"Lutero: 500 años después" en el Vaticano
El Comité Pontificio para las Ciencias Históricas organizó en el Vaticano, del 29 al 31 de marzo del 2017, un coloquio internacional sobre el tema: "Lutero: 500 años después. Una reinterpretación de la Reforma luterana en su contexto eclesiástico histórico."
El evento contó con la participación de investigadores católicos y protestantes, sobre lo cual el Padre Bernard Ardura, Presidente del Comité Pontificio declaró que "el objetivo es llegar a una reinterpretación de la Reforma luterana poniéndola de vuelta en su contexto histórico y elesiástico." "Durante décadas, Lutero fue considerado como la encarnación del diablo porque rompió la comunión [con Roma]." Lo que se busca con este coloquio no es afirmar que Lutero haya tenido la razón, sino tratar de comprender las razones que llevaron a la ruptura. "Inicialmente, Lutero tenía la intención de realizar una reforma desde el interior; no quería ocasionar un cisma," declaró el Padre Ardura. La rebelión de Lutero tuvo su origen en un viaje espiritual, pero también en un elemento psicológico que se manifestó con un poco de "soberbia", declaró para la agencia de noticias I.Media.
Por lo tanto, el coloquio tuvo como fin "estudiar las condiciones en las que tuvo lugar la ruptura luterana" analizando "las circunstancias políticas - especialmente los conflictos entre los príncipes alemanes y el emperador - o las condiciones económicas - como las consecuencias de la secularización de las tierras eclesiásticas." El informe de la Comisión Luterana Católico-Romana para la Unidad, titulado Del Conflicto a la Comunión (junio, 17, 2013), ya declaraba que "las investigaciones medievalistas han contribuido en gran manera a cambiar nuestra percepción del pasado en diversos modos." Sabemos que "las descripciones actuales de la Reforma toman en cuenta un gran número de factores políticos, económicos, sociales y culturales que no son teológicos."
El Papa Francisco aprueba el Coloquio
Los participantes del coloquio fueron recibidos en audiencia papal el 31 de marzo del 2017. El Papa Francisco aplaudió esta "loable iniciativa del Comité," e hizo hincapié en que "no hace mucho tiempo una reunión de este tipo hubiera sido inconcebible," y finalizó diciendo que estos son "los resultados de la obra del Espíritu Santo." También declaró lo siguiente: "Un análisis atento y minucioso, libre de prejuicios y polémicas, permite a las iglesias... discernir... todo lo que la Reforma tuvo de positivo y legítimo." Esto permite a los protestantes y católicos de hoy, continuó el Papa, "realizar una depuración de la memoria" para "poder contar esa historia de un modo distinto."
Puntos de vista encontrados
En esa ocasión, Nicolás Senèze citó en el diario francés La Croix un punto de vista contrario extraído de un artículo escrito por Monseñor Luigi Negri, arzobispo de Ferrara-Comacchio, que apareció en el diario italiano Studi cattolici 673 (marzo 2017):
No podemos ir en contra de las decisiones tomadas por el Concilio de Trento, y de la más importante tradición en historiografía - y no solamente la Tradición de la Iglesia - al afirmar que Lutero no fue un reformador. Lutero fue la fuente de todas las degradaciones modernas, incluyendo el racionalismo y el fideísmo, pero sobre todo de las principales ideologías totalitarias que han empobrecido la vida en occidente.
¿Fundó Lutero una nueva religión? ¿Modificó el concepto tradicional que la gente tenía respecto a las relaciones entre el hombre y Dios? Nuestra pronta y firme respuesta es: sí," escribió Monseñor León Cristiani (1879-1971) en su libro titulado Du luthéranisme au protestantisme (Del Luteranismo al Protestantismo). En su conclusión, muestra el estrecho vínculo que existe entre el "juicio privado" de Lutero y la multiplicación de las sectas protestantes:
Lutero estaba condenado a chocar contra esta Iglesia que se considera a sí misma como la depositaria infalible de la Verdad revelada. Por consiguiente, sobrepuso una doctrina sobre la Iglesia a su doctrina sobre la justificación. Ya no la reconocía como una autoridad docente, un Magisterio vivo o el apóstol inmortal de Cristo, sino más bien como una asamblea invisible de almas directamente iluminada por el Espíritu Santo.
Desafortunadamente, una Iglesia invisible no podía formar un cuerpo social. Lutero arpendió rápidamente, por cuenta propia, que la unidad religiosa no puede ser establecida alrededor de una doctrina abstracta, pues sería lo mismo que hacerlo alrededor de un libro muerto. Hubo otras mentes que se apresuraron a leer en la Biblia algo muy distinto a lo que había leído Lutero en ella. Por consiguiente, tuvieron lugar las divisiones doctrinales y las disputas internas entre los primeros luteranos. El juicio privado tuvo los efectos de una fuerza centrífuga. Demostró ser un principio de dispersión y discordia (p. 604).
Fuentes: cath.ch / imedia / vatican / la croix / parthenon – abril, 28, 2017