La Iglesia triunfante, purgante y militante - SMS 491

Fuente: Distrito de México

En este artículo, el R. P. Gerald Fallarcuna, de la FSSPX, nos habla sobre la Comunión de los Santos y nos explica quiénes conforman la Iglesia triunfante, purgante y militante.

Estimados fieles:

La liturgia, en este mes de noviembre nos recuerda la unión de todo el Cuerpo Místico de Cristo.

En el primer día del mes, celebramos la fiesta de Todos los Santos (Iglesia Triunfante). Sí, Iglesia Triunfante, ya que sus miembros han triunfado y lograron su fin. Ellos escucharon la palabra de Cristo y la practicaron. Ellos murieron en la gracia y amistad con Dios. Algunos pasaron directo al cielo para ver a Dios cara a cara; pero algunos pasaron primero a la purificación del alma en el purgatorio. La Santa Iglesia desea que en la fiesta de todos los Santos tengamos en mente la perseverancia final; que tengamos frente a nosotros las vidas ejemplares de estos triunfadores, y pedir su intercesión para que algún día nos reunamos con ellos en la alegría del cielo, la Patria celestial.

Durante la celebración de esta fiesta debemos renovar nuestro deseo de ser santos, porque al cielo sólo los santos pueden entrar.

Un día la hermana de Sto. Tomás de Aquino preguntó a éste: “Tomás, ¿qué debo hacer para ser santa?” Sto. Tomás le respondió : “¡Hay que desearlo!” Su hermana le hizo dos veces más la misma pregunta y el santo le respondió con la misma respuesta: “Hay que desearlo”. Si pensar en la muerte nos ayuda a no pecar contra Dios, el deseo de ser santo nos ayuda a practicar las virtudes y estar siempre en el estado de gracia.

El 2 de noviembre es el día de todos los fieles difuntos (Iglesia Purgante); significa, las almas del Purgatorio que se están purificando antes de ver la cara de Dios. Nos exhorta la Iglesia a pedir por todos los fieles difuntos; es decir, no solamente por los nuestros, sino también, por los difuntos olvidados.

La práctica de rogar por las almas del purgatorio, por la cual podemos mitigar las grandes penas que ellas están sufriendo, y hacerlas llegar más rápidamente a la eterna gloria, es muy agradable a Dios y beneficiosa para nosotros, pues todas ellas son sus esposas bienaventuradas, y estarán muy agradecidas de aquellos que las libraron de su prisión o al menos mitigaron sus tormentos. Ciertamente, cuando ellas entren en el cielo, no se olvidarán de quienes hayan rezado por ellas. Es una piadosa creencia que Dios permitirá que otros recen, a su vez, por quienes hayan rezado por las benditas ánimas. Esta costumbre está basada en la Sagrada Escritura, en el Segundo Libro de los Macabeos. Judas Macabeo, después de haber sepultado a los soldados caídos de la guerra, “…y habiendo recogido en una colecta que mandó hacer, doce mil dracmas de plata, las envió a Jerusalén, a fin de que se ofreciese un sacrificio por los pecados de estos difuntos… y porque consideraba que a los que habían muerto después de una vida piadosa, les estaba reservada una grande misericordia. Es, pues, un pensamiento santo y saludable el rogar por los difuntos, a fin de que sean libres de sus pecados.” (2 Mac12, 43 – 46).

Evidentemente, Judas no consideraba graves (mortales) los pecados de los caídos. Ya que los protestantes, desde el tiempo de Martín Lutero, habían rechazado la doctrina de rezar por los difuntos y la doctrina del Purgatorio, entonces, quitaron los Libros de los Macabeos de su Biblia. Claro que la palabra Purgatorio no se usaba antes, pero la gente ya tenía la costumbre de rezar por sus difuntos, como Judas Macabeo en el Antiguo Testamento; también el Nuevo Testamento habla de ese estado de purificación (1 Co 3, 13-15), o pagar la deuda: “…y te pongan en la cárcel…no saldrás de allí sin que hayas pagado…” (Mt 5, 25-26), y los primeros cristianos pedían oraciones, y hasta Santa Mónica, la madre de San Agustín, pidió a su hijo que pidiera por ella en las misas.

Curiosamente, vemos en los sepelios protestantes que rezan por sus difuntos, esto no tiene ningún sentido si no creen en el purgatorio (estado intermedio) o un lugar que no es cielo ni infierno donde está el alma del fallecido. Si creemos que el alma del difunto ya está en el cielo, entonces no hay necesidad de pedir por su descanso eterno ya que estar en el cielo es descansar el alma con Dios; y si creemos que el alma ya está condenada en el infierno, entonces, menos debemos pedir por el condenado ya que estar en el infierno es estar allí por toda la eternidad.

Nosotros pedimos por los difuntos porque si están en el purgatorio, con nuestras oraciones podemos acelerar su salida. Ellos no pueden ayudarse a sí mismos pero nosotros, los miembros de la Iglesia Militante, podemos, a través de las oraciones y sacrificios u obras de caridad. La mayoría de nosotros, visitamos la tumba de nuestros difuntos, rezamos el Sto. Rosario y nos quedamos varias horas allí; pero todavía hay personas que no hacen el gran esfuerzo para asistir a la Santa Misa en el día de difuntos, el Sacrificio de la Santa Misa ofrecido por su descanso eterno. Claro que el rezo del Santo Rosario es una práctica piadosa que ayuda al difunto; sin embargo, la Santa Misa es la oración más sublime que la Iglesia ofrece para las almas del purgatorio. El mismo Jesucristo es quien ofrece el Sacrificio, el mismo Jesucristo es la víctima que se ofrece al Padre Celestial. Ofrecer nuestras Comuniones para el descanso eterno de nuestros difuntos es la mejor manera de ayudarlos.

Nosotros, aún estamos luchando en esta vida contra los tres enemigos de nuestra salvación, a saber: el demonio, el mundo y la carne. Por eso, somos miembros de la Iglesia Militante, somos luchadores contra el mal. Nuestra perseverancia en la gracia de Dios nos puede salvar y alcanzar el cielo. La Iglesia Triunfante nos está mirando desde el cielo, rogando por nosotros para que logremos reunirnos con ella. La Iglesia Purgante desea que pidamos por ellos y, a su vez, ellos piden por nosotros.

Aunque las almas en purgatorio sufren, ellas desean ser purificados antes de presentarse y ver la cara de su Creador. Pero si viéramos cómo sufren las almas en el fuego del purgatorio, ciertamente preferiríamos hacer la expiación aquí en la tierra que sufrir un solo día en el purgatorio.

Para terminar, hay una historia en uno de los libros de San Alfonso de Ligorio: un Ángel se le apareció a un hombre que sufría de cáncer. El Ángel preguntó al enfermo si prefería sufrir un año más de cáncer antes de morir, o morir ya pero estar en el purgatorio durante tres días. El hombre optó por sufrir por sólo tres días en el purgatorio. El hombre sufre mucho y se queja a su Ángel diciendo: “Usted me ha dicho que estaré aquí sólo por tres días pero ya he durado tanto tiempo aquí”. El Ángel le contestó: “No, estás equivocado, mira que tu cuerpo está caliente todavía en tu lecho….”

Mis estimados, ayudemos a las almas a acelerar su salida del purgatorio con nuestras súplicas. Hagamos penitencia en este mundo, no solamente para evitar el infierno, sino para no pasar al purgatorio.

P. Gerald Fallarcuna Llamera


El Seamos Católicos es el boletín oficial del Priorato Nuestra Señora de Guadalupe de la Ciudad de México.

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