Las buenas obras - SMS 477
En este Seamos Católicos encontrarán un artículo sobre las buenas obras, así como el calendario litúrgico del 17 de abril al 1 de mayo de 2016.
Estimados Fieles: En la epístola de este domingo, tercero después de pascua, la Iglesia nos exhorta a través de San Pablo, a desechar las malas obras y a practicar las buenas para edificación de los que nos rodean.
Es también lo que pedimos todos los días en la primera petición del Padre Nuestro: Santificado sea tu nombre. ¿Cómo ha de ser esta santificación entre los fieles? Pues no sólo pidiéndolo a Dios de palabra, sino procurándola dando ejemplo a los demás mediante una vida santa, llena de buenas obras. Así lo exigió Nuestro Señor de sus discípulos: “Brille vuestra luz ante los hombres, de modo que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt 5, 16).
Lo mismo dice San Pablo: “Os ruego que como extranjeros y peregrinos, os abstengáis de los deseos carnales, que combaten contra el alma; observando buena conducta entre los gentiles; para que así como murmuran de vosotros como de malhechores, considerándoos por vuestras buenas obras, glorifiquen a Dios en el día en que los visita”.
Pero lamentablemente, hay muchos que alabando con la boca el nombre de Dios, lo ultrajan y lo profanan con su conducta, siendo así motivo de que los demás difamen el Nombre de Dios y de la santa Religión católica.
Entonces, amadísimos hermanos, es una necesidad imperiosa, que demos ese buen ejemplo que Nuestro Señor nos pide, que nuestro amor a Dios se refleje en nuestras buenas obras.
San Gregorio dice que se enseña con autoridad, cuando se predica con el ejemplo, porque no se tiene confianza en aquel cuyos actos contradicen su lenguaje.
Es preciso, dice San Pablo a los Romanos, renunciar a las obras de tinieblas y revestirnos de las armas de la luz (Rm 13,12). Porque como dice a los Corintios, nos hallamos ante las miradas del mundo de los ángeles y de los hombres (I Co 4,9).
Entonces, más que palabras, necesitamos buenas obras. El buen ejemplo, es un sol resplandeciente que calienta, que fecundiza, que vivifica y es de admirable hermosura. Es un argumento que no se puede contradecir, dice San Juan Crisóstomo.
Los buenos ejemplos son la sal de la tierra y la luz del mundo. Son lo que este mundo necesita desesperadamente, porque si el mundo está como está, si la Iglesia está como está, es por falta de buenos ejemplos, es por falta de virtud.
¿Cuál es la voluntad de Dios? San Pablo lo dice: “Porque ésa es la voluntad de Dios, que haciendo bien hagáis enmudecer la ignorancia de los hombres imprudentes…”
Pero también habrá muchas críticas para los que llenen su vida de buenas obras. El apóstol San Juan lo dice claramente: “No os sorprenda, hermanos míos, que el mundo os aborrezca.”
Es que los malos tienen muchos motivos para criticar y condenar a las personas ejemplares. El primero es la diferencia de costumbres; porque si la semejanza es causa de amor, la diferencia es causa de odio. El segundo es la envidia, que es la tristeza por el bien ajeno. El tercero es el despecho que experimentan los mundanos, viendo que los cristianos se separan de ellos y huyen de su compañía. El cuarto es que no pueden sufrir las reprensiones de las personas virtuosas, que sólo con su vida condenan su mala conducta. El quinto es la oposición que existe entre los hijos del siglo y los santos; los primeros están llenos de amor propio; los segundos no obran sino a impulsos del amor divino.
Como ven, queridos hermanos, no es fácil el camino de las buenas obras, exige un esfuerzo grande y también mucho carácter para enfrentar ese aborrecimiento del mundo, ese aborrecimiento de las tinieblas que no soportan la luz.
Y por lo tanto es algo muy meritorio y es muy alabado en las Sagradas Escrituras. “Dichoso el varón que es hallado sin culpa, y que no anda tras el oro, y no pone su esperanza en el dinero y en los tesoros. ¿Quién es este y lo elogiaremos? Porque él ha obrado maravillas en su vida. Él fue probado por medio del oro y hallado perfecto, por lo que recibirá gloria eterna: pudo pecar, y no pecó; hacer el mal y no lo hizo; por eso sus bienes están asegurados en el Señor y celebrará sus limosnas toda la asamblea de los Santos.” (Ec 31, 8-11)
Sí, hacer el bien, es hacer maravillas, porque es mil veces más fácil hacer el mal. Es mil veces más fácil ser perezoso y no cumplir con su deber. Es mil veces más fácil no comprometerse a nada y dejar que los demás se preocupen. Es mil veces más fácil vivir según los principios del mundo, que vivir según las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.
Pero cuidado, podemos también caer en el error de querer hacer el bien, de querer hacer buenas obras que en realidad no serán buenas, porque no serán las que exige nuestro deber de estado. Supongamos un papá que diera todo lo que gana en limosnas y dejara a su familia en el abandono. Una limosna es una buena obra sin duda, pero en este caso no lo es porque ese papá ha dejado de cumplir con su deber de estado. O una mamá que se pasara todo el día rezando en la iglesia y no cuidara a sus hijos por estar rezando. Rezar es algo excelente, pero si se deja de cumplir el deber de estado por ello ya no lo es.
Hagamos entonces el bien y cumplamos la voluntad de Dios. Desafiemos a este mundo corrupto, con alegría, con energía, con gran fe. Y para ello revistámonos de Nuestro Señor Jesucristo, tengámoslo presente en todo lo que hacemos, seamos esa sal de la tierra y esa luz del mundo que Dios espera de nosotros. Y hagámoslo como dice San Pablo, mirémonos unos a otros para animarnos a la caridad y a las buenas obras. Si queremos recorrer solos este difícil camino, no lo lograremos.
La recompensa será enorme si realmente trabajamos por hacer el bien. Tan grande será, que todo lo que hallamos trabajado nos parecerá muy poca cosa para el premio tan grande que habremos recibido.
Que Dios nos dé la gracia de poder perseverar en el bien. Que la Santísima Virgen nos guíe por este camino, que no es fácil, pero que es muy hermoso. Pudo pecar y no pecó, pudo hacer el mal y no lo hizo. Que estas palabras sean el resumen de nuestra vida cuando Nuestro Señor se digne llamarnos a rendir cuentas y como justo Juez nos dé el premio o el castigo que merezcamos.
Con mi bendición, Padre Pablo González, Prior.
El Seamos Católicos es el boletín oficial del Priorato Nuestra Señora de Guadalupe de la Ciudad de México.