¿Por qué no seguir a Nuestro Señor más plenamente?

Fuente: Distrito de México

Artículo sobre las vocaciones sacerdotales.

La vida de los santos, la vida de aquellos que realmente han dado toda su vida es inexplicable humanamente hablando, solo puede explicarse por la gracia. También su vocación, su venida a este lugar, ¡la vocación sacerdotal no puede explicarse más que por una gracia particular!

¿Por qué han venido aquí?

Porque han sentido en ustedes un llamado del buen Dios: "Ámame un poco más, ámame un poco más que los demás, entrégate a mí completamente, no solo un poco, sino totalmente, dame toda tu vida, toda tu actividad".

Este llamado resonó en sus corazones, lo escucharon y se dijeron: “¿Por qué no he de seguir mejor a Nuestro Señor, más completamente?”

Esa es la vocación sacerdotal, ¿no es así?: subir al altar, ofrecer nuestro sacrificio y también ofrecernos como víctimas con el Sacrificio, con la Víctima que se ofrece en el altar, ¡esa es la vocación del sacerdote! Ustedes escucharon este llamado, y solo pudieron escucharlo por la gracia sobrenatural; por eso el mundo no los puede comprender, por eso el mundo, cuando los mira, dice: no entiendo qué les pasó por la cabeza para ponerse una sotana, para encerrarse en un seminario, qué es lo que pueden hacer, qué se habrán imaginado, qué fue lo que creyeron, ¿verdad?

La gente no puede comprender las vocaciones, no es posible.

Rechazar los placeres de los sentidos, rechazar la riqueza, querer vivir en la pobreza, querer vivir en la privación, querer vivir únicamente para los demás y no para uno mismo, ¡es increíble, inverosímil, han perdido la cabeza!

La gente no puede comprender la vocación, es un misterio para ellos, un gran misterio y, sin embargo, es sobre todo con este ejemplo que tal vez podamos abrir los ojos a estas personas que viven de manera egoísta y replegadas en sí mismas: si hay personas que aman al buen Dios, hasta el punto de dejarlo todo para entregarse a Nuestro Señor, debemos creer que hay algo que existe, un amor que, finalmente, representa una realidad, que representa una verdad, ¡que tal vez pueda abrirles los ojos!

[Monseñor Lefebvre, Conferencia espiritual, junio de 1974]