Mons. de Galarreta: ¿un reconocimiento unilateral?

Fuente: Distrito de México

Monseñor de Galarreta dio una conferencia en Bailly, cerca de Versalles, el 17 de enero de 2016. Expuso la situación actual de la Iglesia e informó a su audiencia sobre el estado actual de las relaciones entre Roma y la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. Dirigió la comisión de teólogos de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X durante las conversaciones doctrinales con Roma entre el 2009 y el 2011. Aquí están los fragmentos más importantes de su conferencia, transcritos por DICI.

Un agravamiento de la crisis de la fe que suscita reacciones públicas.

En una primera parte, Mons. de Galarreta constata que se está desarrollando en Roma “una voluntad de sacar todas las consecuencias contenidas en los principios del Concilio Vaticano II”. Las ideas conciliares de ecumenismo, de libertad religiosa y de colegialidad siendo de ahora en adelante dadas porestablecidas, es ahora la moral la que es afectada por una forma de evolucionismo: “Esto ya es verdad para el dogma, para la verdad (según los progresistas); esto ya es verdad para el ecumenismo, la libertad religiosa, la colegialidad, todo el espíritu revolucionario… ¿Entonces por qué no también para la moral? En el fondo, era una incoherencia el no aplicar la evolución a la moral también”, esta última está, pues, inducida a adaptarse también “en función de la vida del hombre, de las costumbres, de las leyes, de la evolución de las cosas…”

Sin embargo, el prelado español reconoce que frente a este desastre una reacción se manifiesta: “Ahora, es en la Iglesia actual, oficial, que  empieza a haber reacciones. Y reacciones profundas, ya que algunos se dan cuenta, a pesar de todo, que hay un problema doctrinal, un problema de fe. Se dan cuenta que también hay un problema en el magisterio conciliar y posconciliar. Empiezan a hacerse preguntas y, aspecto muy importante, entienden que para oponerse a esta ruptura total con la Tradición, hay que reaccionar, y necesariamente oponerse a las autoridades que son las difusoras de estos errores. Es así que vemos a cardenales, obispos, sacerdotes, laicos, que empiezan a reaccionar, y en el buen sentido y en muy buen sentido aun, algunas veces con mucha firmeza.

Una doble proposición romana: doctrinal y canónica

Mons. de Galarreta indica después que una proposición de prelatura personal ha sido hecha por la Congragación para la Doctrina de la Fe durante el verano de 2015, acompañada de una proposición de declaración doctrinal. Y hace saber que “el Superior General ha enviado los dos textos romanos a todos los superiores mayores y a algunos teólogos de la Fraternidad, así como a los obispos, para que se haga una análisis, que le demos nuestro parecer”.

En cuanto a la proposición de declaración doctrinal, el obispo español reconoce: “Lo que vemos en la declaración doctrinal es que no hay más la profesión de fe del cardenal Ratzinger. Las autoridades romanas nos piden la profesión de fe de Pío IV, es decir la profesión de fe del Concilio de Trento. Luego, en la precedente proposición había un párrafo sobre la libertad religiosa. Han suprimido esta exigencia. El ecumenismo está suprimido. Sobre la misa, nos pedían el reconocer la validez y la legitimidad. Ahora nos piden reconocer la validez de los nuevos sacramentos y de la nueva misa, según la edición típica, la edición latina original. Lo que la Fraternidad siempre reconoció. Ven, quitan condiciones para intentar lograrlo.”

Luego, Mons. de Galarreta indica que el Superior General ha querido contestar a la oferta romana de reconocer la Fraternidad ‘tal como es’, a través de una respuesta previa que no se queda en el vago: “Mons. Fellay nos dijo: ‘antes de contestar a esta proposición de la Congragación de la Fe, voy a escribir, de manera bastante exhaustiva, para precisar bien cómo somos y cómo actuamos, qué es lo que predicamos, qué es lo que hacemos, qué es lo que no hacemos, y lo que no estamos dispuestos a hacer’”, a fin de saber si la Fraternidad es aceptada ‘tal como es’ verdaderamente.

El prelado argentino expresa entonces sus reservas por una razón doctrinal de fondo: “Ellos, desean, sobre todo, hacernos aceptar, por lo menos vagamente, por lo menos en principio, el concilio Vaticano II y sus errores”. Y añade que esta voluntad romana se encuentra, en la práctica, en la propuesta canónica: “Hay siempre, de una o otra manera, una sumisión con relación a los dicasterios romanos o con relación a los obispos”. Lo que lo lleva a afirmar que, personalmente,rechazaría las propuestas romanas: “Para mí, un acuerdo con la Roma actual está excluido”. Precisa que se trata de un rechazo prudencial dictado por las circunstancias –en ausencia de garantías necesarias para la vida de la Fraternidad-e insiste en distinguirse bien de los que hacen de ese rechazo algo absoluto:

“Nosotros no rechazamos, ustedes lo ven, de manera absoluta y teórica la posibilidad de un acuerdo con Roma. Esto es lo que nos distingue de la ‘Resistencia’. Para ellos es un principio. Es una cuestión doctrinal: ‘Ustedes no pueden admitir la posibilidad de un acuerdo con Roma sin ser liberales’. Esta no es nuestra posición. Hay que decirlo de nuevo: esa no era la posición de Mons. Lefebvre. Él firmó un protocolo de acuerdo con Roma. Y en ese momento, incluso cuando rompió después el protocolo, Monseñor dijo: ‘es porque no hay las condiciones necesarias para nuestra supervivencia, para nuestra protección’. Porque ellos quieren engañarnos, porque ellos no quieren darnos la Tradición, porque ellos quieren llevarnos al Vaticano II. Es porque no hay las condiciones. Él dijo: ‘Si me hubieran dado las condiciones, las condiciones que puse, hubiera firmado’. Esto lo dijo Mons. Lefebvre después de las consagraciones. Y precisó: ‘si firmé un protocolo de acuerdo, es porque no había nada contrario a la fe’. Ni en el contenido, ni en el hecho de firmar. Es evidente. Por lo tanto nosotros continuamos en esta línea”.

¿Hacia un reconocimiento unilateral de la Fraternidad?

En la segunda parte de su conferencia, y más allá de las propuestas de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Mons. de Galarreta confiesa públicamente que cree que el Papa pronto conferirá un estatus a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X:

Yo pienso más bien, y este es el otro aspecto de las cosas, que este papa que dice a quien quiere escucharlo que nosotros somos católicos, que dice y repite que la Fraternidad es católica, que somos católicos, que nunca nos va a condenar y que es necesario arreglar nuestro ‘asunto’. Yo pienso que -él ya ha comenzado en esta vía- cuando él vea que no hay entendimiento con la Congregación de la Fe, yo creo que él va a pasar por alto toda condición doctrinal, teórica, práctica, o lo que sea… Él dará sus propios pasos hacia el reconocimiento de la Fraternidad. Ya ha comenzado; él simplemente continuará. Aquí yo no digo que yo lo desee, yo digo lo que preveo. Yo preveo, yo pienso que el papa irá en el sentido de un reconocimiento unilateral de la Fraternidad, y más bien por la vía de los hechos que por una vía de derecho o legal, canónico”.

Mons. De Galarreta admite que “este reconocimiento, de hecho, tendrá un efecto bueno, benéfico: es una apertura apostólica bastante extraordinaria, esto tendrá un efecto extraordinario”. Pero agrega que habría dos riesgos: el de crear una división interna y el de condicionar la predicación en ciertas circunstancias. Y se pregunta: “Esto requeriría una sabiduría extraordinaria y prudencia, una gran firmeza y claridad. ¿Somos capaces de esto?”

El prelado español responde pidiendo conservar una confianza sobrenatural frente a estas eventualidades: “Si la Providencia nos envía esto, es allí que tendremos las gracias necesarias para superar las dificultades y para lidiar con ellas como se necesite, pero, por supuesto, en la medida en que no sea producida por nuestra voluntad, donde se nos imponga. Si tenemos las ideas claras, siempre podemos aprovechar para el bien. Pero en este caso hipotético -yo les doy mi opinión sobre conjeturas, ¿verdad?- en este caso pienso que tendremos las gracias necesarias para perseverar y para hacer el bien que debemos hacer en la Santa Iglesia. El Buen Dios jamás nos los negará, no dejará de darnos los medios para perseverar en la fe y en el verdadero combate, si permanecemos siempre en la fe, en la esperanza, en la caridad, en la fuerza de la confesión de la fe, en la santificación cotidiana”.

El miedo a los riesgos y la confianza en la Providencia divina

Y concluye después de haber planteado una objeción: “Entonces ustedes me dirán: “¡en este caso, hay un riesgo!” Sí, por supuesto. En la vida hay muchos riesgos, en una guerra todavía más. Estamos en guerra. Por lo tanto será lo que el Buen Dios quiera. Pero yo tengo confianza en la Providencia, y tengo una confianza total en el amor de Nuestro Señor Jesucristo por la Santa Iglesia. Entonces en la medida que nosotros no lo busquemos, incluso si esto sucede, yo creo que no hay que inquietarse. Nada cambia. Es el mismo combate que continúa, la misma línea. Simplemente, se trata de aprovechar estos espacios de la libertad que nos son dejados. En una guerra si el enemigo abandona las trincheras, hay que tomarlas; si se retira, hay que avanzar. No se van a quedar en casa bajo pretexto de que hay riesgos. Hay que hacer las cosas prudentemente, y después es necesario el valor. Y sobre todo en nosotros es necesaria la confianza en Dios. Es el combate por Dios. Es el combate de Dios. Nuestra confianza está en Él y en la Santísima Virgen María”.

“Personalmente yo no estoy inquieto en lo absoluto respecto al futuro de la Fraternidad o de la Tradición; por el contrario, respecto al futuro de la sociedad, de nuestras naciones antaño católicas o incluso de la Iglesia oficial, sí, yo estoy inquieto y pesimista. Se prevé que esto evolucionará hacia lo peor. Ahora bien, es justamente cuando llegamos a una situación mucho más desesperada, extrema, que aparece la intervención de la Divina Providencia, la intervención de Dios que siempre tiene sus medios divinos. Nuestro Señor es siempre el amo de los acontecimientos, de la historia. Y no solamente en general, sino en lo particular. Por lo tanto, si el Evangelio nos dice que no hay ni un solo cabello de nuestra cabeza que caiga… que todos los cabellos de nuestra cabeza están contados, que no hay ni un gorrión que caiga sin el permiso de Dios, creo que hay que permanecer muy tranquilos. Es así que conservamos un juicio equitativo sobre las realidades objetivas, y que se conserva una actitud no solamente equilibrada, sino católica, cristiana y santa. Esta es la sabiduría que nos transmitió Mons. Lefebvre, esta actitud católica. Nosotros podemos muy bien conservar esta línea en la situación actual de la Santa Iglesia, así como ante todas las eventualidades que se presentarán dentro de poco”.

Fuente: FSSPX/MG – Transcripción DICI número 331 del 26/02/16