxos quienes, por virtud de estar bautizados dentro de la única Iglesia, son miembros de la Iglesia Católica hasta que lleguen a la edad en donde la rechacen conscientemente.)

Por último, el uso común del término "mártires" no debería usarse para justificar la ideología de los ecumenistas, quienes no creen necesario llevar a los coptos ortodoxos de regreso al seno de la Iglesia Católica. Desafortunadamente, las palabras del Papa Francisco dirigidas al Papa copto respecto al "progreso cada vez mayor de [su] viaje ecuménico, sostenido también... por un genuino ecumenismo de sangre" vuelven innecesario el que los coptos ortodoxos regresen a la comunión con Roma para poner fin al cisma y volver a ser parte de la "Una, Santa, Católica y Apostólica Iglesia" profesada en el Credo de Nicea.

¿Qué sigue después de esto?

 

Aunque es demasiado pronto para predecir la futura trayectoria de las relaciones entre católicos y coptos ortodoxos, la Declaración conjunta firmada por Francisco y Tawadros incluye algunas declaraciones alarmantes. Por ejemplo, la Declaración se refiere a los egipcios como "un pueblo bendecido por Dios" y considera que el islam es una de esas bendiciones (párrafo 1). Igualmente, empapada del espíritu del documento Dignitatis Humanae del Concilio Vaticano II, declara:

la libertad religiosa, incluyendo la libertad de conciencia, basada en la dignidad de la persona, es la piedra angular de todas las demás libertades. Es un derecho sagrado e inalienable (párrafo 8).

No se hace ninguna mención de los derechos de Cristo Rey sobre la sociedad, ni de que esta concepción moderna y liberal de los derechos no ha hecho nada por impedir que los musulmanes persigan violentamente a los cristianos egipcios hasta el día de hoy.