Este 21 de noviembre, hace 49 años…

Fuente: Distrito de México

El 21 de noviembre de 1974, Mons. Marcel Lefebvre publicaba en Écône su famosa declaración de fe, en respuesta a la crisis modernista que aflige a la Iglesia: "Nos adherimos de todo corazón y con toda nuestra alma a la Roma católica, guardiana de la fe católica y de las tradiciones necesarias para el mantenimiento de esa fe"...

Nos adherimos de todo corazón y con toda nuestra alma a la Roma católica, guardiana de la fe católica y de las tradiciones necesarias para el mantenimiento de esa fe; a la Roma eterna, maestra de sabiduría y de verdad.

Por el contrario, nos negamos y nos hemos negado siempre a seguir a la Roma de tendencia neomodernista y neoprotestante, que se manifestó claramente en el Concilio Vaticano II y, después del Concilio, en todas las reformas que de él surgieron...

El 18 de mayo de 1975, el fundador de la Fraternidad San Pío X daba el sentido exacto de esta declaración:

 

Nunca estuvo en mi intención ni tampoco en la de mis colaboradores el romper en modo alguno la unidad con la Iglesia Católica y con su jefe legítimo, el Papa Pablo VI. Renuevo, pues, solemnemente, mi apego al Sumo Pontífice y a la jerarquía católica de la cual, por gracia de Dios y de la autoridad de la sede apostólica, formo parte desde hace cerca de 30 años. Interpretar mi declaración del 21 de noviembre en un sentido cismático es cosa imposible y lo recordé al Abad de Nantes en mi carta del 19 de marzo de 1975, en la cual escribí: "Sepa que si hay un obispo que rompe con Roma, no seré yo". Mi declaración lo dice explícita y fuertemente. “Sin embargo, negar la influencia modernista y liberal que se ejerce en la Iglesia, especialmente desde Vaticano II, en sus reformas que pretenden ser inspiradas del Concilio, equivaldría a negar la evidencia que se hace cada día más apremiante y dolorosa en el corazón de los fieles. Respetamos con toda sinceridad los textos de este Concilio pastoral en la línea de toda la Tradición, como lo precisaba el Sumo Pontífice Juan XXIII, en su alocución que cerraba la misa de apertura el 11 de octubre de 1962. Por eso, reprobamos con vigor toda ambigüedad y toda interpretación abusiva de los textos de Vaticano II y, profesamos la autoridad de este Concilio en respeto de las diferentes notas teológicas, aplicables a todos los textos conciliares. Fe en la Iglesia, fe en el primado del Pontífice Romano, rechazo de todo lo que contribuye a la autodestrucción de la Iglesia, tal es la línea que seguimos en la prueba presente y a pesar de ella. Écône desea ser una fuente sacerdotal para contribuir a la edificación de la Iglesia católica, apostólica y romana. Écône no tiene otra pretensión".