¿Es posible la conversión de los musulmanes? - Monseñor Lefebvre
Para aquellos que están acostumbrados al mantra de que el islam es una religión pacífica y virtuosa, este “juicio del islam” de Monseñor Lefebvre es un abreojos. Describe –por experiencia propia– no sólo las inmoralidades de esta falsa religión, sino también las dificultades de convertir a los musulmanes al catolicismo.
Durante su largo mandato en África, Monseñor Lefebvre adquirió un conocimiento profundo de las falsas religiones, de la brujería y en particular del islam.
El Vaticano y los obispos, con la práctica de un ecumenismo sin sentido, han estado multiplicando sus “reuniones de oración” junto con todas las religiones desde el Concilio Vaticano II, y en especial después de la reunión de Asís, en 1986.
Hoy, cuando escuchamos citar al islam, es constantemente y por todas partes –tanto por el lado civil y político, como por el religioso– oir hablar de él como un ejemplo, una fuente de enriquecimiento y un testimonio de particular interés.
El presente artículo ha sido tomado de la revista francesa Fideliter (septiembre-octubre, 1987, No. 59): "Monseñor Lefebvre: Mis cuarenta años de episcopado".
Un juicio del islam por Monseñor Marcel Lefebvre
San Pío V protegió a los católicos españoles contra el islam
En un tiempo en el que el islam está teniendo un avance galopante en África e incluso en Europa, resulta adecuado volvernos al Magisterio. Hay que leer las cartas que el Papa Pío V escribió al rey de España. El pontífice juzga al islam, una religión que él, vencedor de la Batalla de Lepanto (7 de octubre de 1571), conoce demasiado bien y de la que advierte el peligro que representa para el catolicismo.
El Papa le pide a Felipe II que intervenga con fuerza y valor en contra del islam, para prevenir que esparza en los ámbitos católicos la corrupción e inmoralidad que difunde. Todo el mundo sabía en aquel tiempo que los católicos de España habían sido seducidos por el Islam y habían apostatado. Eran tiempos muy difíciles.
Ahora nadie conoce la historia, nadie quiere aprender las lecciones que nos enseña, ya que nos hemos hecho a la idea de que todo ha cambiado, que todo está bien y que todos son buenos. Y aun así, citando únicamente los ejemplos de mujeres que se han casado con musulmanes, vemos que por obedecer al Corán, todos aquellos que han dejado a sus esposas han tomado a los hijos nacidos de esa pareja, con el pretexto de que la ley coránica dicta que los hijos de matrimonios mixtos deben ser musulmanes.
En una época en que se da la bienvenida a cualquier forma de permisividad, el islam mantiene sus costumbres, sus reglas, su Corán, si bien la manera de mantenerlos varía de alguna forma dependiendo de la región. De esta manera, los musulmanes del África negra no tienen los mismos hábitos que los de Marruecos u otros países del norte de África, donde se siguen teniendo harenes de mujeres.
Sin tocar el delicado tema de la mutilación ritual, es una verdadera esclavitud la que se mantiene sobre las mujeres. En Senegal y Malí, por ejemplo, las mujeres musulmanas de raza negra tienen toda libertad. No se les tiene encerradas; no hay harenes. Pero impera una inmoralidad terrible: divorcios constantes, intercambio de esposas y una abierta prostitución.
En Dakar había sectores donde se practicaba la misma forma de prostitución, y esencialmente era obra de los musulmanes. No había cristianos –gracias a Dios– ni paganos involucrados. Era un “comercio” manejado por musulmanes.
Los países africanos del este están afectados por la homosexualidad. A los viajantes, en sus paradas, se les ofrecen servicios sexuales de varoncitos musulmanes que intercambian esas prácticas inmorales por dinero.
El idioma árabe, una fortaleza para el Islam
Aun cuando lo hacen de buena fe, los obispos cometen un terrible error al jactarse frente a un islam puro y disciplinado. En otra ocasión hice una comparación del apego de los musulmanes hacia el idioma árabe, en una época en la que la Iglesia cedió a las presiones modernistas y abandonó el uso del latín, que es el cimiento de la liturgia y la universalidad cristiana.
Pero hay algo paralizador de mentes en esta tradición. En las escuelas del Corán se puede ver a los niños dirigidos por un joven maestro que les hace repetir los suras (versos) del Corán en árabe, una y otra vez durante todo el día, aunque no entiendan una sola palabra del idioma. Es el mito del árabe: todo aquel que es árabe es musulmán, todo aquel que es musulmán habla árabe. Es a la vez el idioma de la religión y una fortaleza para el Islam.
Y de nuestra parte hemos abandonado el idioma latín que nos unificó. Hay ahora una difusión de ritos y ya no podemos ir de una iglesia a otra porque la liturgia es diferente y ya no entendemos nada.
¿Es posible convertir a los musulmanes?
Así que bien, nos podemos preguntar si es posible convertir a los musulmanes. Otros antes que nosotros se han preguntado lo mismo. De mi parte pienso que a lo mucho podemos tener esperanzas de convertir a la élite intelectual, aquellos que se encuentran en nuestras universidades. Aquellos que adquieren diplomas que les permitirán practicar una profesión para ganarse la vida, casarse y formar una familia. Ellos estarán más abiertos a la conversión después de su contacto con Europa, si vuelve a ser cristiana.
Algunos políticos y líderes senegaleses, por ejemplo, se han convertido de esta manera. Pero esta perspectiva se desploma si los hijos siguen siendo dependientes de la familia, sobre todo las mujeres. Confinados por los mismos familiares, se exponen al peor de los maltratos o incluso al envenenamiento si se atreven a convertirse. Por ello, es muy difícil convertir a los niños musulmanes en nuestras escuelas, aunque haya muchos.
Como ya lo había mencionado, es por eso que no desearíamos irnos por encima de una proporción del 15% en el censo. Porque los musulmanes hubieran impuesto su voluntad en cuanto hubieran sentido que eran mayoría, fuertes e importantes. Cuando son pocos, se someten voluntariamente a la disciplina y al estudio. Besan la mano que no pueden cortar, como dice uno de sus proverbios.
Sin embargo, fuimos capaces de convertir a algunos animistas, a los niños, los pequeños, los débiles, los súbditos de los jefes. En cuanto a estos jefes, poderosos, importantes y grandes polígamos, rara vez se convirtieron al catolicismo, ya que debían abandonar a sus esposas. Y les resultaba muy difícil renunciar a esa arrogancia y totalitarismo practicado incluso por los jefes de aldeas pequeñas.
El islam avanza en las poblaciones no árabes porque al contrario de la moral católica, la religión musulmana los confirma en sus vicios.
Si te conviertes al islam, te volverás un jefe más grande, serás más rico, tendrás más esposas y harás tus esclavos a más súbditos que trabajarán para ti”.
Estos argumentos están siempre respaldados con adulaciones, obsequios, telas, fetiches…
Así es como progresa el Islam. Como ya mencioné: o África se convierte al islamismo con el incremento de la esclavitud, la inmoralidad y la poligamia, o se vuelve cristiana y encuentra el orden que es voluntad de Dios y conserva sus virtudes naturales de sencillez y hospitalidad.
Si las naciones occidentales, cuya responsabilidad era desarrollar a estas poblaciones, no hubieran abandonado su misión, y si la Iglesia misma no se hubiera desentendido, en lugar de presenciar el preocupante avance del islam, la mayoría de África sería católica hoy en día.