Explicación de la Santa Misa - Parte 1

Fuente: Distrito de México

¿Conocemos realmente el tesoro que se encuentra escondido en cada Misa y el significado de cada una de las partes que la componen? ¿Estamos conscientes de la grandeza del sacrificio al que asistimos casi de manera rutinaria? En esta serie de artículos explicaremos de forma sencilla, con ayuda de Mons. Lefebvre, las cuestiones anteriormente mencionadas.

¿Qué es la Misa?

La Misa es un catecismo vivo. Lo que el catecismo nos enseña: el Credo, los mandamientos de la ley de Dios, los sacramentos, las virtudes cristianas, el Padrenuestro, y todo eso se realiza, punto por punto, de un modo admirable en cada Misa.

La primera parte de la Misa es la enseñanza. Expone las diferentes verdades del Credo. Nos lleva lenta pero seguramente a nuestra profesión de fe. Si el Credo es el canto del amor a Dios por nosotros, la segunda parte de la Misa es su realización. Como dijo Nuestro Señor, toda la Ley y los profetas están contenidos en estos dos mandamientos: amar a Dios y al prójimo. Ahora bien, todo esto que se produce desde el Ofertorio y la Consagración hasta el Padrenuestro, es la realización del amor de Dios por nosotros y del amor de Nuestro Señor Jesucristo a su Padre. Por consiguiente, los dos mandamientos esenciales que resumen el Decálogo, se realizan en esta parte de la Misa.

Primera Parte

Ante-Misa o Misa de los Catecúmenos



Para acceder al gran misterio de la Cruz de Nuestro Señor, es indispensable una preparación. Por esto, durante la primera parte de la Misa, la Iglesia une a la alabanza oraciones propias para suscitar la humildad y la contrición interiores, pues alimenta nuestra fe con textos que pone a nuestra meditación.

La primera parte de la Misa, llamada Misa de los Catecúmenos, está consagrada a la alabanza y la compunción, pero sobre todo a la enseñanza. Se resume en el Credo. Esta primera parte de la Misa tiene que aumentar nuestra fe en Nuestro Señor Jesucristo, y esta fe, a su vez, tiene que ser la fuente del celo de manifestar a Nuestro Señor en las almas.

La Señal de la Cruz



El Celebrante:

*In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti. Amen.

*En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

El signo de la Cruz, símbolo del sacrificio de Nuestro Señor, nos recuerda por qué medio fue restablecido el orden destruido por el pecado.

Creemos que hay en Dios tres personas: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Hemos sido bautizados en nombre de estas tres personas y las mencionamos constantemente al hacer la señal de la Cruz. Por lo tanto, es una creencia que ha entrado en nuestra vida y un principio fundamental de la vida cristiana.

La Cruz nos hace pensar en la Santísima Trinidad, pues es el Hijo el que está clavado en la Cruz por amor a su Padre y, por lo tanto, lleno del Espíritu Santo. Las tres personas de la Santísima Trinidad rodean la Cruz.

La Cruz es la expresión más profunda y más admirable de lo que ha hecho por nosotros Nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Todas las gracias vienen de la Cruz, del Calvario y del Corazón atravesado, de donde brotó agua y sangre. La sangre representa el sacrificio de la Misa y el agua representa el bautismo que borra los pecados. Por consiguiente, hemos adquirido la redención de nuestros pecados por medio del sacrificio de Nuestro Señor. Esto es algo que debemos tener siempre presente en el pensamiento.

Fuente: La Misa de siempre, Monseñor Marcel Lefebvre.