Nuestra Señora de la Compasión - Introducción

Fuente: Distrito de España y Portugal

Ante la decisión del Consejo General de la Fraternidad San Pío X de elevar la Conmemoración de Nuestra Señora de la Compasión, celebrada el Viernes de la primera semana de la Pasión, a una fiesta de 1ª clase en el calendario propio de la Hermandad, queríamos invitar a la meditación sobre los dolores de la Virgen María. Cada día hasta esta celebración, el 3 de abril 2020, presentaremos una meditación para acercarnos más de los sentimientos de la Virgen y su Divino Hijo durante la Semana Santa.

Introducción

« El gran misterio y secreto más eficaz para nuestra santificación »

Podremos leer miles y miles de libros que tratan de vida espiritual, al final todos se resumen en una sola idea esencial : la unión con Dios. Para llegar a esta unión, todo es importante y especialmente los medios sin los cuales no se puede alcanzar, mantener y aumentar esta unión. Así son los sacramentos, la oración, la penitencia, la dirección espiritual, las virtudes... Pero hay un medio que lo resume y lo contiene todo y es la Santa Cruz. San Pablo nos lo dijo bien claro : “No quise saber nada, fuera de Jesucristo, y Jesucristo crucificado” ( I Cor II, 2) Y los grandes Maestros de espiritualidad que fueron nuestros Santos Juan de la Cruz y Teresa de Jesús se hicieron los mejores imitadores de San Pablo como él mismo lo fue de Cristo.

Ahora bien, si la santificación consiste en unirse a Dios y si todos los medios se resumen en la Cruz, no habrá mejor ejemplo como el de la Santísima Virgen que fue el ser humano que alcanzó el nivel máximo de unión con Dios porque alcanzó el nivel máximo de compasión con su Hijo crucificado. De allí la suma importancia de la devoción a los dolores de María. El Corazón inmaculado y doloroso de la Virgen es para nosotros el espejo más perfecto y el medio más asequible para llegar con ella, por ella, en ella y para ella hasta algo de su compasión, y por lo tanto, hasta algo de su unión.

Entrar en los dolores del Corazón de María es rebotar en él para alcanzar con más facilidad y con más eficacia hasta el Corazón de Jesús nuestro Dios. Y en un corazón, lo más   potente y precioso sera siempre el amor, y no hay amor más grande y verdadero como el sacrificarse para los que queremos. Por lo tanto, meditar y unirse a los dolores de la Virgen es penetrar en el lugar sagrado del amor : amor entre el Hijo divino y la Madre de Dios. Las palabras humanas no podrán jamás decir ni explicar un misterio tán grande que es el secreto más eficaz para nuestra santificación.

Necesitaremos ayuda para penetrar del todo en esta fuente infinita de gracia. Necesitamos de directores espirituales experimentados que nos hagan entender algo de la profundidad de los dolores y del amor de María. Directores que pudieron, por su papel especial y su misión, no solamente unirse espiritualmente al Corazón de la Virgen sino también unirse fisicamente a su compasión. Estos directores vieron sus lágrimas, contemplaron su rostro a la hora de sufrir, pudieron abrazarla en sus propios brazos para consolarla… Estos directores a los cuales pediremos ayuda son el glorioso San José quien vivió con su Esposa los tres primeros dolores, y el queridísimo San Juan, quien vivió con su Madre adoptiva y oficial los cuatro últimos dolores.

Por esto, en esta preparación a la solemnidad de los Dolores de la Santísima Virgen, cada día, les propondremos meditar un aspecto de los sufrimientos de la Madre de Dios, pero también algo de la compasión del primer Servidor y Consolador del Corazón Inmaculado y del primer Sacerdote y Apóstol de este mismo Corazón. Gracias a ellos, aprenderemos a compatir nosotros mismos a los dolores de nuestra Madre Celestial.

Este año, para el 50 aniversario de nuestra Hermandad Sacerdotal San Pio X, nuestro Superior General, decidió que toda nuestra Familia espiritual iba a venerar desde ahora y para siempre a nuestra Señora de Compasión como Reina y Patrona de nuestro Instituto, celebrando el viernes de Pasión como fiesta de 1° clase. Seguramente que no se esperaba que esta primera solemnidad iba a celebrarse de manera confinada. La Providencia nos pide seguramente entrar y encerarnos de manera más fuerte en el lugar donde sin virus o con virus, alcanzaremos lo esencial de toda vida humana : la salvación.