Fiesta de San Guillermo de Vercelli - 25 de junio

Fuente: Distrito de México

Hoy se ofrece a nuestros homenajes a San Guillermo, uno de los innumerables atletas en la penitencia que siguieron a Juan en el desierto; huyendo, como él, desde la niñez, de una sociedad en la que su alma presentía no habría de encontrar más que tropezones y peligros, consagrando su vida al triunfo completo de Cristo en sí mismos sobre la triple concupiscencia, dan testimonio del Señor por medio de sus obras, ocultas al mundo, pero que alegran a los ángeles y hacen temblar al infierno.

¡San Guillermo, ruega por nosotros!

VIDA

Guillermo de Vercelli nació en el norte de Italia en 1085, en el seno de una familia noble. Se conocen pocos detalles de su nacimiento e infancia, pero en su juventud se tornó en ejemplo de mortificación. Huérfano a los pocos años, realizó varias peregrinaciones y se retiró después, en 1108 al monte Solicoli, donde llevó una vida penitente durante un año. Habiendo sido descubierto por un milagro, huyó y fué a vivir a Campania, en el monte llamado Virgiliano en recuerdo de Virgilio y que recibirá más tarde el nombre de Montevérgine en honor de la Santísima Virgen. Pronto se le unieron varios discípulos y todos juntos comenzaron a vivir la vida monástica. Guillermo fundó muchos monasterios y fué consejero de Rogerio n, rey de Nápoles. Hay constancia documental de que a los quince años peregrinó a Santiago de Compostela. Lo que, según la tradición, realizó descalzo, cargado de cadenas y en ayunas.

Murió en 1142 en el Monasterio de San Salvador, y Pío VI, en 1785, extendió su culto a toda la Iglesia. Como no dejó escritas Constituciones, su tercer sucesor adoptó en 1157 la Regla benedictina. En 1879, como la orden estuviese a punto de desaparecer, fué unida a la Congregación Benedictina de Subíaco.

MISIÓN DE SAN GUILLERMO

Personalmente y por medio de sus discípulos, Guillermo tuvo como misión infundir en el reino de Sicilia, que se estaba fundando entonces, la santidad que todo pueblo cristiano reclama en su base. Lo mismo en el Mediodía como en el Norte de Europa, la raza normanda acababa de ser providencialmente llamada a promover el reino de Jesucristo. Era cuando Bizancio, incapaz de sostener sus últimas posesiones de Occidente contra la invasión sarracena, pretendía retener las Iglesias de estas comarcas en los lazos del cisma, en los que las había encadenado poco hacía, la intrigante ambición de Miguel Cerulario. La Media Luna se había visto obligada a retroceder ante los hijos de Tancredo de Hauteville; y la diplomacia griega fracasó a su vez ante la ruda simplicidad de estos hombres que aprendieron en seguida a no oponer a las argucias bizantinas otro argumento que el de su espada. El papado, vacilante al principio, comprendió pronto qué ayuda le podían prestar los recién llegados en las luchas feudales que se agitaban a su alrededor desde hacía dos siglos, y preparaban la larga lucha del Sacerdocio y del Imperio.

El Espíritu Santo era el que, como siempre, a partir de Pentecostés, regía ahora los acontecimientos para el mayor bien de la Iglesia. El inspiraba a los Normandos asegurar sus conquistas en la firmeza de la Piedra apostólica, reconociéndose vasallos de la Santa Sede. Pero al mismo tiempo, para recompensar la fidelidad de los comienzos, para hacerlos más dignos de la misión que habría aumentado su honor y fuerza, si hubiesen seguido comprendiéndola, ponía a su disposición hombres santos. Rogerio I vió a San Bruno rogar por su pueblo en las soledades de Calabria y salvarle milagrosamente a él mismo de los lazos tendidos por la traición; Rogerio II tuvo el ejemplo y las exhortaciones del fundador de Montevérgine para Volver a los caminos de la justicia, de los que se apartaba con frecuencia.

VENERACIÓN

La veneración de Guillermo de Vercelli se inició en los monasterios de su propia congregación, y se extendió gradualmente a la diócesis de Vercelli y a todo el reino de Nápoles. En 1785, el culto se generalizó en toda la Iglesia católica. Su festividad se celebra el 25 de junio.

En 1942, Pío XII proclamó a Guillermo de Vercelli patrono de Irpina.

REPRESENTACIÓN

Guillermo de Vercelli es representado frecuentemente con hábito blanco, portando un báculo en su mano derecha, y con un lobo a sus pies. Según una tradición, un lobo devoró su asno y él lo reprendió, convirtiéndolo. Con variantes, el mismo tipo de relato se reiteró años más tarde con el lobo de Gubbio en las Florecillas de san Francisco.