Madame Lefebvre: una mujer edificante

Fuente: Distrito de México

¿Ha leído alguna vez la inspiradora historia de la Sra. Gabrielle Lefebvre, esposa y madre del siglo XX? Le presentamos algunos extractos del libro escrito por el P. Le Crom acerca de la madre de Monseñor Lefebvre.

Madame Lefebvre es un excelente ejemplo de feminidad valerosa para las mujeres católicas del siglo XXI, que se encuentran asediadas por los múltiples problemas del mundo moderno, mismos que ella (junto con su esposo) también tuvo que experimentar.

Extractos de La Vida de Gabrielle Lefebvre

El inicio de su vida matrimonial

Cuando Gabrielle se acercaba a los 18 años de edad, empezó a reflexionar acerca de su vocación. Tenía ciertas aspiraciones espirituales que comenzaron a inquietar a su padre, quien, a pesar de tener una fe viva, se oponía a que su hija entrara a un convento.

Al cumplir 20 años, luego de haber terminado sus estudios, llegó el momento de decidir su futuro. Las religiosas de su escuela creían desde hacía mucho tiempo que Gabrielle estaba llamada a la vida conventual, y ella misma había meditado sobre esta posibilidad. Rezó y pidió consejo de distintas personas en busca de la voluntad de Dios.

Consultó a Monseñor Fichaux, quien era su director espiritual, y su respuesta fue muy clara. Gabrielle debía permanecer en el mundo y tener una familia. Sólo de este modo llevaría a cabo la voluntad de Dios. Al someterse a esta dirección, algo que ella consideraba un acto obligatorio, Gabrielle mantuvo, al menos por un tiempo, una cierta nostalgia por la vida religiosa. A partir de ese momento, rezó para pedir a Dios que le enviara un esposo que fuera un católico devoto…

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Fue así como René y Gabrielle se conocieron y comprometieron. Sin embargo, el compromiso no trajo consigo la paz que Gabielle esperaba, pues su corazón estaba dividido, y temía que con este acto le estuviera robando a Dios su vocación. La joven veía en el amor humano un obstáculo para su deseo de perfección. No obstante, el 16 de abril de 1902, Gabrielle Watine se casó con René Lefebvre. Se dice que ese día Gabrielle lloró…

(…)

Con el nacimiento de su primer hijo, Madame Lefebvre tomó conciencia de sus responsabilidades como madre. Formar el alma de ese niño que Dios le había confiado, señalarle la dirección indicada y santificarlo, era una tarea gigantesca que le pareció sobrepasar sus fuerzas…

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No puede existir la vida de unidad sin las pruebas, y este matrimonio, en apariencia perfecto, no fue la excepción. Para ambos esposos esto significó una oportunidad de practicar una mayor perfección. A pesar de los distintos temperamentos, estas dos almas, unidas en Cristo, se amaban profundamente. Uno de sus hijos describiría más tarde a sus padres como: “dos joyas elegidas, muy distinta una de la otra, dedicadas a perfeccionarse mutuamente.”

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Madame Lefebvre tomaba muy en serio la educación de sus hijos. En una de las cartas dirigida a su tía Bernardine escribió:

Te sigo pidiendo oraciones para obtener guía en esta cuestión tan importante de la educación, porque, sobre todo, santificándome a mí misma es como alcanzaré las gracias necesarias para santificar a mis hijos, y te prometo, querida tía, que prefiero aquellas lecturas que me alimentan a mí en vez de esas otras donde se habla de cómo transmitir la piedad a los hijos. La educación, y sobre todo, la educación materna, es más una transfusión del alma que un plan de estudios académico.” 

Si le interesa saber más sobre la Sra. Lefebvre, puede adquirir el libro titulado "Un Padre y Una Madre", haciendo click en el enlace, o bien en la librería de alguna de nuestras capillas.

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