Hacia la mediación de la Santa Sede para lograr la paz entre las dos Coreas
Monseñor Hyginus Kim Hee-jong (a la derecha).
Ahora que Corea del Norte ha multiplicado sus provocaciones militares, el nuevo presidente de Corea del Sur, Moon-Jae-in, envió a un emisario especial a la Santa Sede para pedir al papa ejercer su influencia en el futuro proceso de reconciliación en la península.
En las últimas elecciones presidenciales de Corea del Sur, llevadas a cabo el 9 de mayo del 2017, el ganador fue un hombre que no oculta su apego al catolicismo: Moon Jae-in, cuya agenda incluye una política de diálogo y reconciliación con Pyongyang, al contrario de su predecesor Park Geun-hye, quien fue destituido el pasado mes de diciembre luego de un escándalo relacionado con la corrupción.
Menos de un mes después de su elección, Moon Jae-in envió al presidente de la Conferencia Episcopal de Corea, Monseñor Hyginus Kim Hee-jong, arzobispo de Gwangju, al Vaticano.
Durante una entrevista con la CNA, Monseñor Kim Hee-jong declaró haber sido "enviado con el Santo Padre para pedir su apoyo en el proceso de reconciliación entre Corea del Norte y Corea del Sur." Y añadió: "Espero que el Vaticano pueda actuar como mediador," haciendo mención del papel que la Santa Sede desempeñó en el restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
El enviado del presidente Moon Jae-in se reunió con el cardenal Pietro Parolin, secretario de estado del Vaticano, el 23 de mayo, y con el papa el 26 de mayo, al final de su Misa matutina en Domus Sanctae Marthae.
En la opinión del presidente de la Conferencia Episcopal de Corea, "el diálogo es el único camino. Pyongyang está tratando de demostrar su fuerza militar, pero tenemos que seguir entablando un diálogo. Si Corea del Norte se abre al diálogo, las tensiones en la península coreana disminuirán."
Durante toda su campaña electoral, el candidato Moon Jae-in no cesó de repetir que utilizaría todos los medios a su alcance para restablecer la paz en la península. En Corea del Sur, los cristianos - especialmente los católicos, quienes están altamente involucrados en la vida política de su país - han pasado los últimos años multiplicando sus iniciativas para la paz y la reconciliación.
Esta búsqueda de reconciliación explica el reciente relanzamiento del proceso de beatificación de varios mártires coreanos, algunos de los cuales murieron en los siglos XVIII y XIX, y otros en el siglo XX, incluido Monseñor Francis Hong Yong-ho, obispo de Pyongyang, quien fue martirizado por el régimen comunista norcoreano.
A inicios del mes de junio, el cardenal Andrew Yeom Soo-jung, arzobispo de Seúl, quien viajó al Vaticano para ratificar un acuerdo con la Secretaría para las Comunicaciones, explicó en qué puede servir el proceso de beatificación: "Aun en su lecho de dolor, los mártires oraron por sus perseguidores. Ese es el mensaje que le ofrecemos a la humanidad: amar a los enemigos como Cristo nos enseñó."
El cardenal añadió: "Los mártires no querían ser una barrera, sino un puente hacia el norte. Estoy convencido de que en Corea del Norte, sigue habiendo "cristianos escondidos" que conservan la fe. Esta beatificación será una señal de gran esperanza para todos. Tal vez no haya resultados a corto plazo, pero, con el paso del tiempo y la Providencia de Dios, será muy útil."
Sin duda, la intercesión de Nuestra Señora de Fátima y de los mártires coreanos en favor de la actividad diplomática de la Santa Sede se impondrá sobre el clamor de las armas y la división en la Tierra del Amanecer Tranquilo.
Fuentes: EDA / Vatican Insider / La Croix / FSSPX.News - 06/12/17)