La Tradición - Palabras de Monseñor Lefebvre
He aquí unas palabras de Monseñor Marcel Lefebvre, fundador de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, sobre la Tradición.
“Se podía pensar que las reacciones provocadas por las reformas conciliares ya se habrían calmado; que los católicos ya habrían enterrado la religión en la que se habían educado; y que los más jóvenes, al no haberla conocido, ya se habrían acostumbrado a la nueva. Por lo menos eso era lo que esperaban los modernistas. Ellos no se sorprendían demasiado de las agitaciones que se provocaban. Al principio se sentían muy seguros de sí mismos. Después, menos. Las concesiones tan diversas y esenciales que se habían hecho al espíritu del mundo, no daban los resultados esperados. Nadie quería ser sacerdote del nuevo culto. Los fieles se iban alejando de la práctica religiosa. La Iglesia que pretendía ser la Iglesia de los pobres, en realidad se iba haciendo una Iglesia pobre, obligada a recurrir a la publicidad para conseguir el dinero necesario para el culto y a vender sus propiedades.
Que no nos engañe el uso del término tradicionalista, que algunos pretenden emplear en sentido peyorativo. En cierta manera es una redundancia, porque ¿cómo se puede ser un católico sin ser tradicionalista? La Iglesia es una tradición. Somos una tradición. También se habla de un integrismo. Si por esa expresión se entiende el respeto a la integridad del dogma, del catecismo, de la moral cristiana y del santo sacrificio de la Misa, claro que somos integristas. Pero no veo tampoco cómo un católico podría no ser integrista en este sentido.
Se dice también que mi obra desaparecerá conmigo porque no va a haber obispos que me sucedan. Yo estoy convencido de lo contrario. No tengo ninguna inquietud. Yo puedo morir mañana, pero Dios tiene todas las soluciones. Si mi obra es de Dios, Él sabrá conservarla y hacerla servir para bien de la Iglesia. Nuestro Señor nos ha prometido que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
Por eso me obstino. Y si se quiere conocer el motivo profundo de esa obstinación, es éste: en la hora de mi muerte, cuando Nuestro Señor me pregunte: ¿Qué has hecho de tu episcopado, y con tu gracia episcopal y sacerdotal?, no quiero oír de su boca estas terribles palabras: Has cooperado con los demás a destruir mi Iglesia”.
+ Monseñor Marcel Lefebvre
Fuente: Carta abierta a los católicos perplejos