Francisco: «La salvación es gratis»

Fuente: Distrito de México

El Papa reiteró una de las ideas clave se su pontificado: «La salvación no se compra»

Durante la audiencia general de este miércoles 16 en la Plaza de San Pedro, Francisco utilizó una broma (la hipótesis de que alguien “demasiado astuto” cobre por atravesar la Puerta Santa de la basílica para ganar el jubileo) para reiterar una de las ideas más recurrentes en sus predicaciones: la gratuidad de la salvación.

“Atravesar la Puerta Santa es el signo de nuestra confianza en el Señor Jesús, que no vino a juzgar sino a salvar (cfr Jn 12, 47). (…) La salvación no se paga. La salvación no se compra. ¡La Puerta es Jesús, y Jesús es gratis! (…) Estad atentos: la salvación es gratis”, proclamó el pontífice.

“La salvación es gratis” fue el titular con el que abrieron todas las informaciones mediáticas sobre la catequesis de ayer.

Es doctrina católica, ciertamente, que todo acto meritorio para la salvación se debe a la gracia. Dice San Agustín: “¿Cuál es, pues, el mérito del hombre antes de la gracia? ¿Por cuáles méritos recibirá la gracia, si todo mérito bueno lo produce en nosotros la gracia y si cuando Dios corona nuestros méritos no corona sino sus dones?”. Y añade que los méritos que nos franquean la salvación “no los hemos alcanzado por nuestra suficiencia, sino que se han producido en nosotros por la gracia”.

La primacía de la gracia es, pues, absoluta. El mérito, sin embargo, existe: es la cooperación del hombre a la gracia. Sin esa cooperación, la salvación es imposible.

Al decir que la salvación “no se compra” (“atesorando méritos para el Paraíso”, como aconsejaba San Alfonso María de Ligorio), que la salvación “es gratis”, no necesariamente está diciendo el Papa que es posible la salvación sin el mérito, pues es verdad que el mérito es posterior a la gracia, que no nos es debida, y por tanto es gratuito en su origen.

Pero muchos oyentes interpretan sus palabras conforme a la idea, tan grata a los oídos modernos, de la salvación universal. También es precisa una catequesis para diluir ese error.