Peregrinación a Fátima del Distrito de México y América Central - Parte 1
Del 11 al 25 de agosto de 2017, tuvo lugar la peregrinación a Fátima, organizada por el Distrito de México y América Central. En esta primera parte, hemos incluido una galería fotográfica con imágenes espectaculares del recorrido de los peregrinos por España, así como un interesante artículo que describe los lugares y el espíritu de la peregrinación.
El cristiano tiene forzosamente la condición del peregrino en este mundo. No puede ser de otra forma. El cristiano que se estaciona en él abjura a su vocación más íntima de conquistar, por su fuerza y con la ayuda de Dios, el reino de los cielos que está al otro lado de esta vida terrena y más allá de la muerte. Por ello, si consideramos que, en espíritu, todo cristiano es necesariamente un peregrino, esta idea se refuerza cuando el peregrinaje se asume externamente y por razones de fuerza, y no hay mayor razón de fuerza que el llegar a los pies de la Virgen de Fátima en su centenario.
Con esta motivación en el alma, la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en el Distrito de México y América Central quiso peregrinar hacia Fátima, aprovechando esta ocasión para realizar también una visita por la Madre Patria y poder conocer aquellos lugares que fueron el esplendor y la gloria de la Cristiandad de la España Católica. Por ello, entre los días 11 y 25 de agosto, una comitiva ingente de fieles y peregrinos, conformada por mexicanos y guatemaltecos, se reunió para emprender un itinerario que los llevaría a recorrer las llanuras de Castilla hasta penetrar en aquellos santos lugares en los que la Virgen María decidió aparecerse a unos pequeños pastorcitos durante el año de 1917 en el poblado de Fátima. El nombre de las ciudades y lugares que pisaron no puede sino resonar con enorme interés en los oídos de un católico medianamente instruido: Madrid, el Valle de los Caídos, EL Escorial (Monasterio de San Lorenzo), Segovia, Ávila, Salamanca, Ciudad Rodrigo, Coimbra, Nazaré, Alcobaça, Batalha, Fátima, Cáceres, Guadalupe, Toledo y el Cerro de los Ángeles.
El primer lugar de envergadura que conocieron estos peregrinos de América fue el Valle de los Caídos. Esta obra arquitectónica, que el general Franco levantó y que conmemora a los caídos en la Guerra Civil Española (1936-1939), tiene el honor de ostentar la cruz más grande del orbe. Pero otro lugar que también impacta por la sublimidad de sus medidas, y que debió estremecer la imaginación de los visitantes, fue el Monasterio de San Lorenzo (El Escorial). Monumental obra que refleja la visión de Felipe II sobre el reino en que “nunca se ponía el sol.” Lo más emotivo de este lugar fue la oportunidad que tuvieron los peregrinos de rezar frente a las tumbas de hombres que dieron sus vidas por la defensa de nuestra santa religión: el mismo Felipe II, Carlos I, Juan de Austria, etc.
Pero el camino seguía… Segovia, Ávila y Salamanca fueron los siguientes destinos del peregrinaje. Sin duda aquello que encendía la emoción de los peregrinos era la imaginación de que por aquellas tortuosas calles, plazas y catedrales transitaron, en otro tiempo, los santos místicos españoles y los teólogos de la escuela salmantina que, durante la conquista de las Américas, fueron antorchas importantísimas para reclamar la humanidad de los indios y su derecho a la evangelización. En Segovia, además de la catedral, una sinagoga convertida en iglesia y el Alcázar, el grupo pudo arrodillarse ante la tumba de San Juan de la Cruz. En Ávila, por su parte, recorrió los lugares por donde tuvo comienzo la reforma de los carmelitas descalzos, de la mano, y gracias al pundonor, de Santa Teresa de Jesús (el monasterio de San José, la Encarnación, etc.). Y en Salamanca se pudo conocer la universidad, su fachada y las estatuas de ilustres pensadores castellanos como Fray Luis de León y Francisco de Vitoria.
Daniel Ocampo Frutos