Los Cristeros en la Educación - SMS 482
En este Seamos Católicos encontrarán un artículo sobre los Cristeros en la Educación, así como el calendario litúrgico del 26 de junio al 10 de julio de 2016.
Queridos fieles:
En este domingo, 26 de junio 2016, el Instituto Venerable Padre Juan González, festejando su 15º aniversario, les invita a todos a su kermesse para honrar a los Cristeros, recordando la guerra que se inició hace 90 años. Participando en esta kermesse, podrán no solamente disfrutar del canto gregoriano y polifónico de los alumnos durante la Misa de las 11:00 hrs. en la capilla Nuestra Señora de Guadalupe; podrán no solamente comer platillos 100% mexicanos; podrán también asistir a una obra de teatro titulada La guerra cristera y escuchar poesías y discursos de jefes cristeros.
¿Por qué recordar este aniversario? ¿Por qué enseñar a sus hijos lo que fueron en verdad los Cristeros? Sin duda, la guerra cristera es un bello y cercano ejemplo que ilustra con gran sencillez y mucho fuego la Fe católica que la Iglesia siempre ha querido transmitir a la juventud. La guerra cristera, bien conocida, empuja a conocer más a Nuestro Señor, a amarlo con todo el corazón, con todas las fuerzas y a servirle en verdad en esta vida, rechazando toda conciliación con el mundo, pues: Nadie puede servir a dos maestros.
La palabra Cristero enseña por sí misma, que se llama así al hombre que tiene a Cristo como principio y fin, buscando antes de todo el Reino de Cristo en su propia vida, en su familia, en su país. En el Cristero esta adhesión a Cristo Rey es total, prefiriendo perder la vida antes que traicionar a su Rey. Por eso, el Cristero renuncia a las vanidades del mundo como el cine; por eso, delante de la persecución suscitada por las leyes infames de Benito Juárez atacando a la Iglesia católica, el Cristero se levanta para defenderla.
Enseñar esta guerra cristera a la juventud, hoy en día, suscita muchas ventajas facilitando el fin de la educación: llegar al cielo presentando a Dios una Fe con muchas obras. Sus ventajas son numerosas: hace amar a Dios; da ganas de servir a Dios en verdad; recuerda que las vanidades son vanidades; muestra que el único honor en esta tierra es el honor de servir a Dios hasta dar la propia vida, si la pide; enseña que la vida en esta tierra no tiene ningún sentido si no se busca la gloria de Dios; muestra lo que es un hombre verdadero, una mujer verdadera, un niño heroico; empuja a la juventud a tener carácter, a tener ideales altos y no mediocres, a defender su Fe y su patria sin miedo: Aquel que posee a Dios, ¿qué puede temer?
Esta guerra cristera, parte integrante de la historia mexicana, nos ofrece grandes ejemplos de heroísmo y santidad, y nos enseña algo que el mundo usa solamente para satisfacer sus caprichos, sus pasiones y metas diabólicas, y que, por desgracia, muchos buenos católicos hoy ignoran o desprecian: el ánimo u osadía. La debilidad de los buenos hace la fuerza de los malos.
Empapémonos de esta osadía descrita maravillosamente por el abogado y mártir Anacleto González Flores, patrono de nuestros alumnos en el Taller varonil:
Grande osadía se necesita para ser un santo, grande osadía se necesita para conquistar un siglo, grande osadía se necesita para ganar un imperio. Y la Iglesia, nutrida al parecer con sangre de león y poseída de todas las osadías, derriba hombres, gana imperios, extiende ilimitadamente sus dominios, y hoy abre sus ojos hacia todas las fronteras, filosofías, cátedras, libros, parlamentos, arte, política, y no desespera de fundar el imperio más vasto que hayan visto los siglos.
La Iglesia vive y se nutre de osadías, todos sus planes arrancan de la osadía. Solamente nosotros nos hemos empequeñecido y nos hemos entregado al apocamiento. Pero a partir de este instante hemos tenido que caer en la deserción, porque en esa incansable acometida de cerca de veinte siglos que ha deshecho las conquistas de los más grandes capitanes, que ha ganado incontables batallas en los dominios del pensamiento, de la ciencia, del arte y de la acción, ¿qué tienen que hacer los pusilánimes, los cobardes y los apocados? Nada. Mejor dicho, sí tienen qué hacer: deben retirarse. Son un lastre y un fermento de miedo que contagia y siembra el pavor, más aún: la posición lógica del verdadero cristiano, es decir, del verdadero católico es la osadía.
Necesitamos poner ya desde hoy, en la raíz de nuestra vida, la osadía para empezar.
Pero hay que comenzar por matar nuestro poco apocamiento y por poner en su lugar todo el inmenso arranque de acometida de la osadía cristiana. No nos parecerán entonces ni altas ni sagradas ni inolvidables las murallas de todos los dominios a donde debemos llevar la púrpura victoriosa de Cristo y con un acto permanente de presencia en la mitad de las batallas del pensamiento, de la palabra, de la prensa, del libro, de la cátedra, de las escuelas, de la política, de la organización y de la totalidad de la vida. Llegaremos a ser reyes, no para nosotros, no para nuestra vanidad ni para nuestros planes personales, sino para que reine Cristo sobre las montañas y sobre los tejados.
Queridos fieles, no seamos mediocres ni cobardes. Cuando muere un niño recién bautizado, este niño está en el cielo, ve y posee a Dios, bendito sea Dios. Pero su gloria es mínima porque no pudo cumplir actos meritorios. Si a nosotros, Dios nos da más vida en esta tierra, es justamente para glorificarlo más y así lograr una mayor gloria en el cielo.
No seamos pusilánimes. Un verdadero católico es magnánimo, es decir, no se contenta con lo mínimo, quiere realizar obras grandes. Por eso, no debemos buscar solamente el cielo; lo debemos buscar con ganas de presentar a Dios una Fe con muchas obras.
Enseñar a sus hijos la guerra cristera es enseñarles verdaderos ejemplos a seguir e imitar buscando la gloria de Dios en su propia vida, en su familia, en su patria. Pidamos a la Virgen de Guadalupe y a todos los mártires de México que todos sus hijos, desde chiquitos, vivan con osadía, con altos ideales y magnanimidad este grito: ¡Viva Cristo Rey!
Su servidor, el Padre Donatien Lethu+
El Seamos Católicos es el boletín oficial del Priorato Nuestra Señora de Guadalupe de la Ciudad de México.