La lectura espiritual - SMS 525
En la vida que llevamos hoy en día, es difícil mantener una vida espiritual intensa y ferviente. Todo lo que nos rodea tiende a alejarnos de Dios, de su presencia, del temor filial que le debemos. ¿Cómo podemos paliar este desequilibrio? Con las sanas lecturas, las que llamamos lecturas espirituales.
En la vida que llevamos hoy en día, es difícil mantener una vida espiritual intensa y ferviente. Todo lo que nos rodea tiende a alejarnos de Dios, de su presencia, del temor filial que le debemos. Cuando nos toca salir a trabajar tenemos que cruzar decenas o centenas de publicidades que no hacen más que excitar nuestra concupiscencia. Las conversaciones que tenemos con los colegas de trabajo no nos ayudan, salvo raras excepciones, a unirnos a Dios; más bien al contrario. A la noche, al volver a casa se tiene la tentación de prender la televisión o el internet, y otra vez lo que se les ofrece son puros temas vacíos de Dios. El único día en que tendrán ocasión de recordar a Dios será el domingo. La única enseñanza sana que recibirán en la semana será la del sermón del padrecito. Unos 15 minutos de buen contenido que hay que comparar con decenas de horas de malos contenidos. De allí nace la tibieza espiritual, la falta de gusto para todo lo que tiene que ver con Dios, las tentaciones y todo lo que les sigue. ¿Cómo podemos paliar este desequilibrio? Con las sanas lecturas, las que llamamos lecturas espirituales.
Importancia
La lectura atenta y asidua de libros estimulantes y alentadores es una ayuda eficacísima para la oración y sirven para infundir en nuestra alma nobles ideales de santidad. Un buen libro es un excelente amigo con quien se puede hablar cuando se quiera. Nos ayudará a contrabalancear todos los malos contenidos que nuestra imaginación haya podido grabar, ya que nos pone delante los ejemplos de los santos, condena nuestra indiferencia, nos recuerda los juicios de Dios y la eternidad, disipa las ilusiones del mundo, responde a los falsos pretextos del amor propio, nos proporciona los medios para resistir nuestras pasiones desordenadas.
¿Qué libros leer?
No todos los libros espirituales tienen el mismo valor y eficacia santificadora. El primer lugar lo ocupa la Sagrada Escritura, o Biblia, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento. En los libros llamados sapienciales del Antiguo Testamento encontraremos consejos sublimes, en los Salmos, fórmulas insuperables de oración, en los libros proféticos e históricos, fecundas enseñanzas para el gobierno de nuestra vida. No todas las almas, sin embargo, están preparadas para abordar ciertos pasajes bíblicos de la antigua ley y por eso hay que contar con la aprobación del director espiritual antes de proceder a esa lectura. En cambio, todos encontrarán grandes riquezas para su alma en los Santos Evangelios y los otros libros del Nuevo Testamento.
Luego viene la lectura de la vida de los santos, que son ejemplos de hombres de carne y hueso que llevaron una vida santa en el mismo mundo que el nuestro. Los ejemplos vivos de sus virtudes heroicas excitan la admiración y estimulan el esfuerzo para alcanzar esas alturas. Estas lecturas convirtieron a innumerables almas dentro de las cuales podemos destacar a San Ignacio, el fundador de la Compañía de Jesús o Jesuitas, y autor de los ejercicios espirituales que llevan su nombre.
Luego vienen las obras ascético-místicas, de orientación práctica, escritas precisamente para fomentar la piedad de los fieles. Entre ellas podremos citar en especial: la Imitación de Cristo de Kempis, las obras de San Francisco de Sales, de San Alfonso de Ligorio, de Santa Teresa de Ávila, de San Juan de la Cruz, de Santa Teresita del Niño Jesús, de Don Marmion O.S.B., de Royo Marín O.P., etc.
Es importante, sin embargo, escoger en cada caso el libro más conveniente a las disposiciones y necesidades actuales. Un padre les podría ser de buen consejo en eso. No siempre lo mejor es lo más conveniente para un alma y hay libros que pueden prestarnos servicios incalculables en una determinada época de nuestra vida y no en otra.
¿Cómo leer?
Se recomienda leer una media hora diaria teniendo en cuenta que la lectura espiritual no es un estudio sino un ejercicio de piedad. Si vamos a ella es para nutrir nuestra oración. Lo importante no es pues leer mucho, sino asimilar convenientemente lo leído. Hay que volver a leer un pasaje que nos haya impresionado o hecho bien a fin de grabarlo profundamente en nuestro corazón. Sería una tentación pensar que esto es una pérdida de tiempo. Al contrario, como se pierde tiempo, es leyendo mucho y mal. Hay que luchar contra la inconstancia y volubilidad que nos empuja a cambiar de libro a cada rato sin acabar nunca lo que se empezó. No sería serio y provechoso. Por fin es importante que la lectura y la oración vayan juntos. Es muy útil pasar de la oración a la lectura espiritual y de ésta a la oración.
Conclusión
Aprovechemos este inicio de Cuaresma para tomar como propósito la lectura diaria de algún buen libro espiritual. No nos damos suficientemente cuenta del bien que puede producir la lectura espiritual en nuestra vida diaria. Es un medio de santificación casi imprescindible.
Con mi bendición,
R.P. Pierre Mouroux+
El Seamos Católicos es el boletín oficial del Priorato Nuestra Señora de Guadalupe de la Ciudad de México.