El tercer dolor de María

Fuente: Distrito de España y Portugal

El tercer dolor de María

Jesús perdido en el Templo

Para todos los días :

1 - Ofrecer de todo corazón un sacrificio o renunciar voluntariamente a algo.

2 - Oración preparatoria :

« STABAT MATER »

La Madre piadosa estaba junto a la cruz y lloraba mientras el Hijo pendía.

Cuya alma, triste y llorosa, traspasada y dolorosa, fiero cuchillo tenía.

¡Oh, cuán triste y cuán aflicta se vio la Madre bendita, de tantos tormentos llena!

Cuando triste contemplaba y dolorosa miraba del Hijo amado la pena.

Y ¿cuál hombre no llorara, si a la Madre contemplara de Cristo, en tanto dolor?

Y ¿quién no se entristeciera, Madre piadosa, si os viera sujeta a tanto rigor?

Por los pecados del mundo, vio a Jesús en tan profundo tormento la dulce Madre.

Vio morir al Hijo amado, que rindió desamparado el espíritu a su Padre.

¡Oh dulce fuente de amor!, hazme sentir tu dolor para que llore contigo.

Y que, por mi Cristo amado, mi corazón abrasado más viva en él que conmigo.

Y, porque a amarle me anime, en mi corazón imprime las llagas que tuvo en sí.

Y de tu Hijo, Señora, divide conmigo ahora las que padeció por mí.

Hazme contigo llorar y de veras lastimar de sus penas mientras vivo.

Porque acompañar deseo en la cruz, donde le veo, tu corazón compasivo.

¡Virgen de vírgenes santas!, llore ya con ansias tantas, que el llanto dulce me sea.

Porque su pasión y muerte tenga en mi alma, de suerte que siempre sus penas vea.

Haz que su cruz me enamore y que en ella viva y more de mi fe y amor indicio.

Porque me inflame y encienda, y contigo me defienda en el día del juicio.

Haz que me ampare la muerte de Cristo, cuando en tan fuerte trance vida y alma estén.

Porque, cuando quede en calma el cuerpo, vaya mi alma a su eterna gloria. Amén.

(Versión de Félix Lope de Vega y Carpio)

TERCER DÍA

Primera consideración : El tercer dolor de María, Jesús perdido en el Templo.

Para la contemplación del tercer dolor de María, el texto del Santo Evangelio nos ayudará mucho : « Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas (…) Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados". Jesús les respondió: "¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?". Ellos no entendieron lo que les decía (…) Su madre conservaba estas cosas en su corazón. »

Enseguida nos viene a la mente la angustia que tuvo que sufrir la Madre de Dios al buscar su Niño perdido. La perdida de un hijo es seguramente de lo más agoviador. Lo es   durante unos minutos ¿ qué sera durante un, dos y tres días ? Pero la pérdida no fué los más terrible. En verdad lo que hirió du una tercera espada el Corazón de María fue la posibilidad de que Jesucristo hubiera podido empezar ya su pasión dolorosa , y que ella no estaba a su lado para sufrir con él. La Virgen María esta dispuesta para todos los despojos salvo uno, el perderse su íntima colaboración a la obra de la redención padeciendo con su amado Hijo todos sus sufrimientos ¡ O grandeza y locura del amor ! Por eso y de manera que nos podría extrañar, la Madre de Dios usa de su autoridad preguntándole a Jesús : « Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados » . Meditemos un rato sobre esta palabra « angustiados » que María utiliza para designar el verdadero y profundo estado ; no solamente de su propio Corazón, sino también el de su esposo. El Evangelio se hace aquí fundamento doctrinal de la compasión de San José.

Segunda consideración : Repercusión en el corazón de San José.

En esta terrible prueba de la perdida del Niño Jesús, San José tuvo que soportar y ofrecer una triple tortura. La primera le vino de su amor para con Dios, y solo los santos saben lo que sufre el alma apartada de su Creador y Señor. La segunda le vino de su amor por su Esposa que contemplaba inconsolable e inquieta, aunque siempre calma y resignada como  lo es el dolor auténtico. La tercera le vino de él mismo. Fue como si Dios puso a prueba la fidelidad a su vocación. Él es custodio de Jesús y he aquí que parece que no cumple o que falta con su deber. ¡ A si pudiéramos entender algo de la pobre alma molida del perfecto San José !

Y como si todo eso no fuese suficiente, hay esta terrible respuesta del Niño Jesús a sus padres : « ¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre? » Claro que sabían María y José que Jesús tenía que ocuparse de los asuntos de su Padre. Tanto lo sabían que toda sus vidas apuntaban únicamente el cumplir con la voluntad de Dios. Hay varios autores espirituales que dicen que en realidad, no fue tanto el hecho de la pérdida en el Templo que no entendieron sus padres, sino más bien el porqué de la pregunta de Jesús a sus padres. El amor tiene unas leyes de purificación que nos convendrá meditar en este misterio para ofrecernos nosotros mismos, a todas las pruebas necesarias para la  descontaminación de nuestro corazón.

Tercera consideración : Nuestra compasión.

Rebotaremos con la última consideración para proponer un medio muy práctico para  compatir nosotros también al tercer dolor de María tal y como lo hizo San José. Sencillamente, acceptando que nos vengan encima pruebas que no entendemos. Si es verdad que al nivel del combate de la fe, hay que usar de su inteligencia y razón para no caer en las trampas de la crisis que vivimos ; al contrario y a la hora de sufrir, la inteligencia no suele ser  de grande ayuda. El querer entender el porqué del dolor es siempre ocasión para rechazarlo porque el sacrificio tendrá siempre de algo « antiracional ».

Lo mejor que tenemos que hacer es tal y como nos lo cuenta la conclusión del Evangelio de la pérdida en el Templo : «  Ellos no entendieron lo que les decía (…) Su madre conservaba estas cosas en su corazón. ». He aquí el gran secreto : el sufrimiento no se conserva en la memoria, ni en la inteligencia, sino en el corazón, es decir en nuestra facultad de amar. Y mejor que nuestro propio corazón será el Corazón de María el lugar más adecuado para conservar nuestros dolores. San José tiene la llave de este Corazón, asi que se la pediremos humildemente. Conservar sin murmurar todas nuestras angustias con María… alli sí que empieza la verdadera compasión.

ORACIÓN FINAL

1 Padrenuestro, 7 Avemarías y Glória.

Ruega por nosotros Virgen dolorosísima / Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Petición…

Oremos. O Dios que quisiste que en tu pasión, según la profecía de Simeón, el alma dulcísima de la gloriosa Virgen y Madre María fuese traspasada por una espada, concédenos la gracia, que celebrando con veneración su transfixión y pasión, podamos, por la intercesión de los gloriosos méritos de todos los Santos que rodean fielmente la Cruz, obtener el feliz efecto de tu pasión. Por Jesucristo Señor Nuestro. Amén.

Dulce Corazón inmaculado y doloroso de María / Sed la salvación mía.

San José, primer servidor y consolador del Corazón inmaculado y doloroso de María / Ruega por nosostros.

San Juan, primer sacerdote y apóstol del Corazón inmaculado y doloroso de María / Ruega por nosostros.