Optimismo en la juventud - Palabras de Mons. Lefebvre
He aquí unas palabras de Monseñor Marcel Lefebvre, fundador de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, sobre los jóvenes valientes que escapan a la influencia del actual ambiente corrompido y que representan una verdadera esperanza para la Iglesia.
Otro motivo de optimismo es el Espíritu Santo, que obra en tantos jóvenes como en un nuevo Pentecostés. ¿Cómo puede ser que tantos jóvenes, tan bien formados, entusiastas y apasionados como los otros entre los que viven, no se han dejado contaminar por la contestación, el espíritu de rebeldía o la búsqueda de los placeres? ¿Cómo han escapado a la influencia de un ambiente corrompido intelectualmente, y muchas veces moralmente? Éste es claramente el milagro que se manifiesta ante nosotros de un modo cada vez más evidente. Hay grupos de jóvenes, generalmente estudiantes universitarios o jóvenes empleados, ya sea en Francia, Italia o América del Sur, que son la verdadera esperanza para la Iglesia. La prensa mundial no se ocupa de tales jóvenes ni de sus actividades. Prefiere los hippies, los capelloni y otras especies de desequilibrados, y también se interesa por los auténticos anarquistas, como Cohn Bendit y otros parecidos.
No podemos dejar de comprobar que está surgiendo una nueva juventud, frente a otra decadente, desequilibrada, sedienta de rebelión, de destrucción y contestación. Tenemos que hacer todos los esfuerzos necesarios para sostener a la juventud sana y auténticamente cristiana. De ella surgirán cada vez más numerosas las buenas vocaciones sacerdotales y religiosas y, seguramente, de ella saldrán también nuevas fundaciones llenas de vitalidad ya que se abrevan en las verdaderas fuentes tradicionales de la santidad. De ella saldrán las verdaderas familias cristianas, sanas y con muchos hijos, e igualmente ciudadanos clarividentes, valientes y capaces de hacer pesar sus convicciones religiosas en todas las esferas de la vida individual y social.
De ahora en adelante, ya no es tiempo para compromisos, diálogos de sordos ni manos tendidas al demonio; lo que hay son creyentes y no creyentes, verdaderos adoradores de Dios e impíos; los que creen en una moral individual, social, económica y política establecida por Dios y procuran someterse a ella, y los que se inventan una moralidad al servicio de sus instintos egoístas.
Hay que elegir. Ahora bien, una juventud más numerosa de lo que se piensa ya ha elegido, como los cruzados de otro tiempo o como los hijos de San Francisco, confiando en la Cruz de Jesucristo, por cuyo medio vencerán.
+Mons. Marcel Lefebvre
CARTAS PASTORALES Y ESCRITOS