La reforma litúrgica y la participación de los fieles en la Misa - Monseñor Lefebvre

Fuente: Distrito de México

He aquí unas palabras de Monseñor Marcel Lefebvre, fundador de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, sobre la falta de distinción entre el sacerdote y los fieles, introducida por la reforma litúrgica, que tiene como consecuencia, entre otras cosas, la pérdida de la fe en la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo en la hostia consagrada.

Únicamente los sacerdotes son los ministros del sacrificio. Ahora bien, este dogma queda disminuido por la falta de distinción entre el sacerdote y los fieles. Desde ahora, por ejemplo, el sacerdote y los fieles dicen juntos las oraciones del principio de la misa.

El “yo” del celebrante se ha reemplazado por el “nosotros”. Antes el sacerdote rezaba primero solo el Confiteor y luego lo rezaban los fieles. Había una clara distinción entre el sacerdote y los fieles. Ahora sólo hay un Confiteor en común. Sacerdote y fieles confiesan sus pecados en común y lo mismo sucede en un cierto número de oraciones.

Está escrito [en muchos lados] que los fieles “celebran”; se asocian a los actos de culto, leen la Epístola y hasta el Evangelio, distribuyen la comunión, y a veces dan el sermón, que se puede reemplazar con “un intercambio sobre la palabra de Dios en pequeños grupos” que se reúnen antes para “elaborar” la celebración del domingo. Y esto es sólo una etapa; desde hace varios años, los responsables de los organismos episcopales lanzan propuestas de este tipo: “No son los ministros los que celebran, sino la asamblea” o “La asamblea es el primer objeto de la liturgia”; lo que cuenta no es “el funcionamiento de los ritos sino la imagen que la asamblea hace de sí misma y las relaciones que se crean entre los que concelebran”.

¿Qué significa la participación activa de los fieles?

 

En su libro La Reforma Litúrgica, Mons. Bugnini escribe: “El camino abierto por el Concilio tiende a cambiar radicalmente la faz de las asambleas litúrgicas tradicionales, en las que, por costumbre más que secular, el servicio de la liturgia lo realizaba casi exclusivamente el clero, mientras el pueblo ‘asistía’ muy a menudo como extraño y mudo espectador”.1

La idea recurrente de Mons. Bugnini era la participación de los fieles… Todas las reformas actuales se han hecho para la participación activa de los fieles, como si antes no hubieran participado nunca activamente en el sacrificio. ¿Qué es esa participación activa? ¿Qué quiere decir “activa”? Para Mons. Bugnini, la participación activa es una participación sensible y no la de la mente y del corazón por la fe… Ahora bien, esa participación por la fe es la verdadera acción, la acción espiritual. No se trata de una acción puramente material. ¿Qué significa “participación activa” de los fieles? ¿Que los fieles van a leer las lecturas? Ahora, hasta las mujeres las leen, ya está autorizado…

La Comunión distribuida por cualquier persona

 

Los sacerdotes ya no hacen ni siquiera la genuflexión delante de la sagrada Eucaristía. Ya no tienen respeto por el Santísimo Sacramento. Cualquier persona distribuye las sagradas formas. No puede ser que se trate a nuestro Dios de ese modo. (…) La gente que trata a Nuestro Señor Jesucristo como lo trata en las ceremonias eucarísticas actuales es gente que no cree en la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. No puede haber otra conclusión.

No obstante, es el concilio de Trento que declara que Nuestro Señor está presente hasta en las ínfimas partículas de la sagrada Eucaristía. Por eso, ¡qué falta de respeto de parte de personas que pueden tener partículas de la Eucaristía en las manos y que vuelven a su lugar sin purificarlas!

Los fieles que creen verdaderamente en la presencia real de Nuestro Señor comprenden muy bien que deben ser los ministros los que den la sagrada Eucaristía y no quieren de ningún modo comulgar en la mano.

En la santa misa, las reformas introducidas hacen perder la fe en la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía. Para un católico, las reformas son tales que es difícil -e incluso imposible para los niños que no han conocido lo de antes, como nosotros que tenemos más edad y lo hemos conocido- creer en la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo. No puede ser que se trate al Santísimo Sacramento del modo como se le trata hoy, y al mismo tiempo creer que en la Eucaristía están verdaderamente presentes el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

Dada la manera como se distribuye la sagrada Eucaristía, el modo de acercarse a recibirla sin genuflexión ni señales de respeto, y el modo de comulgar y de volver al lugar después de haber comulgado, no es posible que todavía se crea en la presencia de Nuestro Señor Jesucristo en el Santísimo Sacramento.

Monseñor Marcel Lefebvre+

LA MISA DE SIEMPRE


ANNIBALE BUGNINI, La Reforma Litúrgica, BAC, pág. 35.