La Iglesia ortodoxa rusa se opone a las leyes religiosas propuestas en Ucrania

Fuente: FSSPX Actualidad

El Monasterio de Domos Dorados de San Miguel en Kiev, capital de Ucrania.

Las tensiones religiosas continúan creciendo en el país desde que se dio a conocer una propuesta de ley apoyada por el partido del presidente Petro Poroshenko, y que la Iglesia ortodoxa rusa considera “discriminatoria.”

Las dos leyes propuestas, que aún no han sido aprobadas por la cámara legislativa de Ucrania, pretenden atacar el problema de la actual crisis religiosa del país, para gran pesar de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Actualmente, la comunidad ortodoxa oriental en Ucrania se encuentra fracturada en tres principales grupos:

  1. La Iglesia ortodoxa ucraniana (IOU), gobernada por el Patriarcado de Moscú de la Iglesia ortodoxa rusa;
  2. La Iglesia ortodoxa ucraniana del Patriarcado de Kiev (IOU-PK), que es la comunidad ortodoxa más grande del país y afirma su independencia canónica de Moscú;
  3. La Iglesia ortodoxa ucraniana autocéfala (IOUA), una comunidad más pequeña que también afirma su independencia de Moscú.

Además, Ucrania cuenta con una considerable población católica, incluyendo a la Iglesia católica greco-ucraniana (ICGU) que fue ilegalmente suprimida por la Iglesia ortodoxa rusa en 1946 bajo el amparo de las autoridades soviéticas.

Las leyes propuestas

Una de las dos leyes propuestas, la cual provocó la ira de la Iglesia ortodoxa rusa, es la Propuesta No. 4155, que pretende asignar un estatus especial a aquellas organizaciones religiosas que estén asentadas en un “estado agresor”. Actualmente, Rusia, que anexó a Crimea ilegalmente en 2014 y continúa apoyando militarmente a los disidentes del este de Ucrania, entraría en esta definición, así como la Iglesia Ortodoxa ucraniana. De acuerdo a la propuesta, las Iglesias de la IOU representarían una amenaza a los intereses nacionales, soberanía e integridad territorial de Ucrania. Para evitar cualquier supuesta interferencia de la Iglesia ortodoxa rusa, las autoridades ucranianas tendrían el derecho de designar a los párrocos y obispos.

Adicionalmente, se propuso una segunda ley, la Propuesta No. 4128, que regula la transferencia de propiedades de la iglesia en caso de que una comunidad en particular elija alinearse con alguna otra jurisdicción ortodoxa o fusionarse con la ICGU. Desde la caída de la Unión Soviética, algunas parroquias pertenecientes a la IOU, IOU-PK, y a la UAOC han pasado de mano en mano, causando a menudo disputas sobre si las propiedades de las parroquias pertenecen a las comunidades locales o a las organizaciones religiosas a las que estén afiliadas. Irónicamente, la Iglesia ortodoxa rusa se opone a la nueva reglamentación, a pesar de que tras el resurgimiento de la ICGU, apoyaron un procedimiento según el cual las comunidades locales que tenían propiedades que alguna vez pertenecieron a la ICGU podían votar para alinearse ya sea con católicos o con ortodoxos y mantener sus respectivas propiedades. Ahora, la Iglesia ortodoxa rusa busca exactamente lo opuesto, es decir, conservar las propiedades de iglesias locales, aun cuando la comunidad haya elegido unirse a la Iglesia católica o a alguna otra jurisdicción ortodoxa.

Interferencia de Roma

Como era de esperarse, la Iglesia ortodoxa rusa ha pedido a Roma su apoyo para resolver esta disputa jurídica a su favor. A través de distintos canales, la Iglesia ortodoxa rusa ha levantado su queja ante las propuestas de ley tachándolas de amenazas contra la libertad religiosa, sin mencionar en absoluto el hecho de que actualmente el estado ruso apoya a la Iglesia ortodoxa en su discriminación contra los credos no-ortodoxos que se encuentran en su territorio. Aunado a esto, la Iglesia ortodoxa rusa nunca se ha disculpado por su participación en la supresión de la ICGU en 1946, ni ha mostrado compasión alguna por la persecución de la Iglesia católica greco-rusa, que fue establecida durante el papado de San Pío X.

Desde el histórico encuentro entre el Papa Francisco y el Patriarca ortodoxo ruso Krill en La Habana, Cuba el año pasado, se han estrechado los lazos entre Roma y Moscú. Sin embargo, dichos lazos, como los establecidos con Rusia por los ecumenistas del Vaticano en tiempos del Concilio Vaticano II, han contribuido al detrimento de los derechos e intereses de la ICGU y de los católicos rusos. Sean o no aprobadas estas propuestas, la triste verdad que predomina es que Roma, en su interés por agradar a Moscú, parece dispuesta a olvidar a los fieles católicos de Ucrania, quienes mantuvieron la fe a través de décadas de inenarrable persecución.

Fuentes: La Croix/ cath.ch/Russia Today – FSSPX.News 5/24/17