La nueva misa y la fe católica
Los seis ministros protestantes que ayudaron a diseñar la nueva misa.
La doctrina del Santo Sacrificio de la Misa pertenece al tesoro de verdad de la Iglesia. Y si hoy en día, en esta materia en particular, aparece una especie de ruptura con el pasado de la Iglesia, tal novedad debería alertar a cualquier conciencia católica, como en los tiempos de grandes herejías en los siglos pasados, y provocar una confrontación universal con la fe de la Iglesia inmutable.
La Iglesia de Cristo ha sido instituida para una doble misión: una misión de fe y una misión de evangelización de los hombres redimidos por la sangre del Salvador. Debe aportar a los hombres la fe y la gracia: la fe a través de su enseñanza, la gracia a través de los sacramentos que le confió Nuestro Señor Jesucristo.
Su misión de fe consiste en transmitir a los hombres la revelación, hecha al mundo por Dios, de las realidades espirituales y sobrenaturales, así como su conservación, a través del tiempo y de los siglos, sin alteraciones. La Iglesia católica es, ante todo, la fe inalterable; es como dice San Pablo, «la columna de la verdad», la cual –siempre fiel a sí misma e inflexible testigo de Dios– atraviesa el tiempo dentro de un mundo en perpetuos cambios y contradicciones.
A través de los siglos, la Iglesia católica enseña y defiende su fe, en nombre de un solo criterio: «lo que siempre se ha creído y enseñado». Todas las herejías, con las cuales la Iglesia se ha visto constantemente enfrentada, han sido siempre juzgadas y rechazadas en nombre de la no conformidad con este principio. El primer principio reflexivo de la jerarquía de la Iglesia, y especialmente de la Iglesia romana, ha sido mantener sin cambio la verdad recibida de los Apóstoles y del Señor.