Meditación de los Misterios Gozosos del Rosario
Todo buen católico, amante de la Madre de Dios, debe tener una tierna devoción al rezo del Rosario y obedecer la petición del cielo de rezarlo diariamente y meditar sus misterios. Es por ello que proponemos cinco cortas meditaciones de cada uno de los misterios gozosos, para ayudarnos a cumplir con la petición de Nuestra Señora.
1er misterio Gozoso
La Anunciación
En Fátima la Virgen María pidió a los tres pastorcitos rezar el Rosario todos los días. Qué es el Santo Rosario sino la repetición de las palabras que Dios mismo dirigió a María a través del arcángel Gabriel el día de la Anunciación: Dios te salve María, llena eres de gracia. Cada vez que rezamos esta oración recordamos a la Virgen María este gran día de felicidad para ella, en el que el Todopoderoso le pidió ser la Madre de Dios, y a lo cual la Virgen contestó con su Fiat, Hágase en mí según tu palabra. Por lo tanto, el rezo de esta oración le agrada mucho, y por eso la Santa Iglesia ha favorecido siempre esta forma de oración. De hecho, usamos la expresión Corona del Rosario para designar esta devoción, ya que esta oración multisecular se compara a una corona de flores que se ofrece a nuestra Madre querida del cielo. Es como un homenaje de nuestro amor y agradecimiento hecho a la Virgen, y no hay que dudar que su Corazón Inmaculado se llena de alegría cada vez que nos oye rezar de nuevo las palabras del ángel Gabriel. Cada Avemaría es una flor de amor que echamos a la Virgen María, nuestra reina.
Sin ella, sin su Fiat, no hubiéramos tenido a nuestro Salvador: Dios no se hubiera encarnado. ¿Qué hubiera sido de nosotros? Hubiéramos sido abandonados a nuestra triste suerte de pecadores. Renovemos, pues, nuestras acciones de gracias a esta Madre tan querida, especialmente rezando el Santo Rosario.
Este “sí” que dio la Virgen en respuesta al pedido de Dios, nos recuerda también el “sí” que dieron los tres pastorcitos a la “Bella Dama”, como ellos la nombraban al principio: “Sí, queremos ofrecernos a Dios en reparación de los pecados”. Nos quedamos admirados al contemplar la generosidad de estos niños. ¿Queremos agradar a Dios?, correspondamos a sus gracias, a sus llamados, sin restricción alguna. Las almas han de ser generosas con su Dios como lo fueron estos pequeños niños, y en especial, las almas llamadas a entregarse completamente a Dios, sea volviéndose otro Cristo por el sacerdocio, sea por los votos de religión en la vida consagrada. Nuestro mundo moderno vive en el egoísmo: nadie piensa que quizás Dios lo llama a algo más alto, y si lo piensa, no quiere darse a Él o no se siente forzado / movido a hacerlo.
Pidamos, pues, a la Virgen, cuando rezamos el Rosario, la gracia de no negarle nada a Dios y de enviarnos muchas vocaciones que respondiendo al llamado con un Sí, puedan contribuir al triunfo de su Corazón Inmaculado.