Nuevo elogio al cardenal Kasper

Fuente: Distrito de México

El domingo 15 de noviembre se produjo un hecho de gran relevancia para la vida interior de la Iglesia. El Santo Padre visitó la Iglesia Evangélica Luterana de Roma, donde respondió a diversas preguntas de los presentes. La respuesta de Francisco empezó con una nueva alabanza pública al cardenal Walter Kasper, la tercera de relieve.

El domingo 15 de noviembre se produjo un hecho de gran relevancia para la vida interior de la Iglesia. El Santo Padre visitó la Iglesia Evangélica Luterana de Roma, donde respondió a diversas preguntas de los presentes. Entre ellas, la de Anke de Bernardinis, luterana casada con un católico italiano. Lamentó no poder “participar juntos en la Cena del Señor”: “¿Qué podemos hacer para alcanzar finalmente la comunión sobre este punto?”, preguntó al Papa.

La respuesta de Francisco empezó con una nueva alabanza pública al cardenal Walter Kasper, la tercera de relieve. La primera fue en su primer Angelus tras ser elegido, el domingo 17 de marzo de 2013, cuando recomendó el libro del purpurado alemán sobre la misericordia y le calificó como “un teólogo de primera, un buen teólogo”. La segunda, el 21 de febrero de 2014, en la segunda jornada de trabajo del consistorio extraordinario sobre la familia, al elogiar su reflexión sobre el tema, que había servido de base para los debates: “Esto se llama hacer ‘teología de rodillas’. Gracias. Gracias”.

Ante los luteranos italianos, Francisco volvió a destacar su figura, presente en el acto en cuanto presidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos: “No es fácil para mí responderle, sobre todo ante un teólogo como el cardenal Kasper. ¡Me da miedo!”, bromeó el Papa, provocando la risa y aplauso de los presentes. ¡Como si se tratase de una sutileza teológica sometida a debate entre especialistas, y no como una grave cuestión sacramental ya resuelta por la doctrina y los cánones de la Iglesia!

Francisco acumula una duda tras otra en su larga respuesta, que incluye consideraciones inconclusas sobre la fe, el Bautismo y la doctrina: “A la pregunta sobre participar juntos en la Cena del Señor no es fácil para mí responderle… Me pregunto –y no sé cómo responder, pero la pregunta de usted la hago mía–: participar en la Cena del Señor ¿es el final de un camino o el viático para caminar juntos?... Hay preguntas a las cuales sólo si uno es sincero consigo mismo y con las pocas ‘luces’ teológicas que yo tengo se debe responder lo mismo: usted verá… Es un problema al que debe responder cada cual… La vida es más grande que las explicaciones y las interpretaciones. Jamás me atreveré a dar permiso de hacer esto, porque no es mi competencia. Un Bautismo, un Señor, una fe. Hable con el Señor y siga adelante. No me atrevo a decir más”.

¿Podrá la Sra. Bernardinis decir que ese día, ante el sucesor de Pedro, experimentó el “confirma a tus hermanos” que exigió Nuestro Señor a Pedro (Lc 22, 32) o el mandato paulino de predicar la verdad “a tiempo y a destiempo” (2 Tim 4, 2)?