¿Es Cristo tu Rey? - SMS 490

Fuente: Distrito de México

En este artículo, el R. P. Pablo González, prior de la Ciudad de México, nos explica por qué Nuestro Señor Jesucristo es rey del mundo y rey de la humanidad.

Queridos hermanos: 

Se acerca el momento en que marcharemos una vez más por las calles de México proclamando la realeza de Nuestro Señor Jesucristo. Y este año, gracias a Dios, podremos celebrar la Vigilia solemne con nuestro nuevo altar ya terminado, un altar más digno y adecuado para el Rey de Reyes. Bien, vamos a celebrar la fiesta de Cristo Rey y a hacer una peregrinación en su honor, pero ¿sabemos qué es un rey? Hoy en día, en que vivimos en democracia, no es tan fácil responder a esta pregunta, porque hemos perdido la conexión con nuestro pasado y ya no sabemos qué es un rey. Sólo hemos escuchado esa palabra en algún cuento o lo hemos visto en una película. Para que alguien sea llamado rey, se exigen 4 cosas, y si falta al menos una, ya no se podrá llamar rey a esa persona.

Estas cuatro cosas son: 

1. Unidad. Claro, porque si en un reino hay diversos señores y el dominio no pertenece a uno solo, no habrá allí rey. Pero Cristo sí tiene esta unidad requerida, pues es Hijo único del Padre, quien es Dios, dueño y Señor de todo el universo. Dios Padre ejerce un dominio total sobre toda la creación. Y, ¿qué dice Cristo de su relación con su Padre? “Yo y el Padre somos uno”. Por lo tanto, si el Padre es el dueño y Señor de todo y todo lo domina, incluyendo a los hombres, creaturas suyas, Cristo Señor nuestro también lo domina todo, sin ninguna limitación. Él es el único Señor, no hay otro.

2. Potestad plena. El que gobierna sin plenitud de poder, según las leyes impuestas, no se llama rey, sino cónsul o dignatario. Mas al venir Cristo, la ley fue completada por Él. Así, vemos que Cristo tiene poder sobre la Ley : “Se dijo a los antiguos, no matarás, pero yo os digo...” Isaías dice: “El Señor nuestro Juez, nuestro Legislador, Él mismo vendrá y nos salvará”. El Padre dio todo el poder de juzgar a su Hijo, quien es nuestro Legislador. Y el mismo Cristo dice: “Me ha sido dado todo poder en los cielos y en la tierra”. Tiene, por lo tanto, Nuestro Señor esta plenitud de poder, propia de los reyes.

3. Jurisdicción amplia. El padre de familia tiene el poder pleno en su casa, pero no por eso es llamado rey. El que tiene dominio sobre muchas tierras y ciudades, ese es el que será llamado rey. Y entonces Cristo puede ser llamado Rey con mucha mayor razón, porque no sólo tiene dominio sobre muchas tierras y muchas ciudades, sino que lo tiene sobre toda la creación. Toda creatura le está sometida, todo hombre le debe obediencia y sumisión. Y convenía que viniese Aquél que tenía esta potestad plena, pues antiguamente sólo los judíos tenían la Ley y eran el pueblo elegido de Dios. Pero como todos los hombres debían ser conducidos a la salvación, fue preciso que viniera el Rey de toda la creación.

4. Equidad al ejercer la justicia. Si no ejerce la justicia con equidad, el gobernante es un tirano, porque el tirano todo lo que existe en su reino, lo destina para su utilidad. El rey en cambio, ordena su reino al bien común. Pero este Rey nuestro viene no para buscar su utilidad propia, sino la nuestra, porque “No viene el Hijo del Hombre a ser servido, sino a servir”. Y vino a servir porque vino a entregar su vida para la redención de muchos, y para llevar a los redimidos a la vida eterna.

Entonces, Nuestro Señor es Rey de toda la creación, pero especialmente nuestro (del hombre) por 4 razones: 

1. Por la semejanza de su imagen en nuestra alma. Los que portan las insignias, los signos de su realeza, se dice que pertenecen de una manera especial al rey. Si bien toda criatura es de Dios, sin embargo, de manera especial se dice criatura de Dios a aquella que lleva impresa su imagen, es decir el hombre. Así lo asegura el Génesis: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”. ¿Y en qué consiste esta semejanza? No es ciertamente una semejanza según la naturaleza corporal, sino según la luz inteligible de nuestra alma. El hombre, pues, tiene un sello de esta luz de Dios y lleva impresa en su alma la imagen de Dios. Pero sucedió que esta imagen se empañó y se oscureció por el pecado. Por esto envió Dios a su Hijo, para restablecer esta imagen deformada y desvirtuada por el pecado. Debemos, pue,s renovar esta imagen, imitando a Jesucristo, imitando a nuestro Rey, pues Él tiene esa imagen perfecta.

2. Por su especial amor hacia nosotros. Dios ama todo cuanto existe y tiene ser, pero de manera especial ama a los hombres. Dios ama con preferencia a los hombres. Y por lo tanto, nosotros debemos poner todo nuestro amor en Él. Si un rey amase a un pobre, éste sería tenido por un hombre despreciable si no recompensase al rey con todo el amor que le fuese posible. El Señor dijo al hombre: “Mis delicias consisten en estar con los hijos de los hombres”.

3. Por su especial cuidado y preocupación sobre nosotros. No hay cosa por pequeña que sea que esté abstraída de la Divina Providencia. Y de manera especial, los hombres están sometidos a la Providencia divina, los cuales reciben gracias especiales para llegar a la vida eterna, un privilegio realmente fabuloso.

4. Por estar asociado a nosotros en su naturaleza humana. El Deuteronomio dice: “No podrás aceptar a algún rey de otra nación que no sea tu hermano”. En esta profecía acerca de Cristo, Dios disponía que no quería que Él fuese de otra nación, es decir, de otra naturaleza distinta a la nuestra, de manera que no fuese nuestro hermano. Por todo esto, vemos que el hombre tiene un privilegio sobre los ángeles. Cristo es Rey de los ángeles y es hombre y no ángel. Así, queridos hermanos, entendiendo todo esto, ¿estamos dispuestos a seguir a este Rey? ¿Estamos dispuestos a seguirlo en las buenas y en las malas? ¿Estamos dispuestos a sacrificarnos para servirlo, y teniendo así parte en sus sufrimientos, tener después parte con Él en su gloria? ¿Es Cristo nuestro Rey así como lo fue de los cristeros, quienes llegaron a dar la vida por Él?

Si así es, entonces no perdamos esta oportunidad de proclamarlo públicamente y vayamos a esta peregrinación en su honor. Es muy justo que lo hagamos, pero no sólo justo, sino que también muy necesario. Nuestro Señor ha sido destronado por la revolución y la impiedad, pero eso no hace que deje de ser nuestro Rey y que ya no tengamos el deber de honrarlo públicamente. Vayamos todos el próximo domingo a la peregrinación y expresemos nuestro deseo de que Nuestro Señor vuelva a reinar en la sociedad, que vuelva a reinar en México y en todo el mundo. Debemos gritarlo fuerte y sin miedo, para que los corazones de buena voluntad puedan liberarse de tantos errores que los ahogan.

¡Viva Cristo Rey! En nuestros corazones.

¡Viva Cristo Rey! En nuestras familias.

¡Viva Cristo Rey! En nuestra patria.                                       

(Tomado de un sermón de Santo Tomás de Aquino)

Con mi bendición, Padre Pablo González.


El Seamos Católicos es el boletín oficial del Priorato Nuestra Señora de Guadalupe de la Ciudad de México.

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