Primera Misa en CDMX del Padre Cyril Alolaya - 21/02/2021

Fuente: Distrito de México

Sermón del Padre Gardère, prior de la Ciudad de México, en la primera Misa del Padre Cyril

Con mucha alegría, la capilla Nuestra Señora de Guadalupe de la Ciudad de México recibió el primer domingo de Cuaresma, 21 de febrero de 2021, al nuevo Padre recién designado al Priorato Nuestra Señora  de Guadalupe. 

El Padre Cyril Alolaya es originario de Filipinas, tiene 34 años, y después de cursar los 6 años de seminario en Australia, fue ordenado por Monseñor de Galarreta el 5 de diciembre de 2020 en la Casa de Distrito de África en Johannesburgo por motivo de las restricciones sanitarias...

Además de ya haber empezado a aprender un nuevo idioma, el Padre nos da el ejemplo del desprendimiento al dejar sus tierras y su familia para volar lejos a donde lo manda la Providencia, para seguir predicando la misma doctrina católica tradicional, celebrando la misma Misa de siempre, impartiendo los mismos sacramentos que hace dos mil años, como lo hizo  nuestro venerado fundador en varios países de África hace casi 100 años.

En la misa solemne el Padre estuvo acompañado por el Padre José Mota como diácono, el seminarista Fernando Cruz Matías como subdiácono, y el Padre Gardère como sacerdote asistente. Al término de la Misa el Padre Alolaya impartió su bendición a lo fieles presentes.

En el sermón, el Padre Gardère recalcó algunos rasgos fundamentales de la espiritualidad sacerdotal transmitidos por Monseñor Lefebvre, y que debemos mantener en alto en nuestro apostolado católico con las almas en el mundo de hoy.

¿Qué es un sacerdote? Otro Cristo

Sacerdos alter Christus: el sacerdote es otro Cristo. 

Por lo cual, preguntémonos qué es Jesucristo. Nuestro Señor Jesucristo es mediador. (...) Quiso manifestarnos esta mediación de un modo particularísimo en su santo sacrificio del Calvario, ofreciéndose como víctima a su Padre para rescatar nuestras almas.

Y resulta que el sacerdote, alter Christus, participa en la mediación de Nuestro Señor Jesucristo, no siendo mediador por esencia, sino participando en la mediación de Nuestro Señor en virtud del carácter sacerdotal. También es pontífice, haciendo de puente entre la humanidad y Dios, pero únicamente como ministro de Nuestro Señor. Constituye el canal ordinario y el camino normal que Jesús estableció para comunicar la salvación a las almas.

Los sacerdotes son como una humanidad de añadidura para Nuestro Señor Jesucristo. Él se encarna de nuevo en sus sacerdotes, y esto es algo tan cierto que cuando suben al altar y pronuncian las palabras de la consagración que continúan la gracia de la Redención y traen la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo a nuestros altares, los sacerdotes ya no son ellos mismos.

Ya no son fulano o mengano, sino otros Cristos. Pronuncian las palabras de la consagración bajo el influjo de Nuestro Señor Jesucristo.

Responsable de la salvación de las almas

Dios ha querido que sean otros hombres los que ayuden a las almas a salvarse. (...) Él mismo se hizo hombre y quiso que los que conviertan al mundo entero sean hombres como nosotros, precisamente los sacerdo- tes, sus apóstoles. El clero es, pues, responsable de la salvación de las almas.

Las tres funciones del sacerdote

El sacerdote prosigue la misión de Jesucristo a través de:

1. Su enseñanza,

2. La administración de los sacramentos

3. El gobierno de las almas

Estas tres funciones corresponden a los tres poderes que ha recibido en su ordenación: poder de enseñar, poder de santificar y poder de gobernar (potestas docendi, potestas sanctificandi, potestas regendi).

La predicación

En la Santa Iglesia, los medios más eficaces que el Espíritu Santo quiere emplear para la conversión de las almas son los que los santos han empleado siempre en su ministerio. Entre ellos, la predicación ocupa un lugar importantísimo. «Id, pues, y enseñad a todas las naciones» (Mat 28, 19), dijo Nuestro Señor.

El sacerdote tiene por misión predicar el Evangelio y, sobre todo, predicar lo que constituyó la razón misma de la Encarnación de Nuestro Señor, la razón de su muerte en la Cruz, la razón del santo sacrificio de la Misa y la razón de la fundación de la Iglesia y del sacerdocio.

La dispensación de las gracias: Comunicar a Jesucristo

Nuestro Señor dispuso que los sacerdotes sean sus instrumentos para comunicar la vida eterna a las almas, y a ellos les confió los sacramentos. Él mismo se puso, en cierto modo, en sus manos en el santo sacrificio de la Misa y en el sacramento de la Eucaristía, pero también en los demás sacramentos, puesto que todos ellos son canales de su propia vida. ¡Qué provechoso les resulta a los sacerdotes recordar la necesidad de venerar los sacramentos que dispensan a los fieles!

El gobierno de las almas

Monseñor Lefebvre exhorta a los sacerdotes a ser buenos pastores, a ejemplo de su divino Maestro.

Por último, la tercera función del sacerdote consiste en gobernar a las almas, es decir, en adoptar todas las medidas que puedan favorecerles el acceso al cielo. Su papel es salvar a las almas. Para conseguirlo, hay que guiarlas y mostrarles el camino. Nuestro Señor dijo que Él era el camino: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Jn 14, 6). El sacerdote también es el camino. En pos de Nuestro Señor, tiene que mostrar a los fieles el camino del Cielo.

«El sacerdote tiene que dirigir», dice el pontifical. Recordad la parábola del Buen Pastor. Es el propio Jesucristo Nuestro Señor el que lo dice: El pastor va delante de las ovejas y las conduce. Y como es el verdadero pastor, las ovejas oyen su voz, la reconocen y lo siguen. Él las pastorea a los lugares en donde encuentran su alimento. ¡Qué hermosa imagen es la del buen Pastor!