El tesoro del Bautismo
El pequeño niño recién nacido viene regresando de su bautizo, duerme tranquilamente en su cuna. Lleva silenciosamente su tesoro. ¿Qué tesoro? En las profundidades de esta pequeña alma, como en el templo de Jerusalén, está el Santo.
Está la gracia de Dios, la gracia santificante, principio de una vida nueva y superior que no es connatural a ninguna creatura y de la cual el único punto de comparación es la vida misma de Dios.
Este pequeño es verdaderamente una nueva criaturita. Exteriormente, tiene los rasgos de todos los niños, aún de los no bautizados, pero ante los ojos de los ángeles no lo es porque ahora tiene los rasgos del Niño de Belén, es el hijo de Dios y lleva en él los tesoros y riquezas sobrenaturales que alegran los ojos de los ángeles.