Francisco estudiará el diaconado femenino
Durante un encuentro con superioras de comunidades religiosas femeninas, el Papa aceptó crear una comisión al respecto del diaconado de las mujeres.
Este jueves, el papa Francisco se reunió con la Unión Internacional de Superioras Generales: casi novecientas religiosas que pudieron mantener un diálogo abierto con el Papa. Una de ellas le preguntó por qué la Iglesia excluye a las mujeres del diaconado y le propuso constituir una comisión oficial para estudiar esa posibilidad.
“¿Constituir una comisión oficial para estudiar la cuestión? Creo que sí”, respondió, “Sería un bien para la Iglesia aclarar este punto. Estoy de acuerdo. Hablaré para hacer algo por el estilo. Acepto la propuesta. Será útil para mí tener una comisión que lo aclare bien”.
El Papa explicó que él habló en su día con un “sabio profesor” sobre las funciones que llevaban a cabo en los primeros siglos de la Iglesia las mujeres a las que se les atribuye el diaconado, y llegó a la conclusión de que no se sabe con claridad. No precisó –pues se trata, en principio, de una decisión tomada espontáneamente- si esa comisión será puramente histórica, para esclarecer el significado antiguo del concepto, o también valorará la posibilidad de recuperar la palabra diaconado en alguna forma que permita acceder a él a las mujeres.
La gran confusión que está creando en los medios de comunicación esta iniciativa de Francisco se debe al doble sentido de la palabra diácono.
Según explica el padre Antonio Royo Marín, O.P., en su Teología Moral para Seglares, la palabra griega “diácono” (ministro) se utiliza en los Evangelios en un doble sentido:
- un sentido amplio, como servir la mesa (la suegra de Pedro: Lc 4, 39) o socorrer alguna necesidad (las obras de misericordia por la que todos, hombres y mujeres, seremos juzgados: Mt 25, 44);
- un sentido estricto de participación en el ministerio divino, aplicado a Cristo mismo (Ro 15, 8), a los apóstoles (Ef 3, 7) y a los obispos (I Ti 4, 6).
La teología “feminista” está intentando utilizar esta polisemia de la palabra para que la Iglesia dé pasos psicológicamente preparatorios a la ordenación de mujeres.
Pero Pío XII, en su constitución apostólica Sacramentum Ordinis, del 30 de noviembre de 1947, claramente incluye el diaconado en el ámbito sacramental, al establecer, invocando su “suprema autoridad apostólica”, la materia y la forma de la ordenación de diáconos.
Por lo tanto, más allá de la confusión que las palabras del Papa introducen ya entre los fieles; más allá de la confusión aún mayor que generará la comisión, si finalmente se constituye; y más allá del paroxismo de confusión que podría suponer la creación de un servicio en la Iglesia al que se diese tal nombre, la ordenación de mujeres como “diaconisas”, en sentido estricto, está, por disposición divina, tan absolutamente excluida como su ordenación para el presbiterado.