Los milagros de Lourdes: ¿verdad o engaño?

La gruta de Lourdes donde apareció la Virgen Inmaculada en 1858
Artículo del Padre Jean-Michel Gomis en el cual se recuerdan un poco los hechos de Lourdes y se ve cómo y según qué criterios se hizo y se sigue haciendo el discernimiento, garantía de la autenticidad de los milagros.
Se conoce a Lourdes sobre todo por ser “tierra de milagros”. En Francia y en el mundo entero, los milagros contribuyeron a hacer de esta pequeña aldea uno de los santuarios marianos más famosos del mundo.
El 25 de febrero de 1858, durante la novena aparición, siguiendo las indicaciones de la Santísima Virgen María, Bernardita cavó la tierra en el fondo de la gruta con sus dedos y descubrió allí una fuente de agua. Tres días después habría de tener lugar la primera curación, pronto seguida por otras. A lo largo de los meses y los años se van a ir multiplicando las curaciones de una manera extraordinaria: por ejemplo, en el año 1877, para la peregrinación del 15 de agosto, ¡se pudieron contar nada menos que 24 curaciones! Podemos imaginar el entusiasmo que suscitó en el pueblo cristiano el “fenómeno Lourdes”.
Pero este entusiasmo no podía ser general: en la prensa liberal, libre pensadora, eco de la masonería, se puso en duda la realidad de las apariciones y de las curaciones, denominándolas “fruto de mentes exaltadas”.Así que para no dejar lugar a la duda y siguiendo su prudencia secular, la Iglesia, desde el comienzo de las apariciones, practicó un discernimiento escrupuloso de los milagros.
Recordemos un poco los hechos y veamos cómo y según qué criterios se hizo y se sigue haciendo este discernimiento, garantía de la autenticidad de los milagros.