Lunes de Pasión - textos litúrgicos
La Iglesia nos ofrece hoy el relato de Jonás y los Ninivitas, a fin de que avivemos nuestro celo por el camino de la penitencia. Nínive, una ciudad entregada a la idolatría, una capital orgullosa y sensual había merecido la cólera del cielo. Dios se apresura a derribarla con su castigo: dentro de cuarenta días, Nínive sería arrasada con sus habitantes. Pero ¿qué sucedió? La amenaza del Señor no se cumplió y Nínive fue perdonada. Este pueblo infiel, conmovido por las exhortaciones de Jonás, se acordó del Dios que había olvidado; clamó al Señor, se humilló, ayunó; y "el Señor, Dios nuestro, tuvo compasión de su pueblo".
La Estación, en Roma, se celebra en la Iglesia de San Crisógono, el "titulus Chrysogoni", de 499, donde, muy pronto se veneró al mártir homónimo de Aquilea, víctima de la persecución de Diocleciano, en 303. Su nombre está escrito en el Canon de la Misa.
COLECTA
Suplicámoste, Señor, santifiques nuestros ayunos, y nos concedas benigno el perdón de todas nuestras culpas. Por el Señor.
EPÍSTOLA
Lección del Profeta Jonás.
En aquellos días habló el Señor por vez segunda al Profeta Jonás, diciendo: Levántate, y vete a la gran ciudad de Nínive: y predica en ella lo que yo te diga Y se levantó Jonás, y se fue a Nínive, según la orden del Señor. Y Nínive era una ciudad muy grande, como de tres días de camino. Y recorrió Jonás la ciudad durante un día: y clamó, y dijo: Aún quedan cuarenta días, (después) Nínive será destruida. Y creyeron en Dios los ninivitas: y pregonaron ayuno, y se vistieron de saco desde el mayor hasta el menor. Y llegó la nueva al rey de Nínive: y se levantó de su trono, y se despojó de sus ropas, y se vistió de saco, y se sentó en ceniza. Y se clamó, y se gritó en Nínive, por orden del rey y de sus príncipes, diciendo: Los hombres, y los animales, y los bueyes, y las bestias no gusten nada: ni sean apacentadas, ni beban agua. Y cúbranse de saco los hombres, y las bestias, y clamen al Señor con ahínco, y conviértase el hombre de su mal camino, y de la iniquidad que ha obrado con sus manos. ¿Quién sabe si se volverá a Dios, y nos perdonará, y se aplacará su ira, y no pereceremos? Y vio Dios sus obras, y que se habían convertido de su mal camino: y se compadeció de su pueblo el Señor, nuestro Dios.