Epifanía del Señor - textos litúrgicos

Fuente: Distrito de México

La palabra "Epifanía" significa "manifestación". La Santa Madre Iglesia, en esta Misa, conmemora una triple manifestación de Nuestro Señor Jesucristo: ante los Magos, esto es, ante los gentiles; en su Bautismo, cuando una voz desde los cielos declaró: "Éste es mi hijo muy amado"; y en el milagro de convertir el agua en vino, en las Bodas de Caná.

MISA

En Roma, la Estación se celebra en San Pedro del Vaticano, junto a la tumba del Príncipe de los Apóstoles, a quien fueron dadas en Cristo y en herencia, todas las naciones de la tierra.

Iglesia comienza los cantos de la Misa solemne proclamando la llegada del gran Rey esperado por la tierra, y sobre cuyo nacimiento vinieron los Magos a Jerusalén a consultar los oráculos de los Profetas.

INTROITO

Aquí viene el Señor Dominador: y en su mano están el reino y la potestad, y el imperio. Salmo: Oh Dios, da tu juicio al Rey: y tu justicia al Hijo del Rey. — J. Gloria al Padre.

Después del cántico angélico, la Santa Iglesia, animada por el resplandor de la estrella que conduce a la Gentilidad a la cuna del Divino Rey, pide en la Colecta, la gracia de contemplar aquella luz viviente, a la que dispone la fe, y cuyos destellos nos han de iluminar eternamente.

ORACIÓN

Oh Dios, que por medio de una estrella, revelaste en este día tu Unigénito a las gentes: haz propicio que, los que ya te hemos conocido por la fe, seamos elevados hasta la contemplación de la imagen de tu alteza. Por el mismo Señor.

EPÍSTOLA

Lección del Profeta Isaías. (LX, 1-6.)

Levántate, ilumínate, Jerusalén: porque ha llegado tu luz, y la gloria del Señor ha nacido sobre ti. Porque he aquí que las tinieblas cubrirán la tierra, y la oscuridad los pueblos: mas, sobre ti nacerá el Señor, y su gloria será vista en ti. Y caminarán las gentes en tu luz, y los reyes al resplandor de tu astro. Alza tus ojos en torno, y mira: todos estos se han reunido, han venido a ti: tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas surgirán de todas partes. Entonces verás y brillarás y se admirará y se dilatará tu corazón, cuando se hubiere vuelto a ti la multitud del mar y hubiere acudido a ti la fortaleza de las gentes. Te cubrirá una inundación de camellos y dromedarios de Madián y Efa: vendrán todos los de Sabá, trayendo oro e incienso, y tributando alabanza al Señor.

¡Oh inefable gloria de este gran día, en el cual comienzan su marcha las naciones hacia la verdadera Jerusalén, hacia la Iglesia! ¡Oh misericordia del Padre celestial que ha tenido a bien acordarse de todos esos pueblos sepultados en las sombras de la muerte y del pecado! He ahí que ha surgido la gloria del Señor sobre la ciudad santa, y los Reyes se ponen en camino para contemplarla. La angostura de Jerusalén no es capaz ya de albergar las oleadas de naciones; pero otra santa ciudad se ha levantado; y hacia ella se va a dirigir esa inundación de pueblos gentiles de Madián y de Efa. ¡Oh Roma, ensancha tu seno, con maternal alegría! Tus armas te habían conquistado esclavos; hoy son hijos los que llegan en tropel a tus puertas; levanta la vista y mira: todo es tuyo; toda la humanidad va a renacer en tu seno. Abre tus brazos de madre; acógenos a todos los que venimos del Aquilón y del Mediodía, llevando el incienso y el oro a Aquel que es Rey tuyo y nuestro.

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